Julia Strada ocupa el décimo cuarto lugar en la lista de candidatos a diputados nacionales por la provincia de Buenos Aires. Es rosarina de nacimiento pero bonaerense adoptiva desde que vino, siendo muy joven, a estudiar Economía en la UBA. Luego cursó la Maestría de Economía Política de Flacso Argentina, donde entró en contacto con Eduardo Basualdo, autor del célebre libro “Sistema político y modelo de acumulación en la Argentina”.
Integra el Centro de Economía Política Argentina (CEPA), que hace más de una década fundó Hernán Letcher “con el objetivo de intervenir en los debates económicos complejos, elaborando informes, estudios y trabajos académicos con un alto nivel de rigurosidad técnica y un lenguaje accesible al público en general, permitiendo así una democratización de la comprensión de las disputas político-sociales que emergen con relación a pujas económicas”.
Julia es hija de Aldo Strada, histórico dirigente de la seccional Villa Constitución de la UOM, y reconoce a Máximo Kirchner como su jefe político. Integra actualmente el directorio del Banco Nación y reconoce en la banca pública una de las grandes herramientas de transformación. “En cada distrito que visito", cuenta, “el empleador más importante del pueblo, sea una fábrica, un frigorífico, lo que sea, tuvo un crédito del Nación, que le permitió crecer, ampliarse, tomar más trabajadores, y por lo general la gente no lo sabe".
—¿Qué significa hoy la presencia del Fondo en nuestra economía?
—El Fondo Monetario controla el uso de los recursos provenientes de la recaudación, pretende decirnos qué podemos hacer y qué no. Se opone a que atendamos las necesidades de la gente, como por ejemplo en el caso de la moratoria previsional. Se opuso a la construcción del gasoducto. Esto último es llamativo porque el gasoducto permite aumentar exportaciones y generar divisas para pagarle al Fondo y se supone que su objetivo es ese, garantizarse la recuperación de lo que prestó. Sin embargo, si hacemos un análisis más completo, su negocio no es cobrar sino tenernos adentro, bajo control. El Fondo estuvo fuera de Argentina muchos años y pudo volver gracias a Macri. Para ellos eso fue un triunfo político. Algo así como “si volvimos a Argentina, tan malos no debemos ser”. Ahora entraron en Ucrania. El negocio del Fondo es condicionar a los países deudores. La historia de nuestra región, de América Latina, es la historia de las trabas que nos ponen para impedir que nos desarrollemos, ¿por qué iba a ser distinto esta vez?
—¿Qué te pasa cuando escuchás a otros candidatos, Bullrich en este caso, hablar de blindaje?
—Primero habló de “blindaje” y después de “blindar”, porque según ella la habían malinterpretado. ¿Cuál sería la diferencia entre el sustantivo y el verbo? La verdad es que no tienen nuevas ideas. Insisten con reforma laboral, reforma previsional, déficit cero, salida del cepo. No hay nada nuevo bajo el sol. La derecha y el FMI tienen un objetivo coincidente, que es impedir el desarrollo argentino y disciplinar a los trabajadores. Recordemos que el FMI no vino solo, lo trajo Macri.
—”Salida del cepo” o “unificación del tipo de cambio”, ¿son maneras de no mencionar la devaluación?
—Claro. Significa que quieren terminar con los distintos tipos de cambio que existen, lo que nos remite a la pregunta de por qué hay varios tipos de cambio. La respuesta tiene que ver con la escasez. Por ese motivo, el Estado es el que decide quién accede a cuántos dólares y a qué precio, pensando en la producción, en el empleo. Obviamente, no van a unificar bajando los que estén más altos, sino encareciendo los que están más bajos, eliminando todo tipo de control cambiario, que ellos llaman “cepo”. Es lo que hizo Alfonso Prat Gay en diciembre de 2015, apenas asumió Macri. Decía que no iba a haber traslado a precios porque los precios estaban a valor de dólar blue. Obviamente, no fue así. La devaluación y la salida del cepo tiene un doble efecto negativo. Por un lado destruye el poder adquisitivo de los salarios y por otro permite que los más ricos accedan a dólares y dolaricen sus excedentes fácilmente. Hoy, por ejemplo, las personas jurídicas, es decir las empresas, no pueden dolarizarse. La pregunta siguiente es con ¿qué financiarían la próxima etapa de la fuga? En el caso de Bullrich, lo dijo claramente: con más deuda, a partir del primer día. Rodríguez Larreta dice que hay que esperar un año. Probablemente quiera hacerlo con el producto de Vaca Muerta, sacándolos de debajo de la tierra.
—Muchas veces dicen que tuvieron que endeudarse en dólares para pagar gastos corrientes como sueldos y planes sociales, que son en pesos…
—Tampoco resiste el menor análisis. Si vos le tenés que pedir prestado a un amigo para pagar la factura de la luz, ¿le pedís dólares o le pedís pesos? Esto es exactamente lo mismo. Tomaron deuda en dólares para poder financiar la fuga de capitales. En su momento discutí con Martín Tetaz, porque él decía que era preferible deberle a (al fondo de inversión) Blackrock que al banco central. Eso es una burrada. No sólo por las tasas, sino porque la deuda que uno toma afuera, la toma bajo ley extranjera, entonces después juega de visitante, con una cancha totalmente inclinada en contra. Hacen una construcción como si diera igual tomar deuda en Argentina o en el exterior, en pesos o en dólares. Esto ya nos pasó una vez, y no hace tanto. Se logró una reestructuración del 97 por ciento. Con el 3 restante en sus manos, los buitres litigaron, encontraron un juez como Griesa en los tribunales de Nueva York y nos generaron un problemón.
—¿Qué mirada tenés de la Provincia, de su presente y de su pasado reciente?
—Ellos fueron gobierno con María Eugenia Vidal. Como resultado, dejaron más deuda, menos industria, menos trabajo. El saldo fue un severo retroceso. Aún con esa enorme deuda, nosotros garantizamos que al trabajador y al empresario les vaya mejor y que los acreedores cobren, porque Axel reestructuró una deuda muy importante.
—¿Cuál va a ser tu agenda legislativa?
—Tenemos una lista de cinco o seis puntos para plantear. Uno, suma fija para recomponer ingresos. Porque hay paritarias de muchos sectores que le dan una muy buena pelea a la inflación, pero aún a ellos les cuesta recuperar los 20 puntos de poder adquisitivo que perdieron con Macri, entre 2016 y 2019. Dos, hay que reestructurar la Secretaría de Comercio Interior. Por un lado, darle alcance federal y fortalecer su estructura, pero además independizar lo que es el control de precios de alimentos, por un lado y, por el otro, un instituto de insumos difundidos. Tres, el salario mínimo vital y móvil tiene que volver a ser una referencia, tiene que ser el piso de los convenios. Cuatro, hay que establecer una cuota de litio para industrializar. Entendemos que, sin superponerse con las provincias, la Nación debe cumplir una tarea en ese proceso. Cinco, tomar en consideración como sujetos de las políticas a los beneficiarios finales y no las personas jurídicas, que son las empresas. Para esto hay que identificar claramente quiénes son los dueños de las empresas, cuál es su patrimonio. Muchas veces están escondidos detrás de off shores, sociedades controlantes y otros recursos. Nosotros, desde el CEPA, venimos trabajando hace tiempo en un informe sobre esto, www.losricosdelaargentina.com.ar". Por último, un impulso a la ley 26.940, sancionada cuando Carlos Tomada era ministro de Trabajo, cuya aplicación se suspendió en la pandemia. La ley sanciona el trabajo no registrado, la tercerización, el trabajo infantil y la trata de personas. La ley contempla un registro de infractores para que, los que figuren allí como incumplidores de la ley laboral, pierdan acceso a beneficios como moratorias o créditos. La falta de registración laboral incide muchísimo en el nivel de ingresos.