Desde Santa Fe
“Hedda Gabler es enigmática. Hay quienes ven en ella una histérica; otros, una mera mundana; otros, una pequeña ave de presa. Y diría que es enigmática precisamente porque es real, como lo es cada uno para los otros y para sí mismo, como Henrik Ibsen lo fue para Henrik Ibsen”. En la vida real no suele haber personajes delineados a la perfección ni caricaturas; la realidad presenta enigmas y esa cita de Borges sobre la pieza del dramaturgo noruego ilustra muy bien lo que Edgardo Dib, director y adaptador santafesino de larga trayectoria, hizo con su versión libre de Hedda Gabler estrenada el sábado pasado en la sala Marechal del Teatro Municipal 1° de Mayo, en el marco del programa TNC Produce en el País, una coproducción del Teatro Nacional Cervantes junto a la Municipalidad de Santa Fe. Se presenta los sábados a las 21 y domingos a las 19.
La versión de Dib es la cuarta producción del TNC Produce en el País 2023. Dora Milea, coordinadora del programa, asegura que “por ser el único teatro nacional, el Cervantes tiene la obligación de hacer un teatro federal”. Con respecto a los desafíos, dice que son muchos y dependen del programa implementado. “En este momento producimos integralmente obras seleccionadas por convocatoria en cada localidad, pero también hubo otros programas federales como ‘Cervantes por los caminos’, que recorría el país con un formato circense, por lo tanto, se hacía en calles o plazas y llegaba a lugares donde la gente no había visto nunca en su vida una obra de teatro”.
Otra modalidad apuntaba a que las producciones del TNC estrenadas en Buenos Aires salieran de gira. “Hay muchos desafíos pero lo cierto es que siempre se necesita de una contraparte –señala Milea–. Los artistas van a estar siempre, pero necesitamos la parte coproductora para poder concretar los proyectos: que el teatro provincial o municipal albergue a los elencos, y trabaje en sinergia con nosotros. La producción es íntegramente del TNC pero necesitamos el espacio, la técnica del lugar. Encontrar esa contraparte es el principal desafío y a veces es lo que más nos cuesta”.
Hedda Gabler es uno de los grandes enigmas de la historia teatral, un personaje siempre al borde por el desconocimiento que la rodea. Con gran destreza, Dib evita los reduccionismos y no intenta encorsetar su carácter sino que abre sentidos. Como en un calidoscopio, las imágenes que los demás tienen de ella y que Hedda tiene de sí misma se multiplican. En diálogo con Página/12, el director comenta que mantuvo el contexto (Oslo, siglo XIX), pero tomó como disparador un fenómeno contemporáneo: el tormento que trae el juicio de los otros. “Esto aparece en todas las épocas: la mirada del otro. Si lo sabremos los artistas... Ese fue mi disparador interno. Aunque no es explícito, me sirvió para pensar ese lugar anónimo desde el cual una persona es criticada o juzgada”.
Esos otros siempre están ahí, acechando: emergen en el pequeño coro que aparece de manera recurrente lanzando sus murmullos cavernosos como dardos desde los laterales, pero también en el público que rodea el cuadrilátero donde se ubica la protagonista. Los espectadores no sólo asisten al desarrollo de las acciones en casa de los Tesman sino que forman parte de la intimidad de esa familia burguesa. Estar ahí supone ser testigo cercano. El trabajo espacial para generar esa proximidad es notable. La arquitectura de la sala, el puntilloso diseño de luces y la escenografía contribuyen a mantener abierto el enigma. ¿Quién es Hedda Gabler? ¿Qué le pasa? ¿Por qué sufre? ¿Por qué se aburre trágicamente? ¿Cómo la ven los otros? ¿Cómo se ve a sí misma? El público sólo accede a fragmentos de Hedda (Carolina Cano), Tesman (Sergio Abbate), tía Julia (Luchi Gaido), el juez Brack (Raúl Kreig), la señora Elvsted (Luciana Brunetti) y Elyort Loevborg (Ruben Von Der Thüsen); un ángulo, una perspectiva que nunca es la totalidad y depende siempre de la ubicación.
Dib celebra la sensibilidad del noruego a la hora de abordar la psiquis humana y subraya su decisión de titular esta obra con el nombre de soltera de la protagonista: “A diferencia de Nora, Hedda intenta mantener el sistema que le legó su padre y que le da cierta seguridad”. El trabajo de Cano es excelente porque no cae en excesos ni desbordes y logra situarse en esa indefinición permanente, en ese íntimo extrañamiento. Hedda aparece oculta entre cortinados traslúcidos y ese juego de ver/no ver es lo que mantiene vivo el enigma. Nunca se sabe del todo quién está en ese cuadrilátero que ocupa el centro de la escena, y que por su estructura también podría ser la glorieta de un jardín burgués o un cadalso. Hay una fuente de agua, un caballito de madera y –claro– están las armas del general Gabler. Los personajes se mueven en un mecanismo aceitado y cada tanto repiten: “Eso no se hace”.
El tabú y la moral son los grandes temas que emergen en estos pequeños cuerpos sociales que configuran las familias acomodadas de fines del siglo XIX. Dib supo traer esos problemas a la actualidad sin sacarlos de su contexto, con pequeños guiños a la identidad santafesina y detalles significativos como los que aparecen en el vestuario. Muchos teóricos aseguran que no hay un Ibsen sino varios: el del romanticismo en sus primeras obras, el que dio un giro hacia el realismo social con piezas como Brandt o Peer Gynt, y la fase de perfeccionamiento del drama moderno con obras canónicas como Una casa de muñecas o El pato salvaje. Hedda Gabler pertenece al realismo de introspección psicológica que amplía el drama moderno de la mano del simbolismo.
En esa fase el lenguaje del arte ya no se somete a la lógica de lo real y se apuesta al “teatro jeroglífico”: el símbolo en su religación con lo sagrado. Esta versión trabaja esa complejidad desde el presente sin hacer cambios innecesarios en la estructura original. El texto conserva su potencia y los movimientos de los cuerpos en escena enriquecen la dramaturgia, aportan dinamismo a la quietud que suele promover el drama moderno. “Uno está muy acostumbrado al melodrama incluso en formato televisivo, esto de meterse en la intimidad, pero hubo unos señores que decidieron hacerlo por primera vez y nos sigue emocionando –confiesa Dib–. Cuando doy clases, les digo a mis alumnos "esto antes no existía'. Ibsen, Strindberg y Chejov hablan de lo que pasa adentro de una casa burguesa con todas las miserias, las tristezas, los desamores, la absurdidad”.
No es la primera vez que Dib participa de los programas federales del TNC. Antes dirigió elencos de Córdoba (¡BarrancAbajo!), Chaco (La gringa loca) y Corrientes (Los árboles mueren de pie ). Con respecto a la producción teatral santafesina, asegura que hay una gran solidez en los espectáculos: “Esto no lo digo yo; lo dicen quienes son veedores, la crítica. Acá hay una solidez actoral que se ve en pocos lugares y también un lenguaje propio, pueden ir y venir por distintos géneros: grotesco, comedia, naturalismo, absurdo. Hay mucha producción y mucho público también”.
* Hedda Gabler se presenta los sábados a las 21 y los domingos a las 19 en la sala Marechal del Teatro Municipal 1º de Mayo (San Martín 2020). Localidades a $500.
Itinerario federal y convocatoria 2024
El recorrido seguirá con Los establos de su majestad (Las Heras, Mendoza) en septiembre, Los lugares cambian (San Salvador de Jujuy) en octubre y terminará con Deus ex Machina (Mar Azul) en noviembre. Además, acaba de lanzarse la convocatoria 2024, abierta a directorxs residentes en Argentina (excepto CABA y GBA). “La diferencia de este año es que para cada una de las 5 regiones habrá 7 textos seleccionados por el subdirector del TNC, el señor Jorge Dubatti, y los directores deberán elegir uno para poner en escena. La idea es que haya clásicos, clásicos contemporáneos, infantiles –informa Milea–. Otra modificación que tomamos de federales de otros años es que el elenco se armará en la localidad elegida a través de un casting”.