El trayecto de Caliope Family prosigue en ascenso, lo corrobora el cruce rítmico alucinante de su tercer disco: 341. La noticia aún mejor es que el grupo lo presenta esta noche, a las 23.30, en Sala de las Artes (Suipacha y Güemes). Los acompañará la banda mendocina Spaghetti Western, en el que será el primero de los shows con escenarios ya previstos en Mendoza, Córdoba, Venado Tuerto, Entre Ríos, Buenos Aires, y Santiago de Chile.
“Nos viene pasando que muchas personas piensan que somos de Buenos Aires; en todo caso, es algo que demuestra que estamos al nivel de bandas como Nafta o Militantes del Climax, y ese reconocimiento está bueno. Hicimos una avant-première allá y fueron músicos tremendos a escuchar el disco, ellos son influencias nuestras y fueron a estar con nosotros, a charlar. Es una alegría haber podido lograr lo que queríamos”, señala Franco Olima a Rosario/12.
El bajo, synthBass y pistas, de Olima; se suma a la tarea de Camilo Corradin (batería), Pancho Val (guitarra), Agustín Pérez (teclados), y Brapis (voz y letras). Caliope Family tiene un sonido diferente, propio, y en este tercer disco agrega los aportes de Veeyam, Juli Giuliani, DJ Baladi y Núcleo AKA Tinta Sucia. El reconocimiento les llega, de manera creciente. Según Olima: “Creo que esto sucede por la música que queremos hacer, y todo parte de la unión que estamos teniendo como banda. Por suerte nos llevamos muy bien, estamos compartiendo tiempo más que nunca, incluso por fuera del estudio. Y siempre nos planteamos hacer la música que nos gusta; eso permite una llegada sincera, que da mucho. No sé, es medio alta la vara que voy a poner, pero creo que lo mismo le sucedió a Cerati con su música solista o al propio Charly, gente que nos influenció toda la vida”.
-Me parece el mejor parámetro: hacer lo que uno desea.
-Está bueno hacer énfasis en eso. Yo doy un taller en zona sur, de donde soy, e involucro a chicos que rapean. Les consigo fechas y los grabo. Pero hay una discusión constante con esto de “con este tema la pego”. Se termina pensando que para que te vaya bien hay que hacer la música que se viene haciendo en el ámbito urbano, y la realidad es que uno llega cuando se es completamente sincero con cualquier tipo de relación o actividad que hagas. Mucha gente nos dice “el show en vivo que tienen está buenísimo”, pero si es así es porque lo disfrutamos. Hacemos shows en vivo porque nos encanta, antes que cualquier otra cosa. Y con la agrupación que tenemos, aun cuando no seamos los mejores o lo que sea, hace muchos años que venimos tocando. Por primera vez nos pasó que tuvimos un reemplazo, porque el guitarrista estuvo de viaje y lo suplantó nuestro productor, que es muy amigo y toca incluso mejor que Panchito; pero al terminar de tocar la sensación fue “che, ¡cómo lo extrañamos!”. Eso es lo primordial, y la banda lo tiene.
-Seguramente cada uno tiene sus influencias, la misma música que hacen da cuenta de esto; ¿cómo es ese proceso de trabajo?
-En relación a eso, la verdad es que también nos peleamos mucho (risas). Tres de los integrantes –Panchito, Agustín y yo–, ya producimos por nuestra cuenta. Tenemos un home estudio armado cada uno, y vamos tirando ideas constantemente. Una vez que se agarra la pista y a todos más o menos les gusta, cada uno es libre de hacer lo que quiere. En ningún momento alguien dice “esta línea es como digo yo”, sino que se tiene la libertad de hacer lo que se quiera. A la hora de la producción estamos todos involucrados, y tratamos de dejar el ego de lado. Por ejemplo, hay temas en donde yo, que no soy tecladista, grabé las teclas; si quedaron bien, quedan. Y si alguien justo estaba por ahí, tiró una idea y funcionó, queda también. Lo mismo con las letras. En determinado momento empezamos a cambiar ciertas palabras o melodías, el proceso es bastante compartido. Y cada uno viene de una escuela diferente: yo soy mucho más rockero, al igual que Camilo; Panchito y Agustín son más tirando al funk; entonces, se genera una mixtura muy buena, y permite que el disco sea una montaña rusa de géneros y sensaciones.
-Justamente, al disco se lo nota variado pero sólido en su concepto.
-Lo que hicimos fue irnos de viaje a Córdoba, a la casa del bisabuelo de uno de los chicos, en Villa del Dique. Es una casa muy vieja, y nos encerramos allí, sin Internet ni nada para hacer, porque fuimos fuera de temporada. Y eso tuvo que ver mucho con la homogeneización del sonido. Cada uno llevó muchos discos para escuchar, y todo el tiempo estuvimos escuchando las mismas cosas. Creo que ahí se dio un gran avance en cuanto a la búsqueda de estilos; y esa mezcla hizo que los temas, que en un principio estaban pensados como singles, terminaran siendo un disco.
-Un disco que vale ver además de escuchar. El tratamiento visual de los videoclips es distintivo.
-Tenemos una búsqueda visual arraigada a lo que hacemos, nuestros estilo de video y de foto es muy similar al que se da en Los Angeles, y la mixtura que se genera en lo musical es la que está también en los videos. Como los autos que aparecen, y eso me enorgullece, porque soy fanático de los autos viejos. Hacer participar un poco mi otra pasión me genera muchos sentimientos. Pardo es quien nos filma desde siempre, es él quien generó ese sello característico, porque se sabe que cuando Caliope saca un tema también hay un video increíble. Él hace absolutamente todo.
-Por otro lado, al escucharlos, la mezcla de ritmos no deja de estar relacionada, si se quiere, con cierta rosarinidad; hay algo ahí que marca una pertenencia.
-Hay algo distintivo en las bandas de Rosario. Tal vez por aceptar que aquí hay un techo, lo único que tenemos que hacer es lo que nos gusta. Y eso ofrece un sello distintivo. Los raperos de Rosario hoy están muy bien posicionados, así como freestylers, que están compitiendo a nivel nacional. Hay una forma de ser muy marcada. Estoy yendo bastante a Buenos Aires, nos queremos ir a vivir allá, y al escuchar música decís “estos tipos son rosarinos o cordobeses o mendocinos”. En el interior pasa algo que es muy lindo y característico, y es hora que se muestre un poquito eso. Yo soy amigo de la gente que era de Kunyaza, para mí la mejor banda de Rosario en mucho tiempo, y en un tema, “Bucle”, hay unos cortes que son muy característicos de lo que hacían ellos; la verdad que fue un placer tener esa idea, porque en cierto punto, podemos llevar a Kunyaza a cada lugar donde vayamos. Nuestro productor, el Piwi (Diego Savioli) es también productor y tecladista de la Groovin’ Bohemia. Cuando comenzamos a tocar, íbamos a verlos; y ahora estamos trabajando mucho con ellos, tanto con nuestro productor como en el estudio, donde ellos aportan ideas. En “Rap game”, por ejemplo, hay unas guitarras de estilo rockero, y eso sale de Vudú o de Cielo Razzo. Es muy lindo que Rosario tenga bandas tan características, de rasgos distintos y sinceros.