Investigadores de la Universidad Nacional del Chaco Austral (UNCAus) generan bioetanol a partir de un maíz con características genéticas mejoradas que se cultiva en Chaco y Corrientes. Se trata de una sustancia orgánica que se transforma en alcohol y puede utilizarse como combustible. Aunque existen diversas fuentes como la caña de azúcar y el sorgo para hacer el producto, este cereal, que es una materia prima renovable y no contaminante, ocupa una superficie muy grande en la región y asegura la materia prima para su elaboración.
Para eso, los científicos evalúan los efectos que generan el suelo y el ambiente sobre el grano de maíz y determinan su calidad a través del análisis de su composición química y el rendimiento del bioetanol generado por el mismo. “Realizamos estudios de los factores ambientales y edafológicos (ciencia que estudia la composición y naturaleza del suelo) de la región y evaluamos las características del grano para elaborar etanol. Esto permite determinar la potencialidad de este recurso para generar energía renovable”, sostiene Claudia Díaz Yanevich, directora del proyecto.
Los híbridos de maíz, como se denomina a la cruza de dos especies con cualidades deseables, poseen características genéticas mejoradas para incrementar la productividad, resistir a las condiciones climáticas adversas y a las enfermedades que sufren los cultivos en su desarrollo.
“Los materiales utilizados para el desarrollo del trabajo fueron modificados genéticamente con el objetivo de incrementar el contenido de almidón en el grano, único componente que se transforma en alcohol”, destaca Díaz Yanevich.
Combustible ecológico
El bioetanol es una sustancia orgánica que se obtiene mediante la fermentación de sustratos de origen vegetal. Existen distintas fuentes tales como la caña de azúcar, la remolacha azucarera, el maíz, el sorgo, el trigo y la cebada. Este producto, que se convierte en un alcohol etílico de alta pureza y anticorrosivo, se puede utilizar como combustible si se lo mezcla con nafta en diferentes proporciones.
“Las aplicaciones que tiene el bioetanol están enfocadas esencialmente como fuente energética para llevar a cabo el corte en combustibles, pero además presenta una alta potencialidad como producto exportable y en el mercado interno como alcohol comercial”, señala la investigadora.
De esta manera, este alcohol que se utiliza mayormente como combustible reduce las emisiones de dióxido de carbono, no genera residuos e impulsa la economía local al darle valor agregado a las materias primas. A nivel mundial, los líderes de producción y consumo son Brasil y Estados Unidos con el 80 por ciento de total. Incluso, la mayoría del bioetanol estadounidense utiliza al maíz como fuente primaria.
Según un informe del ministerio de Economía, en Argentina se produjeron 375 mil toneladas de caña de azúcar y 422 mil toneladas de cereales destinadas a la generación de bioetanol en 2021. Sin embargo, de las 23 plantas que funcionan en el país, más del 60 por ciento lo realiza con caña.
El cambio de paradigma y la necesidad de reemplazar –o al menos complementar– los combustibles fósiles empujan al alza las opciones más amigables con el ambiente. De hecho, 2022 fue el año con mayor producción de bioetanol de maíz en la historia nacional con un 32 por ciento más respecto a 2021. En este sentido, casi el total de la elaboración se destina al mercado interno.