Desde Resistencia
La ciudad de Resistencia hace honor a su nombre por estos días en que el 22° Foro Internacional por el Fomento del Libro y la Lectura plantea un eje conceptual potente: “Leer es resistir”. Que leer es una de las múltiples formas de resistencia que se vuelve imperioso reforzar en estos tiempos, es algo que queda sorprendentemente puesto en escena en este evento multitudinario organizado por la Fundación Mempo Giardinelli, que convoca a destacados especialistas de Latinoamérica y a miles de asistentes –en su mayoría, docentes—, muchos de los cuales llegan especialmente desde puntos muy distantes. Invitados a un evento que guía ese lema, algunos entre el público manifestaron su incomodidad con mucho de lo que aquí se habló, blandiendo una acusación particular: “están hablando de política”; “están bajando línea ideológica”; “¿no era que veníamos a hablar de libros?”. Como evidencia ya el mismo planteo, ambas cuestiones comparten la misma naturaleza, y en todo encuentro que gire alrededor de estos temas se está hablando, finalmente, de política. Sin embargo nunca como ahora se había puesto de manifiesto cierto clima de época según el cual la dimensión política, además de connotar todo lo negativo, debe permanecer apartada.
“El foro” –como lo nombran, a secas y cariñosamente, los habitantes de Resistencia– tiene un lugar ganado por su historia (lleva 22 años haciéndose ininterrumpidamente) y por el trabajo en red que muestra en su organización, que pone en juego decenas de escuelas e instituciones y de voluntarios, multiplicándolo por toda la ciudad, y también por otras localidades chaqueñas. Conmueve comprobar el entusiasmo de maestros, bibliotecarios, estudiantes de magisterio y alumnos (este año participan unos cinco mil en total, de todas las edades, desde jardín hasta universitarios) recorriendo los talleres, diálogos abiertos y demás instancias propuestas, en su mayoría muy prácticas, bien pensadas para la formación. El “plato fuerte” de cada jornada es el programa plenario, organizado en distintas mesas de expositores, que se hacen en el Centro de Convenciones y que en su inauguración del miércoles pasado convocó a 3500 personas. El jueves, esas mesas siguieron primero alrededor del género negro y su (im)posible delimitación -Negro y criminal, resistencia del género más leído del mundo–, con las escritoras María Inés Krimer y Fernanda García Lao y Fernando López, organizador del encuentro Córdoba mata. Y luego, ya de cabeza en el tema “Leer y pensar las resistencias”, con los escritores y periodistas Sandra Russo, Guillermo Saccomanno y Eric Nepomuceno, y el politólogo y director de la Escuela Media 1 de Buenos Aires Fernando Basso.
Nepomuceno trajo una cita al antropólogo brasileño Darcy Ribeiro, a quien presentó como “maestro y amigo, intelectual íntegro y soberano”: “En nuestra América, seremos resignados e indignados. Y yo no voy a resignarme jamás”. “Yo tampoco. Vengo de una generación que soñó altos vuelos y ha sido derrotada. Nos quitaron todo, o casi todo. Sueños, esperanzas, vidas, muchas vidas. Pero no lograron quitar nuestra memoria y nuestra capacidad de renovar esperanzas. Y estas -la memoria, la esperanza-son nuestras armas. Y escribir es mi manera de resistir. Escribir y leer, desde luego”, definió el escritor brasileño. “¿Y por qué leer es una forma de resistir? Porque leer es aprender. Es tomar conciencia no solo de lo que no sabemos o sabemos a medias. Es tomar conciencia de lo que no quieren que sepamos. Los que pretenden imponernos regímenes de exclusión, los que quieren volver a callar a los ninguneados, los que nunca tuvieron voz, los que defienden los privilegios de los privilegiados de siempre, bueno, ellos odian las artes, la cultura, la palabra escrita para ser leída”, ubicó.
Sandra Russo enfocó la idea de “leer y pensar las resistencias” desde lo femenino, retomando algunos conceptos de su reciente libro Lo femenino. Aproximaciones a las mujeres como enigma. Subrayando el neutro del título, recordó que la RAE se niega desde hace años a tomar el planteo de colectivos feministas “porque en nuestra lengua, el adjetivo masculino incluye al femenino, como si fuéramos costillas semánticas de los varones”, definió. “La RAE no está entendiendo que a esta altura de la necesidad vital e histórica de ser visibles y de tener voz propia, las mujeres exigimos ser nombradas por nuestro propio género”, explicó, y avanzó con otros ejemplos: “El lenguaje ha sedimentado durante siglos ideas hegemónicas que quizá no lo serían si no hubiesen acumulado el enorme poder de estar agazapadas en la lengua. Dar la derecha es ofrecer confianza; ir por izquierda es hacer trampa. Lo blanco connota pureza; lo negro, suciedad. Lo femenino y lo masculino también están cargados de significados inconscientes, porque a lo largo de una larguísima historia se han adherido y traficado hacia nuestro inconsciente a través del lenguaje”.
En un auditorio lleno de maestros, la intervención de Fernando Basso desmenuzó los cambios que el gobierno de la ciudad de Buenos Aires está pronto a implementar en las escuelas porteñas con propuestas como “Plan Maestr@”, “Secundaria del futuro”, “Elegí enseñar”, “Oenegeísmo” (“tenemos algunos actores a los cuales les interesa el país y desinteresadamente ya están interactuando con los estudiantes en las escuelas”, se permitió bromear ante una lista de fundaciones ligadas a empresas y corporaciones), o la muy a tono “Emprendizaje”: “El arte de emprender aprendiendo”. Advirtiendo que se trata de un primer ensayo que puede extenderse a todo el país, y en base a documentos que el Ministerio de Educación está enviando a las escuelas, detalló el modo en que se reestructurará la escuela secundaria, las evaluaciones y hasta quiénes estén al frente de las clases. Así, el programa “Elegí enseñar” invita a alumnos de secundarios a hacer “prácticas educativas y laborales” en escuelas, con una formación virtual de dos meses y medio y una “asignación estímulo” de 4.000 pesos.
Muchas de las preguntas que el público enviaba mediante papelitos, fueron desmenuzando otros temas. A partir de el “qué dar a leer”, por ejemplo, Guillermo Saccomanno recordó su participación en el Plan Nacional de Lectura, ahora desmantelado. “Con todo lo maravilloso que tuvo, ese plan a veces patinó. Y patinó por los docentes, porque los docentes no siempre leen, ni les interesa leer. Y mal puede ‘dar a leer’ alguien que no lee. También tiene que haber de parte de los docentes un esfuerzo en ese sentido, porque han elegido esa trinchera, como yo la escritura. Ser docente es una elección de compromiso muy fuerte, de gran responsabilidad, que no pasa sólo por las luchas gremiales, a las que por supuesto apoyo”, destacó, despertando un aplauso.
Siguió entonces otra pregunta, retórica: “¿Fomento del libro y la lectura o bajada de ideología política?”. Otro aplauso se escuchó. “La lectura es un hecho ideológico”, explicó Saccomano. Más aplausos, de otro sector. “Toda ideología es política, tu pregunta revela tu ideología culinaria”, remató Nepomuceno. Las trincheras quedaron planteadas, de manera inédita y reveladora respecto al modo en que se construyen las subjetividades y el sentido común. Si alguna conclusión alentadora dejó el combate, es que libros y lecturas siguen despertando pasiones.