El neoliberalismo descansa en un modelo económico y una ideología capitalista con evidente sesgo antidemocrático. Como modelo, adopta supuestos incompatibles con el mundo real, que sólo sirven para textos universitarios de adoctrinamiento y la industria académica. Como ideología, combina creencias, aspectos culturales, historia y valores que conducen al enriquecimiento de unos pocos gracias al empobrecimiento de las mayorías.

La cohabitación del modelo con la ideología nutre una narrativa construida para favorecer a los monopolios transnacionales, la globalización de los mercados, la captura de los gobiernos y sus legislaturas, el socavamiento de los derechos sociales y el empeoramiento de la desventura personal y familiar de los oprimidos alrededor del planeta.

Una peculiaridad manifiesta en el neoliberalismo es su capacidad para editar y propagar diferentes híbridos de negacionismo en la sociedad, la economía y la política. Nada más pedagógico que convocar en este lugar las fábulas del elefante y de los tres monitos, no solo por su poder ilustrativo sino porque han recibido recientemente un esfuerzo esclarecedor del sociólogo Eviatar Zerubavel en su libro El Elefante en el Living: silencio y negación en la vida cotidiana.

El “elefante en el living” alude a situaciones, experiencias, argumentos, conflictos o prohibiciones de las que somos conscientes pero sobre las cuales no hablamos, hacemos como si no existieran. Sabemos que están y nos interpelan; sin embargo, todos callamos y evitamos explicitar algo que nos produciría rechazo, miedo, castigo, reprobación o vergüenza. La presencia del elefante en el living nos vuelve cómplices en un entramado de silencios latentes pero compartidos.

Junto a la presencia no reconocida del incómodo elefante, debemos asociar la imagen de los tres monitos conspiradores de la tradición japonesa: el primero de ellos no ve ningún problema ni amenaza que afecten su entorno, el segundo se niega a escuchar temas perturbadores, y el tercero rechaza hablar acerca de lo que debe permanecer oculto a la conciencia moral del grupo.

Negación

Estas alegorías pueden aplicarse adecuadamente al contexto político que vivimos en la Argentina. El elefante negacionista en la derecha neoliberal se sustenta en su persistente indiferencia hacia materias que giran alrededor del desempleo, la miseria, la inequidad social y las situaciones de calle. ¿Ha escuchado el lector a los candidatos del PRO ocuparse de estos asuntos?

Por el contrario, la derecha no siente empatía alguna hacia la mitad de la población, que es pobre, sufriente y segregada. En cambio, exhibe la sociopatía definitoria de los neoliberales, así como la vocación inocultable por la represión policial, la incorporación de las pistolas Taser, la criminalización de la protesta social y el empleo estatal, las declaraciones fascistas contra la educación y salud públicas, admitiendo su desprecio hacia quienes la Constitución Nacional confiere derechos para gozar de ambos bienes en gratuidad.

Cuando se analizan las declaraciones de los políticos opositores se constata con sorpresa que su discurso no se relaciona con aquellos que sobrellevan vergonzantes niveles de pauperización, a pesar de que estos dirigentes saben que se trata del mayor impedimento para tener un desarrollo equitativo.

En lugar de reconocerlo y proponer caminos de tratamiento y solución, ellos niegan al elefante que los mira acusadoramente desde el living de sus casas y oficinas. Simultáneamente, descalifican estas cuestiones, considerándolas respuestas emocionales de los peronistas, el Papa Francisco, los curas villeros o los populistas.

El mensaje electoral de los opositores es patético, cuando no canalla y mendaz. La mendacidad, de acuerdo al diccionario de María Moliner, vincula la mentira con el cinismo. Ellos y sus asesores se asumen como el monito que no quiere ver, cuando prometen un ajuste fiscal, cambiario y del sector público basado en criterios macroeconómicos y contables ficcionales, que reproducen en sus planillas de cálculo imitando a los “ejecutivos exitosos” que incorporó Macri en su fracasada gestión depredadora, o los protagonistas del gobierno de la Alianza, que en el 2001 sumieron al país en una crisis impiadosa.

Es curioso, pero algunos de los candidatos de Juntos por el Cambio fueron funcionarios de ambos gobiernos y hoy se atreven a pronosticar que en menos de un año solucionarán las agendas políticas y sociales pendientes por medio de la destrucción del enemigo partidario y la implementación de un ajuste no sólo repugnante sino inviable en los hechos y sus consecuencias.

No podrán cumplir con estos disparates gracias a tres factores limitantes: reformar la Constitución requiere mayorías que no tienen; subestiman la capacidad de movilización, militancia y resistencia que poseen tanto el peronismo como los movimientos sociales y gremiales y finalmente suponen que van a ganar las elecciones, una afirmación discutible hoy y aquí.

No escucha, no habla

Pero también se deleitan actuando como el monito que no quiere escuchar, cuando ignoran la demanda social creciente por trabajo, comida, vivienda, salud y educación. Basta constatar que la ciudad más rica del país está invertebrada por dos regiones, una convertida en el reducto de la clase media acomodada y la opulenta, con ampulosas obras de circulación y ornamentales; la otra funcionando como el teatro de la precariedad para el cada vez mayor proletariado porteño, cuyos hospitales se quedan sin especialidades esenciales, y sus escuelas sin mantenimiento edilicio y de equipamiento, pero con medidas disciplinarias, roedores y alacranes.

Finalmente, veamos a estos dirigentes practicar el juego del monito que no desea hablar de lo que es feo, pobre, discapacitado, o discriminado socialmente. ¿Por qué no quiere hablar el monito acerca de estos tópicos duros e inquietantes? Por la sencilla razón de que pertenece a una élite dominante favorecida por la riqueza, el nivel de remuneración y la herencia, a la que debemos incorporar los burócratas y profesionales que adquieren su condición de socios porque ofrecen connivencia y complicidad bien remuneradas.

¿Cuál es la alternativa frente a este agrupamiento de esperpentos? Concurrir a votar masivamente en las PASO y en las generales. No olvidemos que las mayorías populares conocen visceralmente cómo conjugar los verbos que dinamizan la solidaridad y justicia, igualdad de oportunidades, Estado de bienestar y mercados sociales, soberanía y patria.

* Doctor en Administración (UBA), escritor y analista político.