El 1 de agosto de 2003, hace ya dos décadas, moría la joven actriz Marie Trintignant tras agonizar durante varios días a causa de la fatal golpiza que le había propinado su entonces pareja, Bertrand Cantat, líder de la popular banda Noir Désir. El asesinato ocurrió en un hotel de Lituania, país donde ella estaba rodando su última película: en un ataque de celos, el músico -que ya tenía antecedentes de violencia- le dio puñetazo tras puñetazo hasta destrozarle la cara y dejarla en coma. Solo pidió ayuda siete horas después de la atroz paliza, no sin antes haber hablado largo y tendido con su abogado. Así fue cómo Marie Trintignant se convirtió en una de las víctimas de femicidio más famosas de Francia, aunque en aquel momento pocos medios hablaran de violencia por razones de género, refiriéndose -en cambio- a “un crimen pasional”, “un drama entre amantes”, “un intenso amor que devino tragedia”, por citar algunas típicas y nefastas expresiones en boga.
De allí que, a raíz del veinte aniversario de su muerte, revistas y diarios galos no solo hayan hecho un mea culpa: han optando por recordar el legado de la actriz, penosamente ensombrecido por las violentas circunstancias de su muerte. “La vida de Marie Trintignant no puede reducirse al femicidio del que fue víctima hace veinte años”, señalaba la edición francesa del Huffington Post días pasados, poniendo en valor el talento de una artista singular, enigmática, dueña de una trayectoria trepidante. Y es que, conforme advierte la revista Slate, “si se le pregunta a una persona en la calle quién fue Marie Trintignant, lo más seguro es que responda con el nombre de su verdugo, pero no pueda mencionar ni siquiera tres de sus películas”.
Y eso que MT actuó en más de 40 largometrajes, en decenas de series y telefilmes, en obras teatrales… Para Le Figaro, fue “una artista libre e inclasificable”; para el periodista Thomas Messias, “una actriz formidable, elegante, de mirada magnética”, cuya filmografía -recalca el cronista- “no debemos dejar que caiga en el olvido”.
Cinco veces nominada a los premios César, Marie fue homenajeada el año pasado por su madre, la directora y guionista Nadine Trintignant, en el documental Marie Trintignant, tes rêves brisés. En esta pieza, la realizadora ofrece un retrato conmovedor y luminoso de su hija, donde -además de volver al entrañable vínculo de Marie con su padre, el genial actor Jean-Louis Trintignant- se centra en sus tantos trabajos: bajo la dirección de Alain Corneau, de Claude Chabrol, de Ettore Scola, de Pierre Salvadori, de Samuel Benchetrit, por citar tan solo algunos nombres de relieve.
Esa lista incluye a la propia Nadine, que trabajó con su hija en reiteradas oportunidades. Sin más, la primera incursión de Marie en cine fue en Mon amour, mon amour (1967), de Nadine, donde su papá Jean-Louis era el protagonista. La pequeña de cuatro años traspasaba por primera vez la pantalla con esta aparición brevísima, de menos de dos minutos, donde se mostraba como un pequeño torbellino. “Mi trabajo me permite seguir jugando como si fuera una niña”, decía MT con sonrisa franca, afable en una interviú de 2003, a poco de empezar el que sería su último proyecto: el telefilm biográfico Colette, une femme libre, también bajo la dirección de su mamá.
Su primer gran papel, por cierto, fue a los 16 en una perla del cine negro, hoy film de culto: Série noire, de Corneau (su papá adoptivo, dicho sea de paso). A este ponderado trabajo le seguirían otros, como el telefilm La Garçonne, de Étienne Périer, donde interpreta a una socialité de los años 20 que, un buen día, decide romper con ese mundillo y alejarse de sus hipócritas códigos morales. Es por esas fechas, por cierto, que Chabrol la convoca para un importante papel secundario en Une affaire de femmes (1988), cinta inspirada en hechos reales, sobre una abortista que -por interrumpir embarazos en pleno régimen de Vichy- es guillotinada en Francia. En esta elogiadísima película, MT compone a una trabajadora sexual que es acogida por su amiga, Isabelle Huppert, la protagonista.
Vale destacar que Chabrol quedó tan encantado con su laburo que, cuatro años después, le dio el rol protagónico de Betty (1992), adaptación de la homónima novela de Georges Simenon, sobre el inquietante descenso a los infiernos de una mujer con problemas de alcoholismo, a la deriva… Dicho lo dicho, “aunque acostumbrada a papeles serios, Marie Trintignant también supo hacer reír, ¡y mucho! Tal el caso de Comme elle respire, comedia policíaca de Salvadori, del ’88, donde ella interpreta a Jeanne, una mitómana incapaz de dejar de inventar historias delirantes”, según el Huffington, que la recomienda con entusiasmo. La revista especializada Télérama, por su parte, invita a ver (o volver a ver) otro trabajo descollante: en Le Cri de la soie (1996), de Yvon Marciano, donde Marie encarna a una costurera cleptómana, adicta a la sensualidad de las telas “en una historia de fetichistas y tejidos que, entre velos, pinta delicadamente el retrato íntimo de una mujer deseante en el París de finales de la Belle Époque”. Para gustos los colores, en fin, de tan vasta y rica la filmografía de esta gran actriz, cuya carrera se vio triste y abruptamente interrumpida.