Florent Torchut se define como "el más argentino de los franceses", y motivos le sobran. Aunque hay uno que destaca sobre los demás: usó el primer sueldo que cobró como periodista de France Football (la revista que creó el Balón de Oro en 1956) para viajar a este país, que había conocido a través del equipo que jugó en Estados Unidos 1994, un Mundial al que su propia selección no había podido clasificar.
Tiempo después, la revista para la que trabaja desde hace más de quince años le encargó una misión envidiable: entregarle a Lionel Messi el premio que ganó en 2019 y, en simultáneo, hacerle una entrevista. Fue la primera de las tres que Florent le realizó a Lio y, sin dudas, el mojón inicial para la acumulación de material que finalmente dio forma a la flamante El Rey Leo, la primera biografía del capitán de la Selección Argentina escrita por un galo.
Torchut no es parisino sino malvino, el curioso gentilicio para nacidos en Saint Malo, la comuna de la región de Bretaña apostada sobre el canal de la Mancha, al norte de Francia. Para colmo, Florent es hincha del Olympique de Marsella, único equipo de su país en ganar la Champions League y eterno rival del PSG. Sin embargo, la llegada de Messi al hiperfinanciado club de la Ciudad Luz agilizó el vínculo de un periodista que se jacta de conocerlo como pocos -al menos como pocos en Francia- aunque siempre aclarando que jamás invadió su intimidad. Quizás por no ser un gede es que Lionel le abrió su intimidad tanto en Barcelona como en París, ciudades en las que Florent lo reporteó durante distintas etapas de su carrera futbolística.
"Lo entrevisté tres veces: una en su casa en Castelldefels, al lado de Barcelona, para el sexto Balón de Oro, que fue en 2019; después en el predio del PSG, al mes de su llegada a París, en septiembre de 2021; y por último en su casa de París. Siempre estaba ahí con Antonella, con los chicos cerca. Un divino", describe Florent. "La primera vez fuimos con el director de la revista y un fotógrafo. Tocamos el timbre y la puerta nos la abrió él. Increíble, porque lo ves como un tipo más, muy tranquilo, incluso medio tímido. Algo completamente distinto a Maradona, a quien también entrevisté y me crucé varias veces: Diego era muy exagerado, un poco canchero, la típica imagen que tenemos de un argentino, ¿no? Bueno, Leo era todo lo contrario."
"Mi conexión con Argentina es enorme desde el Mundial '94, cuando me enamoré de Batistuta, que era mi gran ídolo. A partir de ahí siempre tuve la idea de viajar, cosa que pude hacer con mi primer sueldo en France Football, y después para estudiar Historia en la Universidad Nacional de Tucumán", cuenta Torchut. Pero la tercera fue la vencida: "En 2009 le pedí a la revista ser corresponsal en Argentina y lo aceptaron, en gran parte también ayudado por la presencia en la Liga Francesa de tipos como Gabriel Heinze y Lucho González, que fueron al Marsella, o de Lisandro López en el Lyon. Viví siete años hermosos en San Telmo, mi lugar favorito del mundo, y luego en Palermo".
En gran parte gracias al conocimiento que había sumado de Argentina cuando vivía en Francia, Florent se movía como un auténtico local en ambos barrios, que define como "pueblos dentro de la ciudad" donde podía "andar tranquilamente, salir a comer por ahí, hacer las compras y disfrutar de una vida nocturna fabulosa". Además pegó muy buena onda con Javier Pastore, después de entrevistarlo en Córdoba, y con David Trezeguet, a quien reporteó en Rosario (donde se retiró jugando en Newell's). De ambos hizo sus respectivas biografías. "Me la pasaba viajando por el país para escribir y hablar de fútbol: realmente era todo un sueño."
Su regreso a Europa le permitió establecer su primer vínculo con Messi: "Después de Argentina me vine para Barcelona, donde actualmente vivo, para seguir sus pasos. Eso me permitió llegar a él, a su familia, conocerlo". El libro salió en Francia, luego en Italia y hasta en Corea del Sur, hasta que la editorial Sudestada se encargó de publicarlo de manera exclusiva en Argentina. "El gran objetivo era que saliera en Argentina, obviamente, porque es el país de Leo y quería que la gente de su entorno, la gente de Rosario, todos los amantes de Leo de Argentina, lo puedan leer." Como agregado, El Rey Leo cuenta con prólogo de Ángel Di María.
El libro tiene una factura gráfica impresionante, con fotos a todo color, y hace un repaso pormenorizado por la vida y obra de Lionel Andrés desde su nacimiento en Las Heras, barrio al sur de Rosario, pasando por la fiebre futbolera heredada no tanto de los Messi sino de los Biancucchi, su familia materna; su formación futbolística en el club Grandoli; su pase a las inferiores de Newell's a los 6 años; los cuatro títulos en distintas categorías con la denominada Máquina del '87 (en honor al año de nacimiento); su problema de crecimiento y el inicio de su tratamiento hormonal en 1998, primero cubierto por la obra social de su papá y por la fundación de la empresa en la que trabajaba como supervisor de la fabricación de alambre de púas.
Luego, claro, su viaje transatlántico para formarse en La Masía y sus primeras explosiones en ese 2005 que lo vio debutar en la Primera del Barcelona FC y en la Selección mayor, tras ganar el Mundial Sub20 en los Países Bajos, después sus primeros Balones de Oro, las Champions, el inolvidable tridente MSN con Suárez y Neymar, los récords y su deseo de jugar toda la vida en el Barça.
Como un proceso propio de la madurez, aparece el Lío papá, con la presencia de sus hijos y su entorno familiar como un núcleo de contención y de reordenamiento de prioridades; el cambio de dieta después de sus vómitos recurrentes en los partidos; el dolor por su partida del Barcelona y la llegada al PSG -tras un primer coqueteo con David Beckham y el Inter de Miami-, donde se produce una especial conecta con Mbappé gracias al buen dominio del castellano por parte de Kylian.
Y, claro, los exorcismos en la Selección gracias a la Copa América 2021 y a Qatar 2022, "el Grial y la consagración definitiva", al decir de Florent, quien pese a todo guarda un trago amargo por la despedida de Messi de la liga francesa, de la cual se marchó con las rechiflas de los hinchas más extremistas del Paris Saint Germain.
- ¿Sentís que, a pesar de todo, Messi dejó una huella en su paso por el fútbol francés?
- El primer año fue difícil, ya que debió dejar el Barcelona sin desearlo y creo que se notó: los primeros tres meses en París los pasó en el hotel, se sentía un extranjero y no estaba cómodo. A pesar de todo, tuvo una primera temporada buena, normal. En la segunda volvimos a ver al Messi que siempre conocimos, ya conectado con sus compañeros y además con la idea de llegar bien al Mundial. El problema es que después de Qatar tuvo un bajón físico y mental, a la vez que sus compañeros no estuvieron a su altura. En ese sentido, Leo fue más víctima que culpable del flojo nivel del PSG. Para mí, los parisinos no lo supieron cuidar como tendrían que haber hecho, a diferencia de la Selección, donde lo buscan dentro y fuera de la cancha y eso hizo que hiciera maravillas. Así y todo, creo que está claro que dejó una huella: tener al mejor del mundo hace que en todas partes quieran consumir la liga, tal como pasó.
- ¿Qué te generó a vos, como francés y como fanático de Lionel, ver que era silbado por los propios hinchas del PSG?
- ¡Obviamente me dolió! Como dijo Titi Henry, no entender la dimensión de ese jugador, no cuidarlo y no hacer lo necesario para que rinda al máximo es un gran error. Los que lo silbaron hicieron que no estuviera cómodo y produjeron todo lo contrario de lo que querían, porque Leo necesita sentirse querido y cuidado para rendir al máximo. Si mirabas su lenguaje corporal y su cara, notabas que no estaba feliz del todo: las rechiflas hicieron que se encerrara, no se adaptara del todo, a pesar de su buena voluntad. Definitivamente ahí no hubo ni "un poco de amor francés" de parte de la hinchada parisina, sobre todo de la más fuerte.