El colibrí - 5 puntos
Il colibrí, Italia, 2022
Dirección: Francesca Archibugi
Guión: Sandro Veronesi, Laura Paolucci y Francesca Archibugi, basado en la novela homónima de Sandro Veronesi.
Duración: 126 minutos
Intérpretes: Pierfrancesco Favino, Kasia Smutniak, Bérénice Bejo, Nanni Moretti, Laura Morante, Alessandro Tedeschi, Sergio Albelli.
Estreno: Disponible en salas.
El melodrama es, desde siempre, una especialidad de la casa de la cultura italiana. No solo del cine, sino también de su literatura, su dramaturgia, su música y, por supuesto, de la vida cotidiana. El colibrí, nuevo trabajo de la cineasta romana Francesca Archibugi, ofrece un nuevo eslabón dentro de esa tradición trágica, a través del retrato de Marco, su protagonista. La película registra y cruza distintas situaciones de diferentes etapas de su vida, abarcando desde su infancia hasta la vejez, poniéndolas en escena de la forma más emotiva posible, en busca de operar sin disimulo sobre las emociones del público.
Como las antiguas sagas, El colibrí gira en torno a la figura de un único héroe y las diferentes situaciones que este debe atravesar. Que no son pocas y en general transitan por la senda de la tragedia recargada, característica que la película hereda de la novela en la cual se basa, escrita por el italiano Sandro Veronesi y publicada en Argentina por la editorial Anagrama. Es esa tolerancia frente a las situaciones adversas la que le otorga al protagonista el carácter heroico, que se apoya en el estoicismo con el que va acumulando tristezas como si las coleccionara. Una suma de fatalidades que parece que nunca alcanzará a resquebrajar la naturaleza feliz con la que Marco abraza su propia vida a pesar de todo, confiriéndole un aura cercana a la beatitud.
Si bien inicialmente la película parece acompañar a Marco, aliviando la tensión a través de situaciones risueñas, resueltas con la simpatía de un costumbrismo bien manejado, pronto la trama comienza a conspirar contra él, cortándole las vías de escape. De forma tal que, llegada a un punto, parece dedicarse a poner a prueba esa resistencia y, como si se tratara de un experimento de laboratorio, le va subiendo la intensidad a los desafíos emotivos que cada situación le supone al protagonista. Un recurso que busca de forma abierta comprobar qué tan alto se encuentra su umbral del dolor, para seguir admirándose de su fortaleza. Con el riesgo obvio de que, como ocurre con cualquier material sometido a presiones extremas, el personaje acabe por colapsar.
La película se ramifica en situaciones muchas veces gratuitas y en personajes metidos con cuña. Archibugi resalta el entramado trágico con un montaje fragmentado y paralelo, en el que lo terrible se cruza con lo atroz, haciendo que su revelación se vaya demorando como quien aguanta el orgasmo. Que en este caso no tiene por objeto la búsqueda del placer, sino más bien la producción de lágrimas, a veces de forma demasiado vulgar y obvia. En el medio queda el pobre Marco, quien tal vez nunca llegue a alcanzar ni el amor ni la felicidad en plenitud, pero que sin dudas llegará hasta el final de la película sabiendo lo que es sufrir.