Las jugadoras del equipo de fútbol femenino de Argentino de Rosario fueron noticia porque se plantaron: el plantel completo renunció, y denunció públicamente la discriminación que sufrieron en la institución que preside Daniel Mariatti. Desde entonces, el dirigente les niega los pases a las jugadoras que quieren jugar en otro equipo porque "está enojado". Las jugadoras esperan que la Asociación del Fútbol Argentino tome cartas en el asunto. Si bien la primera B, donde juegan actualmente, no es una categoría profesional, lo cierto es que a ellas se les pidió mucho más: solventaron el predio para entrenar, se compraron los equipos, pagaron sus propios exámenes médicos y -ante el pedido de apoyo que formularon al club- la respuesta fue decirles que se pusieran unas calzas y "salgan a pedir esponsors". Dos años seguidos jugaron el ascenso, y otra vez estaban ante la posibilidad real de volver a competir para subir de categoría. "Hay chicas que tienen sus hijos, algunos chiquititos, otros más grandes, hay compañeras que se tienen que hacer cargo de su familia, la mayoría trabajamos. Esto es algo que una hace con mucha pasión y con mucha entrega, porque nos gusta mucho, porque es un sueño tener la posibilidad de que el fútbol femenino crezca", cuenta Paula Maragliano, arquera y referente del equipo.
"Cada una tendrá su sueño personal, alguna será llegar a primera, otra querrá vivir de esto, alguna quiere jugar en un club de afuera. Eso va variando. Pero sí nos une la pasión y la posibilidad de estar lo más cerquita de ser profesionales posible. Hoy en día la B del femenino no es profesional, no tiene contrato y no se puede vivir de esto", sigue Maragliano, quien subraya que algunos clubes sí decidieron invertir para contar con planteles profesionales. "Está San Luis Fútbol Club, que les paga a sus jugadoras, como así también Talleres y Belgrano de Córdoba", enumeró. Belgrano ascendió el año pasado.
Este año, el plantel estaba en cuarto lugar en la tabla de posiciones, y tenían posibilidad de jugar por el ascenso, ya que hay dos clubes que ascienden y uno de ellos se define a través del play off entre los nueve primeros puestos. Así compitieron los dos años anteriores. Cuando hablaron con el presidente y el director deportivo del club, las futbolistas preguntaron qué proyecto tenían con el equipo femenino. "La verdad es que no pudieron darnos respuesta, nos dijeron que no había nada pensado para el año siguiente, siendo que nosotras ya estuvimos a un paso de ascender dos veces, no sé qué hubiese pasado si realmente lo lográbamos", se pregunta Maragliano.
Argentino de Rosario es un club de barrio, uno de los tradicionales de la ciudad. Su equipo masculino juega en la primera D, pero a ellos el club les pagaba el alquiler del predio para entrenar. Paula valora lo que significó entrar en el club. "Antes, yo estaba jugando en el torneo de la Liga Rosarina, la pasaba bien, me divertía, pero esto era un sueño impensado. Una no exigía un salario porque sabe cuáles son las reglas del juego, pero llega un punto donde tenés que estar poniendo plata de su bolsillo. Una cosa es pagarme un colectivo para ir, y otra es solventarnos cosas mucho más básicas, como la cancha para entrenar, los estudios médicos, el equipo", dice la jugadora. De hecho, el cuerpo técnico convocó a un videoanalista y a una nutricionista, para aumentar el profesionalismo. Lo que sintieron las jugadoras fue que "el club en el último tiempo nos fue dejando de lado".
Por eso, su primera opción fue conversar con la dirigencia, pero no obtuvieron respuestas. El paso siguiente se aceleró. "Decidimos empezar a escribir una carta solicitando nuestros pases, pero nos enteramos, a modo de rumor, que ellos estaban buscando gente de afuera que venga a poner dinero y nuevas jugadoras, con el deseo de corrernos", contó Paula. La intención de Mariatti era pedir una excepción en AFA, porque no se puede cambiar todo el plantel, y argumentar que las jugadoras no querían seguir por "el cambio de cuerpo técnico". Ellas lo dijeron públicamente: "Eso no es verdad".
Lo que ocurrió fue que -después de sus planteos por la discriminación sufrida- la dirigencia del club fue por más: las mandó a buscar sponsors. "Hay un desinterés muy grande. Al plantel masculino nunca se le hubiese pedido que saliera a buscar sus propios sponsors. Después del comunicado nuestro se contactaron con inversores, para que pongan dinero de manera que el club no deba pagar multas o perder la categoría. ¿Por qué no los buscaron antes, cuando nosotras pedíamos una mínima ayuda para cosas básicas?", se preguntan las jugadoras, y lo transmite Maragliano.
¿Machismo? Sin ninguna duda. "A veces, las dirigencias no ven en los planteles femeninos más que un problema, creo que es porque no quieren invertir. El masculino de Argentino está en la categoría D, no es profesional. Y eso te demuestra que también uno tiene que invertir para que crezca. Y el fútbol femenino está creciendo muchísimo", considera Maragliano.
La arquera se incorporó en 2021 al club, bisagra para el crecimiento del fútbol femenino. "Antes no se le daba demasiada entidad al equipo. En 2021 ingresa una persona que viene a gerenciarlo, y solventó muchos gastos, eso también hizo que pudiéramos estar más abocadas a jugar, y llegar a instancias definitivas para pelear realmente arriba", rememoró Maragliano.
El compromiso del club siempre fue lábil. Dos jugadoras sufrieron rotura de ligamentos -en parte por las condiciones de la cancha- y debieron solventar por ellas mismas las cirugías. "Fuimos soportando un montón de situaciones y llegó un punto en que ya no lo podíamos seguir sosteniendo, porque prácticamente éramos las encargadas del plantel desde lo económico, estábamos haciendo nosotras lo que les correspondía a ellos", consideró la jugadora.
La decisión las desarticula como equipo de fútbol, pero también las fortalece. "Sí nos desarma a nivel futbolístico, pero la verdad es que nosotras nos sentimos más unidas que nunca y esto es para resaltar, porque es muy difícil encontrar un grupo de 25 personas que se plante frente a las injusticias de esta forma, sabiendo que las primeras perjudicadas somos nosotras", dijo la jugadora.
Lo que sí recibieron tras la falta de respuesta dirigencial fue el apoyo de hinchas y socios del club que quieren sostener al equipo. "En estos últimos dos años y medio arrancamos medio invisibles y de repente, hay un montón de hinchas que se han acercado y han empezado a venir a ver nuestros partidos. Una necesita la gratificación de saber que el club te acompaña y te apoya", subrayó.
Mientras evalúan las medidas a seguir para impedir que el club salga indemne del conflicto, Maragliano asegura que no quieren generar un problema. "Lo que queremos es que sea lo más justo posible y también que sea justo para las próximas chicas que les toque jugar en Argentino o en cualquier otro lado, en el ascenso o en cualquier otro equipo".