“¡Vamos ese pulso, Opera!”, arengó Juanchi Baleirón, vocalista y guitarrista de los Pericos, mientras cantaba “Me late”. En la noche del sábado, uno de las bandas insignia del reggae argentino regresó al Teatro Opera, donde no actuaba desde 2018 y en el que dos décadas antes presentó su disco Mystic Love. Esta vuelta a calle Corrientes coincidió además con los 20 años de esos dos shows épicos en el Teatro Gran Rex. Si bien ya probó varias veces las mieles del éxito, de la misma forma que saboreó la caña con ruda en otras ocasiones, el grupo disfruta en este momento de un estado de gracia. por cortesía de su álbum ¡Viva Pericos!, lanzado en 2022. El título del disco en sí era una suerte de manifiesto reivindicativo de la esencialidad de la banda en la música argentina y latinoamericana. Y a pesar de que revisita la fórmula de la apropiación de los hits ajenos, el experimento les salió mejor de lo que se esperaba.
El sexteto aprovechó ese envión para reencontrarse con el epicentro geográfico de la masividad dentro de la escena local, lo que fue premiado por sus fans con una función agotada casi instantáneamente. Entonces la banda fue a por más, y anunció otro recital para el próximo 20 de octubre. Esta vez en Niceto Club, lo que significará un desembarco inédito en la sala de Palermo. También será su reencuentro con ese tipo de aforos, tras haberse dedicado durante un tiempo a la dosificación de recitales y a la elección de los festivales de música como vitrinas. Sin embargo, no hay que olvidar que ¡Viva Pericos! tuvo su primera presentación formal en Teatro Vorterix, en noviembre de 2022. Si bien la vuelta a Teatro Opera se vislumbraba como una nueva presentación formal del álbum, respaldada por el premio Gardel que obtuvo este año en la categoría “Mejor álbum de reggae/ska”, el grupo hilvanó un espectáculo de dos horas que puso el foco en su historia.
Y para muestra de este ida y vuelta con su obra, los Pericos arrancaron con un pie en el pasado. Un pasado revitalizado, eso sí. Al salir a escena, con el teatro a oscuras, los integrantes de la banda se ubicaron sobre sus sombras blancas reflejadas en la pantalla. Cuando estas comenzaron moverse de un lado para otro, los músicos, como si trataran de despegarse de ellas, saltaron al borde del escenario con la música electrónica de beat quebradizo a manera de banda de sonido. Entonces el caos fue tomando forma, y la pista de baile decantó en el funk discotequero “Boulevard”. De ahí pasaron al rocksteady “One Way” y se mantuvieron en esa cadencia para hacer su clásico “Waitin’”. Con un Baleirón en plan de domador de masas (o de encantador de serpientes), cerraron ese arrebato inicial. En su saludo a la audiencia, el frontman confesó: “Está muy bueno volver al Opera, tenemos mucha expectativa con este cierre de gira” (seguirán por otras ciudades de la Argentina, México y Estados Unidos).
Ahí invocaron su presente, el de ¡Viva Pericos!, a través de dos temazos de artistas argentinos: “Tu cárcel”, de Los Enanitos Verdes, y “Trátame suavemente”, más próxima a la sensibilidad del cover de Soda Stereo que a la original de Los Encargados. Y tuvo un corolario que evocó a “Lanterna dos afogados”, de Paralamas. Si bien la terna de caños salía y entraba en acción constantemente, en este caso dejó sola a la banda para que hiciera el reggae taciturno “Anónimos”, con su voz invitada, la mexicana Carla Morrison, desde la pantalla. Antes había sido el turno para “Complicado y aturdido”, clásico que despegó al público de sus asientos. Si “Satélite de vos” tuvo una intro que recordó a “Where is My Mind?”, de los indie estadounidenses Pixies, “Bésame” tuvo un dejo (en síncopa y oscuridad) a “Protection”, de los triphoperos ingleses Massive Attack.
Ese tema formó parte del tramo fogonero del recital. Antes de llegar a esa instancia, el grupo desenfundó una artillería de hits. El bombardeo arrancó con “Big Yuyo”, siguió con “Hacé lo que quieras” y remontó con “Párate y mira”, que encontró a Baleirón demostrando su dominio del toasting (algo parecido al flow rapero de los jamaiquinos). En “La distancia”, otra de las perlitas de ¡Viva Pericos!, el cantante y guitarrista elogió el tema de Roberto Carlos, y el público lo secundó cantándola entera. El frontman se sacó la viola en “Todos lo hacen”, y le dejó el protagonismo a sus compañeros, quienes levantaron una ola funk que sacudió al teatro y tuvo como devolución un “Olé, olé, Pericos”. A continuación, vino “Su galán”, donde reincidieron en la estética blanco y negro del comienzo, al proyectar imágenes aleatorias registrando la perfomance en tiempo real, lo que decantó en que los músicos se desprendieran de sus instrumentos para delirar al compás de la electrónica.
Justo ese momento dio pie para que los hijos de los músicos tomaran los instrumentos, y ocuparan el lugar de sus padres. Luego de presentarlos uno a uno, Baleiron advirtió: “Sabía que un día esto se iba a dar. Gracias por ser testigos”. Tras tocar “Bésame”, imagen tribal y nocturna en la que teclado y percusión sirvieron de guías. Invitaron a la armoniquista Natu Seara en “La carretera”, y, al igual que Carla Morrison, Emiliano Brancciari, mandamás de No Te Va Gustar, cantó su parte de “La edad del cielo” desde la pantalla. A “Sin cadenas” le siguió una de las canciones seminales del grupo, “Jamaica Reggae”, incluida en su disco debut, El ritual de la banana. A propósito de estos dos temas, el cantante de los Pericos dijo: “Nos dimos el gusto de tocar clásicos que no tocábamos hace bastante”. Sin embargo, aún faltaban más himnos: “Eso es real”, “Runaway” y “Eu vi chegar”, tema “cantado en tres idiomas”, como introdujo Baleirón.
La banda llamó a escena a Marto Gutman, tecladista fundador del grupo, para interpretar la canción con la que comenzó esta historia que hoy cumple 36 años: “El ritual de la banana”. Con el Teatro Opera convertido en una caldera de emociones, los Pericos le agradecieron a Pichón Baldinú y a su equipo por envalentonarlos y ayudarlos con la puesta en escena del recital. Y llegó la despedida con “Home Sweet Home”. Si bien amagaron con abandonar sus puestos, sus integrantes decidieron quedarse para dejar el resto. Presentaron algo de la cosecha que se viene: “Este es un temita nuevo, pim pam pum”, alcanzó a decir Juanchi Baleirón. Aunque no soltó el nombre, el tema sorprendió por su coqueteo con los Rolling Stones. Y eso dio pie para un cierre más rockero que jamaiquino: siguieron con una recreación punk de “Pupilas lejanas”, sucedido por el funk rockero de vieja escuela “Casi nunca lo ves”. Y sí, una alegría así pocas veces se ve. Casi nunca.