“La palidez se apodera de mí y no es por miedo: es que yo también estoy bajo la influencia de la tempestad que se forma. La intranquilidad del mundo. Los pájaros huyen” dice Clarisse Lispector en el libro “Descubrimientos”, una serie de crónicas escritas por la autora brasileña para “el journal du Brasil” entre los 60 y los 70. A pocas horas de una foto que revelará un primer acercamiento por fuera de las encuestas al panorama electoral, el riesgo está en que la tormenta se forme y la pregunta es ¿quiénes quedan a la intemperie?
Hay angustia y ansiedad propias de un momento de definiciones y frente a una derecha explícita que apunta hacia los transfeminismos respiramos un aire espeso: post pandemia, alquileres que escalan, deudas, crisis ambiental y las cuentas que no cierran ¿Cuáles son los imaginarios feministas que circulan? ¿Es posible volver a encantarse con la lucha? ¿Es el voto una herramienta de transformación en clave femisita?
Militantes feministas ensayan aquí pensamientos en voz alta que se ponen en común para seguir tramando una lucha que tuvo su pico más alto en el gobierno de derecha más reciente. Frente al peligro de un retroceso urge la imaginación como procedimiento de resistencia.
Abrir espacios a lo común
“Los vecinos y vecinas me preguntan ¿por qué votamos? ¿Es obligatorio? Hay un descreimiento y no imaginan que quienes son electos van a mejorar o empeorar nuestra existencia” dice Naty Molina, militante popular de la 21/24 Zavaleta y referente del feminismo villero. En este momento no está participando activamente de las elecciones y considera que cada uno de los candidatos hace campaña del individualismo: “Hoy veo procesos de coptaciones de voluntades, no me enamora nada de eso y no estoy convencida a quien votar”.
Cuando intenta describir el día a día no puede dejar de enumerar las emergencias del trabajo en el barrio, el comedor, la falta de servicios y las cloacas desbordadas “hay una quietud del feminismo porque resolver lo diario nos cubre la mayor parte del día” dice la referente del una construcción en feminista, comunitaria y popular en la Villa 21 24.
Frente a la exacerbación de intereses individuales, lo colectivo corre el riesgo de quedar rezagado. Organizarse, pensar en común, discutir, habitar los disensos y angustiarse es parte de una forma de construcción política: “Abrir espacio a la imaginación tiene que ir más allá de una defensa, es volver a pensar lo común” dice María Pía López, escritora y socióloga. Es esa pregunta por lo común lo que debería atravesar, según sus palabras, “los bienes comunes, los modos de gestionarlos, la idea de justicia, los modos de habitar las instituciones, el modo en que hablamos o nos hablan los formatos culturales estandarizados, la tristeza y el padecer como problemas de lo común, no individuales”.
En relación al voto de la interna, la incertidumbre acapara muchas de las conversaciones cotidianas, después de un partido de fútbol, en el cigarrillo que sale en el break de la oficina o en la mesa dominguera familiar. Por momentos el camino se vuelve sinuoso y por momentos se clarifica para volverse a poner opaco: ¿Cómo votar?: “Frente a las derechas, no tengo dudas de que hay que ir a votar, votar a Unión por la Patria, pero es un voto defensivo, que sólo debe estar ahí para evitar el triunfo de quienes sueñan la restitución, por vía de las elecciones, del proyecto de la dictadura” dice de manera contundente Maria Pia López
De 2015 al 2019 hubo un auge de las luchas feministas y se revirtió de manera definitiva aquello de que “el feminismo es mala palabra”. Hubo una compaginación entre la resistencia a un gobierno de ajuste y represión encabezado por Mauricio Macri y los feminismos populares, académicos, estudiantiles, sindicales, marrones, originarios y LGTBIQ*. La consigna Ni Una Menos fue punta de lanza no solo en la politización de los femicidios sino también en la lucha para la legalización del aborto, el cupo laboral trans y la apuesta a visibilizar colectivamente las embestidas de un gobierno de derecha.
Clarisa Gambera es integrante de ATE Nacional y CTAA Capital, según su mirada desde el macrismo hasta acá quedaron muchos balances pendientes desde el movimiento feminista:
“Muchas sentimos que luego de la ola se vino el reflujo, la respuesta conservadora que impactó en todas los ámbitos. La derecha recoge el malestar y la impotencia en un contexto de fragilidad de la vida y propone de manera violenta y sin rodeos instalar temas que nos obligan a reabrir debates” dice y agrega “ponen en cuestión derechos que teníamos que afianzar como pisos de conquistas, como consensos sociales fuertes. Queda claro que toda conquista es provisoria en contextos de crisis y de tanta incertidumbre” concluye.
Las angustias
“No hay elección sin angustia, lo peor es no sentirse parte de la decisión” dice Debora Tajer, profesora de Psicología en la UBA. Habla de elegir como trayecto y como un modo de estar en el mundo. Pero sirve para entender las elecciones del plano electoral que también generan angustias en un sentido más específico, ya que la posición y la acción propia podrían colaborar en la generación de un cambio a nivel macro: “La zozobra colectiva es la inquietud frente a episodios sociales complejos, como lo fue la pandemia. Hay una reacción individual pero también es un trauma social”, explica Tajer.
Según María Pía López, lo más angustiante de cara a estas PASO gira en torno a la presencia explícita de alternativas de derecha que vienen ganando terreno a pesar de sufrir graves empantanamientos (como en el caso de la amenazante ola libertaria): “Hacen campaña con la privación de derechos, el recorte salarial, el despido, el desarme de los dispositivos estatales y la criminalización de toda desobediencia. Piensan al Estado como recaudador para el pago de la deuda y garante de una seguridad comprendida en términos carcelarios” explica. Pero para ella hay un ribete más en términos de angustia: “Recogen y profundizan un sentimiento social, una corriente de opinión, para la cual lo común, lo colectivo, es una farsa, y la política nada que afecte las vidas personales”
Lo individual sobre lo colectivo aparece exacerbado en las propuestas de derecha y en sus modos de campaña: por ejemplo, spots que se esmeran en proponer al ciudadano la libertad para circular por la calle. “Circular” en estos spots es únicamente ir a trabajar o ir a buscar a les niñes al colegio. En cambio para colectivos militantes o grupos que se manifiestan en la calle para llevar sus demandas el mensaje es bien distinto: si circulan y ocupan el espacio público serán sancionados.
Los feminismos, una papa caliente
“Hay una preocupación muy grande por la ausencia de la agenda feminista en estas elecciones” dice Guadalupe Carnelli, militante de Mala Junta-Soberana y resalta una suerte de llamado al silencio como algo sintomático de un corrimiento a la derecha del mapa político: “Eso nos ubica en retroceso dentro de nuestros propios frentes y eso da lugar a que la derecha crezca . Nuestro desafío es no retroceder porque tenemos enfrente a quienes siempre votaron en contra de nuestros derechos y hoy hacen campaña mostrándonos como un obstáculo en sus proyectos”.
Eliminar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades o darle de baja a la Educación Sexual Integral son dos enunciados que tomaron envión en las campañas de la derecha. También se utilizó la misma estrategia con el derecho al aborto o incluso el menosprecio a las discusiones de la agenda feminista frente a un contexto de pobreza extrema. Se jerarquiza, por ejemplo, el índice de hambruna frente al uso de la “e” conformando una dicotomía falsa que habilita narrativas en donde las luchas no se tejen de manera colectiva sino que prima más el “sálvese quien pueda”.
“El género está en la palestra política y esto no ha pasado en ninguna elección. Se dirimen temas como cerrar el Ministerio de Mujeres, Generos y Diversidades, se habla de no seguir adelante con la Educación Sexual Integral o de cercenar el derecho al aborto . Estamos en el medio de la discusión y además queda claro que los derechos de las mujeres y disidencias no son un interés común” explica Tajer y agrega “hay sectores de la población a quienes no les gusta nada que tengamos derechos”.
La especulación electoral se robustece y genera una trampa. Según Clarisa Gamberra “es una preocupación que quedemos atrapadas en la falacia que ante este electorado es mejor no hacer olas (y menos si son olas feministas ). El electorado de derecha no quiere oír de feminismos y por otro lado, un electorado empobrecido no tiene lugar para “temas secundarios”. Gamberra detecta aquí un punto clave: la peligrosidad de interpretar de esa forma a movimientos que han evidenciado mayor capacidad de construir masividad en la calle.
Jujuy arde
El acampe de comunidades originarias en Tribunales en repudio a la reforma constitucional de Gerardo Morales, actual gobernador de Jujuy y pre candidato a vicepresidente por Juntos por el Cambio acompañando a Horacio Rodriguez Larreta, se solapa con las PASO y sin embargo no tiene eco casi en ningún lado. Jujuy ha entrado en los últimos meses en la categoría de laboratorio de represión pero con una enorme desactivación a nivel mediático. ¿Por qué son voces inaudibles? ¿Qué tipo de escenario electoral se construyó como para que sea sencillo evadir un claro dispositivo de expulsión y muerte?
“Jujuy y la Ciudad de Buenos Aires aparecen como laboratorios de la represión y del modelo de negocios con el que la derecha imagina a la Argentina, pero también el resto de los enclaves extractivistas del país y los debates pendientes sobre soberanía y el profundo disciplinamiento que instala la pobreza, la caída de ingresos fenomenal incluso para quienes tienen empleos formales” dice Clarisa Gamberra. El escenario electoral plantea una urgencia vinculada a la deuda con el FMI y a un dólar que pulveriza sueldos, según Rosalia Pellegrini de Asociación Mujeres de la Tierra, “ante la derechización del electorado la agenda de las mujeres es la que primero se recorta, y las mujeres rurales somos las más rezagadas. Ni hablar en términos de acceso a la tierra, una lucha que venimos dando las mujeres productoras de alimentos por la democratización del acceso a la tierra” cuenta en diálogo con Las12.
Crisis ambiental, extractivismo y deforestación son discusiones marginales en la trama electoral: “Para nosotras no es un cuento, es algo muy palpable cuando en esta temporada que pasó, primavera/verano, perdimos los cultivos porque las napas se secaron” dice. Se habla de sequía en torno a la soja y como argumento para que se extiendan los plazos de pago de la deuda pero no hay propuestas para desacelerar las consecuencias de la crisis climática: “Nosotras tenemos propuestas que tienen que ver con programas de forestación popular, no es menor que seamos las mujeres rurales las que estamos proponiendo políticas públicas para el cuidado de la tierra que están ausentes en todas las campañas”.
Para Eva Reinoso, integrante del Colectivo Yo No Fui, “la angustia que circula es justamente la dimensión que toman las propuestas y discursos de odio de clase, la falta de empatía y de conciencia social es la fortaleza de pocos candidatos que terminan representando los deseos de muchos”. En este sentido ella considera que la represión y persecución en Jujuy “es una apertura de lo que viene para quienes resistimos a esas políticas de odio”.
Volver a encantarnos
La post pandemia viene reverberando en el presente y cada vez se hacen más visibles sus marcas: una especie de proceso de cicatrización inverso, a medida que nos alejamos de ese momento tan liminar de la historia reciente las heridas parecieran abrirse más.
Frente a un paisaje de pobreza extendida, de vidas dañadas por todos lados, de un padecimiento social, “no estamos sabiendo cómo lidiar con el sufrimiento” dice María Pía Lopez y se pregunta: “¿Qué le dice la política profesionalizada a ese sufrimiento? Las derechas: vamos a castigar a otrxs. ¿Y desde el campo popular, democrático? Por meses, la respuesta eran fotos lindas en las redes, como si los cuerpos de quienes se dedican a la política no estuvieran atravesados por el sufrimiento ni fueran capaces de dejarse resonar por ese padecer”.
El voto es la prueba de vida que hoy nos entrega la democracia, la militancia transfeminista ensaya de manera errática cómo recuperar -o reinventar- una trama que abrió agendas y se plantó en la calle con objetivos muy definidos y con victorias bien celebradas. Lidiar con la angustia, reconocerse en la rotura y construir lo común es parte del problema en el que se está. Porque somos parte, como dice Lispector de esa intranquilidad del mundo.
Me gustan lxs estudiantes
En la previa de la PASO, estudiantes de secundaria de la Ciudad de Buenos Aires lanzaron la campaña “Educación ≠ Neoliberalismo”. El sector estudiantil viene abriéndose paso en el territorio porteño con las tomas y con reclamos bien concretos: el recorte presupuestario que lleva adelante la Ministra Soledad Acuña: “La gestión del PRO lleva 16 años de gobierno, en los cuales ha llevado el presupuesto educativo a ser el más bajo en toda su historia ($431.915.426.067), mientras que, en paralelo, destina 35 millones de pesos por día en publicidad oficial” dice un comunicado de presa difundido esta semana.
Victoria Paz, del Colegio Julio Cortázar explica que las políticas educativas se piensan a puertas cerradas dejándo afuera a toda la comunidad educativa: “Tenemos el derecho de participar en la discusión de nuestra educación. Lamentablemente, mientras se llenan la boca hablando de diálogo, lo único que nos demuestran es que lo ven como una traba para gestionar porque saben que las comunidades educativas conocemos las escuelas y nunca podríamos estar de acuerdo con muchas de las políticas que han desplegado a lo largo de su gobierno”.
Rocio Pozzeti es del Colegio Osvaldo Pugliese y menciona un tema central en la campaña de Rodriguez Larreta: “Hablan mucho de la pérdida de clases, pero la mayor cantidad de horas que se pierden son por responsabilidad del Gobierno de la Ciudad. Que no haya docentes para tomar las horas, habla de cómo han destruido la formación docente. Que haya cursos turnándose para cursar en una misma aula, habla de que las escuelas no son suficientes”
Problemas edilicios, plagas y falta de infraestructura para las altas y bajas temperaturas son algunos de los problemas que denuncian lxs estudiantes. Federico Lavagino del Juan Pedro Esnaola explica: “Hay falta de vacantes debido a la Secundaria del Futuro, la mala aplicación de la ESI, la falta de políticas reales que aborden los problemas de salud mental, el plan de alimentos indigno, que cuenta con viandas en mal estado, poco nutritivas y en baja cantidad. Hablan de transformación y después de 16 años de gobierno la educación vive esta realidad todos los días".
A raíz de todo esto, lxs estudiantes están encarando un proyecto en el cual quieren expresar una campaña de difusión respecto a la incongruencia que consideran que se genera entre las políticas neoliberales con el desarrollo de la educación pública, resaltando que lo que ocurre en las urnas define totalmente el modelo educativo que ellxs quieren y van a tener.