Publicar en las redes sociales implica adoptar nuevas herramientas, así como otras formas de relacionarse con el espacio y el tiempo. Modifica las formas de transmitir ideas y de vincularse con los lectores y potenciales interlocutores. Es una actividad que difiere de las publicaciones tradicionales (libros, artículos, etc.). Octavio Paz, premio Nobel de Literatura, decía que "la misión más alta de la palabra es el elogio del ser". Claro, para sacar de la zona oscura la realidad y transferirla a la luminosa zona del entendimiento, está el lenguaje. Pedro Luis Barcia, presidente de la Academia Argentina de Letras, opina que "cuando no hay capacidad de expresión se achica el pensamiento. Lo vemos todos los días con jóvenes que no leen, que no saben escribir correctamente y terminan con un lenguaje empobrecido". En los trabajos científicos, en los de divulgación, en la charla más descontracturada, las palabras son demasiado importantes. Por eso intentaremos usarlas con cuidado, no con el cuidado que se pone en el manejo de virus y explosivos, sino con la amorosidad con que tratamos a los bebes. Un término no posee un sentido absoluto o eterno. Por eso su sentido no deja de variar, en función de los contextos, de las situaciones, de los individuos, de las problemáticas. Disfrutemos entonces de las palabras, que son tan amables y tan serviciales. Con palabras arrullan la madre y el padre al bebé. Si no le hablan el bebé no crece. Y muchas veces las palabras son curativas. Sustituir masivamente la palabra por imágenes afecta la curiosidad y el interes por el conocimiento. Esa curiosidad es al comienzo universal: “del apetito de saber de los niños pequeños es testimonio su infatigable placer de preguntar” (Freud, 1930), retoma lo afirmado en El porvenir de una ilusión: “Repare usted en el turbador contraste entre la radiante inteligencia de un niño sano y la endeblez del pensamiento del adulto promedio”. Tal vez debiéramos militar, como usuarios de las redes sociales, para que el predominio de imágenes estandarizadas no interfieran demasiado con la potencia simbólica provista por los múltiples matices propios del lenguaje verbal.
Luis Hornstein recibió el Premio Konex de Platino por su trayectoria en Psicoanalisis (década 1996-2006). Su último libro es Ser analista hoy, Paidos 2018.