Las élites burguesas dominantes siempre intentaron establecer su lógica de dominacion del Capital sin poner en riesgo el Estado de la Nación. De hecho, uno de los términos preferidos de los sectores dominantes fue la "sostenibilidad". También la "previsibilidad", la "modernización", etc. Ahora la derecha argentina se lanza a una aventura donde ya no parecen tener prioridad exclusiva las constantes del mercado. Basta escuchar a sus protagonistas para observar que se trata de un asalto al poder absolutamente dominado por el odio político que surge de no haber ganado una guerra que comenzó en el 55 y tuvo su punto más álgido en la terrible dictadura del 76.
Los problemas económicos a resolver quedan ahora postergados, si es necesario que el país se incendie pero, ahora, en el presente de Argentina se prepara -aprovechando la oleada mundial de neofascismo- una máquina de guerra que finalmente destruya un posible resurgimiento de lo nacional y popular. En este aspecto, se ha privilegiado el aspecto ideológico-político sobre cualquier materia. Las inconsistencias en materia económica de los políticos y actores mediáticos de la derecha se presentan como el síntoma claro de esta cuestión. El plan es acabar de una vez con el peronismo, especialmente después de su versión maldita: el kirchnerismo.
Por ello aparecen los significantes del 2001, tanto el blindaje como Jujuy, la verdad siempre termina por encontrar su modo de aparecer, otra cuestión es si la escuchan quienes deben hacerlo.
Las nuevas derechas ultraliberales saben que el neoliberalismo ha producido en grandes sectores de la población una desconexión con los legados históricos.
No siempre el capitalismo adopta formas innovadoras, hay coyunturas históricas donde hasta se puede destruir el mercado circunstancialmente con tal de intentar que se arrase el campo popular de un modo definitivo.
Este proyecto de la derecha no es como el menemismo, una versión neoliberal de la política. Más bien, como sucede con distintas ultraderechas mundiales, es la recuperación de la dictadura por vías corporativas, mediáticas y judiciales.
Las mujeres, los jóvenes, los trabajadores, los vulnerables tienen la posibilidad histórica de impedir todo esto.