También en la ópera son muchas las historias que regulan sus atractivos dosificando amor, traición, venganza y muerte. Pero Cavalleria rusticana es algo especial. Hasta se podría hablar en términos de “hechizo”, por cómo esa porción de humanidad en trance que representan Santuzza, Turiddu y Alfio todavía hoy impresiona a públicos muy variados. Por la fuerza dramática del argumento y la gracia de su música, pareciera que la obra maestra del verismo italiano está destinada a alguna forma de eternidad, a un eterno regreso. El sábado a las 20, en el Teatro Avenida (Avenida de Mayo 1222), tendrá lugar la primera de las tres funciones programadas para una nueva producción de la popular ópera de Pietro Mascagni, a cargo de Ópera Festival Buenos Aires, con repetición el jueves 10 y el sábado 12.
“La idea general es rescatar la teatralidad de la ópera, poniendo el foco en las actuaciones, concentrando la energía en el conflicto de los personajes, sus contradicciones, sus dudas y decisiones”, señala Emilio Urdapilleta, a cargo de la puesta en escena. “Si bien está pensada en el fin de la Segunda Guerra, no pretendo reflejar una época determinada, porque la articulación de los vínculos interpersonales exceden una época. Además esta es una ópera corta y contundente en las relaciones que tejen la trama, su maravillosa y simple dramaturgia no necesita de grandes escenografías. Más que mostrarla, hay que transitarla”, asegura el director de escena.
La dirección musical estará a cargo de Ramiro Soto Monllor, al frente del Coro y Orquesta del Ópera Festival Buenos Aires. Con un elenco de cantantes encabezado por Graciela de Gyldenfeldt en el papel de Santuzza y Leonardo López Linares como Alfio, en el rol de Turiddu se alternarán Fermín Prieto y Rodrigo Olmedo, como Lola estarán Mónica Nogales y Verónica Canaves y Mamma Lucia serán Verónica Cano y Laura Domínguez. Los vestuarios son creación de de Mariela Daga.
Para Gyldenfeldt, Cavalleria es una ópera perfecta “desde la primera hasta la última nota”. “Las dificultades en su ejecución tienen que ver con el realismo que expresa, que necesita la absoluta entrega por parte de todos, especialmente solistas, coro y orquesta”, asegura la soprano, lista para encarnar a Santuzza. “Mi personaje es una mujer joven llena de fe. Desde ese lugar se aferra a un amor que cree sincero, pero cuando, estando embarazada, conoce la infidelidad de Turiddu, no puede callar su angustia y su desesperación”, observa. “Mi interpretación va al encuentro de una mujer fuerte, pero a la vez frágil dentro de la sociedad que la rodea, que por amor y por vergüenza enfrenta lo que le toca vivir”, agrega la cantante.
La vigencia y el atractivo de un título como Cavalleria rusticana se podría explicar a partir de la cantidad de puestas en escena que tuvo en Buenos Aires durante esta temporada. La compañía Música en escena en el Teatro Empire, Juventus Lyrica en el mismo Avenida y Exsultate Lyrica en el Teatro Gargantúa, ya ofrecieron sus versiones antes de la de Ópera Festival Buenos Aires.
“Nos introduce en un mundo pleno de colorido musical, exuberante de vitalidad, pese a su desarrollo trágico. Además, como dice el dicho, por ser breve es dos veces buena. Entiendo que la confluencia de estas razones resultan muy atractivas tanto para el público de la ópera como para quienes se acercan por primera vez”, asegura Gyldenfeldt. “No tiene puntos débiles: la música es maravillosa y la dramaturgia es genial. Tiene todos los sentimientos a flor de piel, y eso siempre es muy atractivo”, interviene Urdapilleta.
En lo que va de la temporada, Ópera Festival Buenos Aires produjo Hänsel und Gretel, de Engelbert Humperdinck, y para después de Cavalleria rusticana anuncia una producción de Turandot, de Giacomo Puccini para el 19 y 21 de octubre. Se trata de esfuerzos inmenso para una compañía independiente, que se sostiene por sus propios medios. “Por el momento, no contamos con algún tipo de subvención estatal. Tenemos el apoyo que brinda Mecenazgo de la Ciudad de Buenos Aires y pequeños aportes privados que se reflejan más bien en colaboraciones. Estamos supeditados a la confianza y el interés del público que nos acompaña”, explica Gyldenfeldt, que además es Directora General y Artística de Ópera Festival Buenos Aires. “Somos un proyecto cultural sin fines de lucro, que con sus producciones ofrece la posibilidad a cantantes, músicos, directores, asistentes de producción y otros oficios teatrales de tener sus primeras experiencias en escena, acompañados por profesionales de destacada carrera artística”.
“Que existan producciones independientes de esta envergadura, que atraen a un público tanto local como internacional, es la evidencia de que la ciudad de Buenos Aires debería tener al menos tres teatros de ópera en funcionamiento continuo, articulados dentro de programas culturales de gobierno”, reflexiona Gyldenfeldt. “Hoy es posible realizar proyectos independientes, pero esto no alcanza para garantizar un acceso más amplio a más cultura. Una planificación del Estado facilitaría enormemente el trabajo de expansión cultural y posibilitaría el acceso a mayor cantidad y nuevos públicos. El resultado sería una sociedad más sana, más feliz y más orgullosa de sus propias posibilidades”, concluye la cantante.