“La acumulación de reservas es condición necesaria para el éxito del régimen de transición” sostiene un informe reciente elaborado por el centro de investigaciones Fundar. “Una vez que el Banco Central cuente con un colchón de reservas, entonces sí puede pensar en unificar de manera permanente. El objetivo es ordenar el mercado cambiario, que transmita las señales correctas, pero que la cotización del dólar no se ubique por encima de la necesaria para una estabilización exitosa”, concluyen.

“El actual régimen cambiario no cumple con ninguno de los objetivos que suelen cumplir los regímenes cambiarios: no amortigua shocks exógenos, no fomenta la competitividad, no aporta a la reducción de la inflación. Tampoco es capaz de acumular reservas internacionales”, de allí la necesidad de modificarlo, sostienen Pablo de la Vega, Emiliano Libman y Guido Zack. 

Pero la propuesta de los investigadores del área de Economía de Fundar se diferencia de posturas más extremas como exhiben las y los candidatos de la oposición política: Horacio Rodríguez Larreta asegura poder levantar el cepo en un año, mientras Patricia Bullrich sostiene que lo hará en el lapso de un día y Javier Milei va más allá y habla de dolarizar la economía. La cifra, a ciencia cierta, de cuál es la cantidad de reservas necesarias para unificar sin un salto cambiario que desestabilice aún más la macroeconomía no es debatida al menos públicamente.

Para los investigadores de Fundar la alternativa es “un esquema transitorio de desdoblamiento o unificación compensada por aumento de retenciones que modere el efecto inflacionario y permita una acumulación de reservas internacionales, como forma de preparar el terreno para el régimen definitivo de unificación.” 

Por el contrario, José Luis Espert llamó a levantar el cepo y quitar las retenciones al campo. Es decir, el combo que aplicó el gobierno de Mauricio Macri al poco tiempo de asumir pero terminó restituyendo en 2018 y 2019, alegando que se trataba de “cambios transitorios” pero imponiéndolos vía decreto ante la urgencia. El país había recibido 45.000 millones de dólares en esos dos años pero seguía inmerso en una crisis. Esa experiencia muestra que tanto las retenciones como el cepo cambiario son herramientas de política económica que el Estado no se puede ufanar de prescindir ante una macroeconomía que aún no está estabilizada. 

Otra enseñanza de la experiencia de unificación que intentó el gobierno Mauricio Macri, según los investigadores de Fundar, fue que por más difundidos que se encuentren los tipos de cambio paralelos "el incremento del tipo de cambio oficial que implica la unificación suele tener un impacto relevante sobre los precios". Lo que se corroboró cuando Prat Gay levantó el cepo cambiario el 16 de diciembre de 2015 y la inflación pasó de 2,1 por ciento mensual en noviembre a 4,4 un mes después.

Desdoblamiento y/o unificación

Los investigadores de Fundar reconocen como un objetivo que “Argentina debe ir hacia un mercado de cambios unificado”. Reconocen que “la acumulación de reservas es condición necesaria para el éxito del régimen de transición”. Entonces, previo a aplicar cualquier política, “es recomendable plantear escenarios de acumulación, considerando los riesgos de cada alternativa”. 

Al preguntarse cuál es la mejor alternativa para la situación argentina actual, sugieren caminos no muy alejados del aumento reciente de la cotización para importaciones, por ejemplo. “El desdoblamiento cambiario consiste en establecer un sistema transitorio más simple, con un segmento con un tipo de cambio más bajo e intervenciones más significativas del Banco Central y otro segmento relativamente más libre con un tipo de cambio más alto”, señalan. 

De alguna medida, es formalizar la situación actual pero simplificando la regulación y cantidad de dólares alternativos. En ese caso, “es sugerible que la brecha no supere el 30 por ciento”, advierten, pero en los últimos dos años promedió el 100 por ciento, de modo que “un ajuste inicial del tipo de cambio oficial parece inevitable.”

Otra alternativa “es establecer un único tipo de cambio, presumiblemente cercano a las cotizaciones paralelas, compensado con un aumento de los impuestos a las exportaciones tanto en términos de las alícuotas como de los productos y sectores alcanzados”. Pero reconocen que “es necesario un Estado con el suficiente poder político” para llevarla a cabo.