La sequía como factor principal para la falta de peces en Bolivia generó que el municipio de Villamontes declarara la situación de “desastre municipal por los efectos del déficit hídrico del Pilcomayo”. Mientras tanto, en Santa Victoria Este, en el Rivadavia, en Salta, las comunidades indígenas continúan con la pesca, según el relato de un funcionario municipal. Ello pese a estudios que indican que los peces están contaminados con metales pesados. El informe fue observado por un especialista que trabajó en la zona del Pilcomayo, que reseñó algunas inconsistencias.
La problemática de la falta de peces repercute negativamente en la principal actividad comercial en Bolivia, y la pesca artesanal y de autoconsumo en las comunidades originarias apostadas en las márgenes del río Pilcomayo en Salta.
A través de la Ley Municipal Autónoma de Villamontes, en el departamento Tarija, en Bolivia, el jueves último se declaró el “desastre municipal por los efectos del déficit hídrico del Pilcomayo”. A través de la normativa aprobada por el Concejo Municipal se autorizó al Ejecutivo Municipal a “ejecutar y agotar los recursos económicos previstos en el presupuesto aprobado para estas eventualidades conforme a las listas de familias afectadas”. El mismo día se promulgó la iniciativa.
Entre los argumentos se indicó que la falta de agua y la sequía dañaron la producción ganadera y agrícola.
Se agregó que esto “viene afectando de manera considerable en la disminución de los peces en temporada de pesca, dejando sin actividad económica al sector indígena TCO-Weenhayek y otros sectores como ser: Sindicato de pescadores, asociaciones de pollereros, y comercializadoras de pescado, debe ser atendido de manera urgente y oportuna para mitigar los efectos adversos causados por la sequía”.
Del lado argentino la situación es un tanto distinta al menos en palabras del secretario de Gobierno de la Municipalidad de Santa Victoria Este, Marcos García, quien indicó que “aquí la gente sigue pescando y metiéndose en el río porque viven de eso”.
Al ser consultado por los informes de la Secretaria Departamental de Salud (SeDeS), de Tarija (Bolivia) que indican que los peces del Pilcomayo se encuentran contaminados con metales pesados, el funcionario afirmó que se había tomado conocimiento del tema. Sin embargo, sostuvo que se solicitaron informes oficiales en Argentina sin obtener respuestas. “La gente que vive cerca del río, vive del río”, añadió respecto de la continuidad de la actividad incluso en su experiencia personal. “Yo mismo pesqué el domingo y comí el pescado que saqué del río”, afirmó.
Observaciones al informe de la SeDeS
El ingeniero forestal Roberto Zalazar, quien realizó diversos trabajos sobre el Pilcomayo con instituciones respecto del comportamiento de las aguas, hizo algunas observaciones al informe de la SeDeS. “Muy alegremente se emitió un informe, escuché a algunos involucrados y hay dudas respecto de cómo se lo hizo”, cuestionó.
Los análisis realizados en laboratorio confirmaron la contaminación en peces del Pilcomayo por el exceso de hierro y mercurio. Más allá de los resultados, para Zalazar es necesario establecer si se trata de peces “residentes” o “migratorios”, sobre todo si las muestras fueron tomadas en julio “cuando no llegan los cardúmenes” desde la cuenca baja que se inicia en Paraguay. Zalazar afirmó que hay posibilidades de verificar si se trata de unos y otros. De todos modos, reconoció que el sábalo también puede bajar desde la cuenca alta. Pero el problema es, justamente, que no hay suficientes peces en esa región.
El especialista sostuvo que la Ley promulgada en Villamontes surgió por la escasa migración de peces que viajan desde los bañados del lado paraguayo y suben por la cuenca hasta Bolivia. Pero ante “la extrema y atípica” situación respecto de la baja del caudal a raíz de la instalación del fenómeno de La Niña en los años anteriores, esta migración del sábalo mermó.