“Le pedimos a San Cayetano un trabajo digno y bien remunerado; le pedimos paz para nuestro pueblo atravesado por la violencia de la inseguridad social y económica; la inseguridad de no tener un futuro alentador, ni esperanzas para los hijos y nietos; le pedimos políticas públicas que reconozcan el esfuerzo y la actividad de tantos hermanos que se desloman todos los días”, afirmó el nuevo arzobispo de Buenos Aires, Jorge García Cuerva, al celebrar misa en el santuario de San Cayetano en el día en que se conmemora la fiesta del santo patrono del pan y del trabajo.

Los dichos del arzobispo de Buenos Aires estuvieron en consonancia con las apreciaciones sobre el mismo tema hechas durante el fin de semana por el presidente del Episcopado y obispo de San Isidro, Oscar Ojea, quien había señalado que “cuando pedimos trabajo pedimos dignidad” .

Antes de la ceremonia y acompañado por el obispo Gustavo Carrara, vicario general de la arquidiócesis y responsable de la pastoral de villas de emergencia de la capital, García Cuerva  bendijo a los trabajadores de la economía social y las herramientas de quienes,  liderados por la UTEP (Unión de los Trabajadores de la Economía Popular), se habían congregado a metros del ingreso al templo de Liniers. "Dios está diciendo 'bien ahí´, que está contento por lo que estás haciendo, que no aflojes, seguí construyendo la patria con el emprendimiento, el esfuerzo, el trabajo que están haciendo junto a sus compañeros" señaló el obispo mientras extendía su bendición. Por su parte Carrara le dijo a los dirigentes sociales que "el trabajo que ustedes hacen nos enorgullece, nos edifica, porque no se resignan, tienen esperanzas, luchan y con ello nos enseñan mucho y comprometen también".

Luego, ante la feligresía reunida en el santuario capitalino  y mientras los peregrinos seguían ingresando para acercarse a la imagen del santo patrono, García Cuerva dijo que le pedimos pan a San Cayetano “porque, aunque muchos tienen trabajo, no alcanza”. Y refirió que “los alimentos, como todo, aumentan, y como decía mi abuelo ‘no hay bolsillo que alcance´”. Sobre el mismo tema el obispo agregó que “le pedimos a San Cayetano, mejor pan, porque tampoco nos podemos resignar a que nuestros chicos y familias más pobres vivan a polenta, fideos y arroz”.

Antes García Cuerva había recordado que si bien el desempleo en el primer trimestre del año ha sido del 6,9% y “puede ser más bajo que en otros períodos de la historia argentina”, de todos modos “no nos queremos conformar; soñamos con más y mejor trabajo para todos y todas, porque no existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo a su pueblo”. Para reforzar su argumento el arzobispo aludió a conceptos similares vertidos por el papa Francisco en su encíclica Fratelli Tutti.

Hubo además un ruego por la salud física que “necesitamos para salir cada día a enfrentar la vida en la fábrica, en la oficina, en la calle, en la escuela o en el hogar”, pero también por la “salud del corazón, la salud emocional, la salud del alma”, porque esa salud “se recupera y cuida con ternura, con afecto, con vínculos sanos que tanto necesitamos y aprendimos a valorar en la pandemia, cuando ni siquiera nos podíamos abrazar” sostuvo el arzobispo porteño.

Y dirigiéndose directamente al santo y en relación al texto bíblico leído en la celebración litúrgica García Cuerva dijo “hoy San Cayetano estamos pedigüeños”. Porque, argumentó, “hoy como cada 7 de agosto te pedimos trabajo, pero vamos más allá: te pedimos mejor trabajo, te pedimos mejor pan, te pedimos más salud, te pedimos paz para nuestro pueblo; y lo hacemos con mucha fe, a pesar de la exclusión, de la inflación, del desencanto y de los sueños rotos”.

En la semana previa a las elecciones PASO, García Cuerva dijo que, en definitiva, se pide “que se hagan realidad en nuestra Argentina que tanto nos duele, las palabras del querido papa Francisco: `En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva, para vivir como pueblo´”.

El arzobispo cerró su homilía recitando los versos de la canción a San Cayetano de Peteco Carbajal y Teresa Parodi.

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