Aún no había culminado la dictadura cívico militar cuando sobrevivientes de la Escuela de Mecánica de la Armada comenzaron a contar públicamente las violaciones a los derechos humanos a las que habían sido sometidos en ese infierno: secuestros, torturas, abusos, muerte de la mano de la patota genocida de Emilio Massera, del tigre Acosta, de Astiz y compañía. Los testimonios engordaron el informe de la Conadep, junto con algún que otro miembro de la Armada y otras fuerzas de seguridad, y fueron amplificados en el Juicio a las Juntas, convirtiéndose en la voz principal de una historia que aún sangra. 47 años después, investigadores del Espacio de Memoria y Derechos Humanos que funciona en el lugar y estudiantes de la carrera de Trabajo Social de la UBA saldrán a buscar las memorias de vecines que convivieron y conviven en las inmediaciones de la exESMA.
“Queremos recoger esa voz que falta en la memoria colectiva”, asegura Daniel Schiavi, que coordina el equipo de Investigación y Archivo del Espacio de Memoria y Derechos Humanos de la ESMA y encabezará el timbreo que realizarán el próximo miércoles trabajadores del área junto a estudiantes de las carreras de Trabajo Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA por el barrio que rodea a la Escuela de Mecánica con el objetivo de consultar a vecines sobre su vínculo con el lugar antes, durante y después de la dictadura.
La voz que falta
El timbreo es la actividad central del proyecto “La ESMA y el barrio”, cuya razón fundamental es fortalecer el vínculo del espacio con el vecindario a través de la convocatoria a esa vecinos y vecinas a que aporten “esa voz que falta” a la construcción colectiva de la memoria del lugar. “La memoria de la ESMA en tanto centro clandestino la comenzaron a escribir los sobrevivientes con sus testimonios. Paralelamente, pero de manera muy minoritaria, hubo testimonios de militares, de integrantes de fuerzas de seguridad, de conscriptos, y luego hubo archivos. Pero nunca se le preguntó a los vecinos qué supieron en esa época y seguramente sean una fuente muy rica que puede aportar una mirada más compleja. Nunca se trabajó con el barrio sistemáticamente”, amplía Schiavi.
El proyecto nació en marzo pasado con la invitación a que quienes vivan o hayan vivido en las cercanías del predio ubicado entre Avenida del Libertador, la Autopista Lugones y la General Paz, a aportar sus experiencias, sus recuerdos, sus memorias no solo referidas al período del terrorismo de Estado, sino a los diferentes momentos del lugar, desde su instalación en el barrio en 1928 hasta su actualidad, como predio recuperado para el proceso de memoria, verdad y justicia.
Hubo aportes –que pueden realizarse vía mail o telefónicamente y también, si se quiere, a partir de una entrevista que puede coordinarse con trabajadores del área de investigación– y la convocatoria sigue abierta. Pero el Espacio de Memoria y Derechos Humanos no solamente abre sus puertas y espera, sino que también saldrá a buscar.
El timbreo
El miércoles trabajadores del Espacio y estudiantes recorrerán unos dos mil hogares emplazados en 36 manzanas que rodean la ESMA munidos de cuestionarios que van desde preguntas generales destinadas a saber desde cuándo les vecines habitan el barrio hasta consultas específicas que apuntarán a averiguar el conocimiento y el vínculo que tuvieron o tienen con el predio según la época.
“El esqueleto del cuestionario irá en torno al conocimiento del centro clandestino”, sostiene Schiavi, teniendo en cuenta que tuvo algunas característica particulares en el contexto de la represión ilegal de la última dictadura: fue uno de los campos de concentración más grandes de todo el período y funcionó en uno de los puntos centrales de la Ciudad de Buenos Aires, pero a la vez “funcionó como una especie de isla, flanqueado por la gran avenida del Libertador y las autopistas”, añadió el coordinador.
Sin embargo, no será lo único a lo que apunten las entrevistas, que serán anónimas. “Las primeras preguntas son muy abiertas y rodean el asunto para detectar por afirmación u omisión la importancia o existencia que tiene el tema ESMA en las vidas de los vecinos o vecinas. Según qué respondan en relación a su antigüedad en el barrio la entrevista indagará sobre la relación con la Escuela de Mecánica como territorio de la Armada, la relación con los marinos y demás. Luego recorrerá los años del terrorismo de Estado. Y si son vecinos o vecinas que llegaron al barrio después de la dictadura, nos concentraremos en su relación con el espacio de memoria”, explica el coordinador. La información recogida será relevada y analizada durante los próximos meses.
Construir vínculos
Los organismos de derechos humanos y la sociedad toda pudieron ingresar a la ESMA, hasta entonces propiedad de la Armada, en 2004, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner ordenó su desafectación. Años después, finalmente, el lugar fue reconvertido en Espacio de Memoria y Derechos Humanos y el Casino de Oficiales, principal escenario de secuestros, torturas y muerte, transformado en Museo Sitio de Memoria. De aquellos cambios pasaron casi 20 años.
“Nos importa detectar qué imagen tiene hoy el vecindario del Espacio de Memoria, sí saben si existe, si les importa, si lo frecuentan, sí saben qué hay adentro, porque queremos construir una relación más directa con los y las vecinos y brindar un conocimiento sobre qué es el lugar”, explica Schiavi. Por eso, además de timbrear, el Espacio instalará mesas en algunas esquinas del barrio con folletería e información para completar esta cruzada. Para el investigador, se trata de “un esfuerzo que tiene ser permanente de estos lugares, de no perder contacto con la sociedad civil, de propiciar un diálogo lo más frecuente posible porque la construcción de la memoria debe ser de la sociedad toda y creo que todavía falta mucho por hacer al respecto”.