De tapas blandas, con predominio del blanco, suelen encontrarse aún hoy, en librería de usados (o de viejo a la usanza española) los libros de Jaime Rest editados por Centro Editor de América Latina. Necesarios, diría imprescindibles, resultan dos para la cartera de la dama-profesora de literatura- o la axila del caballero-ídem-, a saber: Conceptos de Literatura Moderna y Novela, cuento, teatro: apogeo y crisis, de análisis claro y concreto sobre el hecho literario. Pero aún más extenuante fue para él, o así los presumo, lidiar en el ejercicio de sus funciones profesorales, con un Jorge Luis Borges recargado.

Y es así. Nuestro vate criollo venía “pisteando como un campeón”. De “Inspector de aves, conejos y huevos”, cargo conferido por el peronismo, pasó, golpe de la fusiladora mediante, a la titularidad de la cátedra de Literatura Inglesa en la Universidad de Buenos Aires. Sin contar con título que acreditase su ejercicio, asume con la convicción de merecer ese sitial; no obstante ello, era poco afecto al guión áulico, mucho menos a la secuencia didáctica o cualquier tipo de forma institucional que encorsetase su conferencismo o diletantismo. De esos menesteres se encargaba su adjunto, precisamente Rest.

Aníbal Ford, alumno de Borges y Rest en el año de 1957, escribió que ambos personajes formaban “un dúo muy extraño que parecía salido de alguna novela inglesa del XIX”. Para Ford, Rest era “bajito y feo”, un personaje que solía usar siempre un enorme sombrero y un largo sobretodo. “De los dos, él era el verdadero profesor”, entendía Ford, y en su momento contó que mientras Borges se perdía en su admiración casi infantil por los héroes de caballería como Beowulf o por sus antecesores patricios, Rest hacía cuidadosas lecturas de Las olas de Virginia Woolf (su tesis de grado) o The Waste Land de T. S. Eliot, lecturas donde fluían todos sus conocimientos sobre las culturas de Occidente.

Su labor docente continuó en el nivel medio y superior de la educación, hasta que fue cesado de su cargo por disposición de la Junta Militar, por “conducta sospechosa en sus actividades extra-académicas”. También trabajó en la industria cultural. Junto a nuestro Adolfo Prieto participó de los dos proyectos editoriales encarados por José Boris Spivacow: Eudeba y CEAL. Dirigió colecciones como la Biblioteca de Cuento y Novela, dedicada a la literatura europea y norteamericana, para Ediciones Librería Fausto.

 

El 8 de noviembre de 1979, Jaime Rest muere en un gabinete de investigación de la Universidad de Belgrano mientras escribía una colaboración para la revista Vigencia. Murió de repente, rodeado de libros, y en su escritorio debajo de su brazo inerte, una grilla de programa y planificación escolar.