¿Sobrevivieron al fenómeno Barbie? ¿Están inmunes o ya pintaron de rosa la cucha de su perro? (¡Cómo somos los seres humanos!) Cuando algo se viraliza y lo vemos hasta en la sopa (¡qué comentario más antiguo!), la respuesta también debe ser inmediata y en lo posible debe contener postura tomada.
Lo cierto es, que desde antes de su estreno mundial, Barbie, la película, ya venía moviendo el avispero --sigo tirando frases de mi abuela--. ¿Barbie intenta adaptarse a los cambios de época para no perder vigencia o solo es una estrategia de marketing? ¿Se le pueden perdonar a Barbie tantos años de mandatos y hegemonía? Esas son las preguntas que, en las redes, se hacen lxs usuarixs, generando polémicas y controversias: ¡fanáticxs contra haters lo están dando todo! No nos olvidemos de que en la era del comentario escudado por una pantalla, nos encanta opinar de todo y de todos sin ningún escrúpulo, poniendo nuestro ingenio al servicio de la apostilla más maliciosa posible. Lo importante es aportar material a la denominada grieta, porque hoy para ser un ciudadane de bien, unx tiene que estar de un lado o del otro siempre enfrentadx a alguien. Divididxs, aunque sea, por una muñeca.
Lo que a mí me pasa con esto es que, como en tantas otras situaciones, no me termino de casar con ninguna postura. Se me despiertan sensaciones encontradas y no siento ninguna necesidad de ser concluyente. De hecho, la película parece alejarse de las posiciones en blanco o negro: está hecha para ser disfrutada tanto por quien ama a Barbie como para quien la odia.
Desde mi costado más frívolo, acepto que los diferentes looks que utilizó su protagonista, Margot Robie, para promocionar la peli me sacaran una sonrisa o despertaran mi memoria emotiva, ya que varios de ellos los he copiado y usado a lo largo de mi “adolescencia extendida”. Lo digo aun siendo consciente de que el color rosa, a lo largo de los años, tuvo diferentes connotaciones, muchas de ellas negativas por asociarse a lo femenino o por estigmatizar a lxs homosexuales.
Por otro lado, entiendo que este nuevo fenómeno Barbie no sea de plena aceptación, ya que esta muñeca creada en 1959 a lo largo de su historia generó muchos cuestionamientos: para algunxs era una muñeca sexualizada, con estándares de belleza inalcanzables súper hegemónicos e irreales. ¿Qué nos podía proponer de interesante una película de una muñeca con estas características? Estamos de acuerdo en que la muñeca Barbie se quedó muy atrasada en materia de diversidad y representación. Pero hay muchas personas, incluida su creadora, que le atribuyen el poder de ser un lienzo en blanco, al mismo tiempo que ofrece un abanico de posibilidades. Barbie se vestía de múltiples maneras para encarnar a muchos personajes diferentes, lo cual trasmitió el mensaje de que las mujeres tenían muchas opciones.
Lo interesante de la película es lo que ocurre cuando esa situación del universo del juego es llevada al plano de la realidad. Al inicio, nos muestra un mundo de fantasía donde la mujer gobierna en todas las áreas y en el que es la protagonista absoluta. En ese orden puede crecer y desarrollarse. Cuando la muñeca pisa el mundo real, se nos revela cuán ilusorio era ese universo. Es en ese momento en que vemos el gesto de la película: sobre las paredes de ese universo rosa nos graffitea mensajes feministas y relativos de cómo opera el patriarcado para generar una profunda desigualdad.
Sobre esta ruptura del ideal, Robie explicó que si bien el slogan «Tú puedes ser lo que quieras ser» representó una revolución ideológica, el mensaje podía resultar abrumador. En todo caso, ella decidió rescatar uno mucho más poderoso: ser (y mostrarse) como unx «es» ya supone suficiente. Me resultó muy honesta en su postura: en principio, no todo el mundo puede ser “lo que quiera”, lamentablemente. Incluso la idea de creer que las posibilidades sean infinitas también me resulta falsa. En cambio, aceptarse y reconocer que plantarse en el mundo como unx es, sí me resulta un logro.
La propia directora, Greta Gerwig, contó que la historia quiso plantear una metáfora sobre el cambio abrupto que enfrentan las niñas cuando llegan a la adolescencia y se chocan con presiones sociales a las que poco a poco se ven obligadas a ceder. Sabemos que la pandemia hizo estragos a nivel mundial, aún no hay cifras ciertas de los daños colaterales en niñxs, adolescentes y adultxs mayores. Pero un acontecimiento tan extraordinario como ese nos hizo replantear muchas cosas, entre las cuales hubo una revisión de la infancia y adolescencia, épocas donde muchxs éramos felices, libres y la vida nos sonreía. En esa dirección tengo la sensación de que fue concebida esta película: como una invitación a consumir ciertos productos culturales que estéticamente nos pueden inspirar, como toda la cultura pop de los 90/2000, pero para verlos con ojos críticos.
Merece párrafo aparte la mención sobre todas las escenas de comicidad que muestran cómo el personaje de Ken constantemente busca la aprobación de Barbie y su atención, un guiño quizá a situaciones de la vida real en que mujeres sumergidas en un mundo patriarcal requieren la aprobación masculina. Son gestos cinematográficos que encajan perfectamente en una visión atravesada por el cambio cultural y el fuerte movimiento del feminismo.
¡Celebro esa manera de llegar con inteligencia! ¡Vivan las películas con «humor rosa»!