Wes Anderson está vestido como para una de sus películas. El visionario detrás de Los Excéntricos Tenenbaum y Un reino bajo la luna llega a la entrevista en un apropiado traje a rayas blanco y celeste. Todo lo que necesita es una sombrilla y estaría listo para pasear por la Croisette. El encuentro se produce en el Festival Internacional de Cine de Cannes, donde su nueva película Asteroid City se presentó en competencia. Coescrita por Roman Coppola, la película se alimenta directamente del amor de Anderson por los actores y actrices.
"Nunca fui parte de una obra teatral", explica el realizador de 54 años, que no aparenta su edad. "Pero cuando voy al teatro desearía poder ser parte de una compañía como esa. Y cuando estoy haciendo una película es más o menos lo mismo. Algunos de mis actores que han hecho puestas teatrales me lo han dicho... pero para mí esta película, el tema principal, es sobre por qué la gente hace teatro. ¿Por qué siento esta misteriosa, mística atracción por la trastienda? ¿De qué se trata montar un show, hacer una performance?"
Tratándose de Anderson, Asteroid City no es un drama ordinario sobre la trastienda. Es otro trabajo artesanal bellamente creado por el cineasta nacido en Texas, y repleto de estrellas con las que ha trabajado antes (incluyendo a Scarlett Johansson, Bryan Cranston, Stephen Park y Jason Schwartzman) y otras con las que no (entre ellas, Tom Hanks, Hope Davis, Maya Hawke y Margot Robbie). Como escribió el crítico Geoffrey Macnab en su reseña de cinco estrellas para The Independent, "Asteroid City es la película más cautivadora de Anderson desde El gran hotel Budapest, hace casi una década".
Ambientada en los años '50, las secuencias de detrás de escenas, todas ellas en blanco y negro, presentan a una compañía teatral en la Costa Este, leyendo una obra llamada Asteroid City escrita por Conrad Earp (Edward Norton) y dirigida por un émulo de Elia Kazan, Schubert Green (Adrien Brody). Cuando la película vira al color se ven los actos I, II y III de la obra, todos ellos situados en un pueblo en el desierto estadounidense llamado Asteroid City, de solo 87 habitantes, que es casi famoso por el gigantesco cráter que dejó un meteorito y un observatorio.
Cuando varias familias llegan al pueblo para un concurso juvenil de observación de estrellas, hay incluso un encuentro extraterreste, con una hermosa escena de animación cuadro por cuadro realizada por Andy Gent, a quien Anderson llama "el Laurence Olivier de los animadores". Anderson nos ha hundido en el fondo del océano con La vida acuática, su película a la Jacques Cousteau de 2004, y nos llevó dentro de las mentes caninas en Isla de perros, el film de 2018 ambientado en Japón. Entonces, ¿qué es esto? ¿Su primer intento de una película clase B?
"Creo que definitivamente hay un aspecto de eso", dice él. "Como El día que se detuvo la Tierra, películas como esa. Porque hay una obra teatral dentro de la película, y hay una interpretación teatral de eso. Y creo que la parte de ciencia ficción es algo de los años '50. De la misma manera que estábamos obsesionados con los comunistas, había mucho dando vueltas con los extraterrestres". Incluso en Augie Steenbeck, el fotógrafo de guerra interpretado por Jason Schwartzman, hay un aire del estilo 2001: Odisea del espacio, de Stanley Kubrick.
El personaje de Schwartzman, padre de cuatro hijos que está lidiando con la reciente pérdida de su esposa y el inminente arribo de su suegro (Tom Hanks), le da la película su peso emocional. "Nos metimos en eso con un sentimiento de cómo es cuando tenés que enfrentar cosas fuera de tu control", explica Anderson. "Y cómo respondés a un mundo que es mucho más grande que vos, y es un misterio. Y la pena está en el centro de todo. Siempre. La muerte está en el centro." Asteroid City puede estar encantadoramente decorada (colores primarios, movimientos de cámara geométricamente exactos), pero lo que cuenta es lo que aparece por debajo.
"Para mí, la película trata de cosas muy diferentes", dice Hope Davis, que interpreta a Sandy Borden, madre de uno de los chicos astrónomos. "En realidad es sobre una angustia existencial... ¿Qué estamos haciendo acá? ¿Cómo se supone que hagamos esto? ¿Vale la pena? ¿Cómo lo hacemos? ¿Sabe alguien qué está haciendo?". La actriz recita una línea de diálogo que se le quedó pegada, en la que se le pregunta al dramaturgo de Norton: "¿Lo estoy haciendo bien?". "Eso me mata", dice Davis. "Porque es lo que todos piensan, ¿verdad? ¿Estoy haciendo esta cosa vital del modo que se supone que debo hacerla? Y el dramaturgo dice 'Está bien, seguí'".
Aun así, es el ecléctico estilo de Anderson lo que ha venido a definir su trabajo. Podría decirse que los cimentó hace más de 20 años con Los Excéntricos Tenenbaum, y es reconocible por el uso de primeros planos simétricos y tomas meticulosamente compuestas, colores saturados y un diseño de escenario y vestuario impecable. También se volvieron favoritos su amor por los modelos arquitectónicos, como la nave de investigación de La vida acuática.
Hay que admitir que estas estéticas lo han llevado a la parodia. Hace poco llegaron a los titulares los trailers hechos por inteligencia artificial que imaginaron a Anderson haciéndose cargo de franquicias como Game of Thrones y Star Wars, y que tuvieron respuestas muy diferentes. ¿Le comentaron algo a Anderson? "Estoy al tanto", asiente. "Pero no las he visto. Es extraño. Y es una de esas cosas en las que... No estoy seguro de qué bien me puede hacer informarme sobre eso. No quiero ver una versión de computadora de nada de lo que esté haciendo... solo porque no quiero decir '¿Esto es lo que hago?' Creo que es mejor mantenerme aparte."
Además, si fuera tan fácil hacer una película de Wes Anderson, difícilmente hubiera tantos grandes nombres haciendo fila para trabajar con él, no importa el tamaño del papel. "Escuché que Margot Robbie hizo lobby para trabajar con él", dice Stephen Park, el chef que resolvía crímenes en La crónica francesa y que aquí es uno de los residentes de Asteroid City. "Quiero decir, ella le mandó varias cartas." Anderson lo confirma: "Tuve algunas comunicaciones con ella". Afortunadamente, la agenda de Robbie le permitió ir a España, donde se realizó la filmación, para realizar un momento clave. "Para mí, la escena en la que aparece ella es una de las más importantes de toda la película", dice Anderson. "Estuvo genial. Podías sentirlo en el set. Quedaron todos galvanizados."
La única cara ausente es el colaborador de larga data Bill Murray, quien se contagió de covid y tuvo que bajarse del proyecto. Lo reemplazó Steve Carell, que interpreta a un conserje de motel. Por lo demás, Anderson estuvo en su elemento, rodeado de viejos y nuevos amigos en el pueblo de Chinchón, cerca de Madrid. "Nadie estaba colgado del teléfono entre tomas, ni se quedaba solo por las noches en su habitación", dice Davis. "Estábamos todos juntos." Como apunta Park, este acercamiento a la realización cinematográfica viene de la experiencia de Anderson en La vida acuática. "Creo que en esa película él trabajaba de manera más tradicional, en la que la gente estaba viviendo separada", dice. "Me parece que fue allí que decidió trabajar de un modo diferente, y tener a todos juntos."
Anderson lo confirma. "La vida acuática fue una producción muy, muy grande", explica. "No me gustó mucho. Me sentí como si estuviéramos pagando para crear esta máquina que no estaba haciendo lo que nosotros queríamos. En La vida acuática todos tuvieron los lugares más bonitos para vivir en Roma. Estábamos a una hora y media de los estudios Cinecittà, y la mitad del día se iba en ir y volver para tener grandes almuerzos y cosas como esa. Nada de esa película funcionó de buena manera."
Para Viaje a Darjeeling (2007) su siguiente película, una odisea ambientada en India con Brody, Schwartzman y Owen Wilson, Anderson cambió su manera de trabajar. "En Darjeeling nos mantuvimos juntos... y nunca dejamos el set", recuerda. Desde entonces alienta este sentimiento comunal, de convivencia. No es de extrañar que los intérpretes lo amen. "Creo que Wes tiene probablemente tiene una inclinación por elegir actores y actrices que son buenos y decentes seres humanos, que entienden que no sos esa clase de persona superior simplemente porque trabajás en este negocio", dice Davis. "Creo que no toleraría a gente que se comportara mal."
Aun cuando las cámaras no están rodando, el mundo de Wes se siente como algo que lo abarca todo. Davis recuerda una pausa para almorzar en particular, en la cabaña que servía como su camarín. Me asomé y la gente estaba relajada en mesas de picnic, y Wes estaba justo al lado de mi ventana con este hermoso y grande sombrero de paja, y alguien le trajo la más perfecta tacita de espresso". Se veía como una de sus películas. "Todo estaba tranquilo en el set", continúa ella. "Nadie estaba hablando. Y ahí estaba él, con su perfecto y pequeño espresso, mirándolo todo."
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.