Líderes de los países amazónicos pidieron este miércoles, al cierre de una cumbre de dos días en la ciudad brasileña de Belém, que los países desarrollados "cumplan sus obligaciones en materia de financiación climática" de cara a la cumbre del clima COP28. En esa línea el presidente anfitrión, Luiz Inácio Lula da Silva, remarcó que las naciones centrales deben "poner dinero" para preservar la Amazonia.
Lula y los demás líderes de los ocho países de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA) que comparten territorio de selva, anunciaron el martes una alianza contra la deforestación, aunque sin consensuar metas. El miércoles la cumbre incluyó a representantes de la República del Congo y también la República Democrática del Congo más Indonesia, países que tienen grandes reservas de bosques tropicales, con miras a la conferencia de la ONU sobre el cambio climático que se celebrará en noviembre en Dubai, Emiratos Árabes Unidos.
Los mandatarios expresaron su "preocupación" por el incumplimiento por parte de los países centrales "de su compromiso con la financiación del desarrollo equivalente al 0,7 por ciento de la renta nacional bruta" y con la "financiación climática de 100 mil millones de dólares al año en recursos nuevos y adicionales para los países en desarrollo". También invitaron a otros países en desarrollo con bosques tropicales a entablar un diálogo sobre los temas plasmados en el comunicado, "en preparación de la COP28" y "otras conferencias internacionales pertinentes".
Contra el "neocolonialismo verde"
"Vamos a la COP28 con el objetivo de decirle al mundo rico que si quiere preservar efectivamente los bosques, hace falta poner dinero, no sólo para cuidar de los árboles, sino también de las personas que viven" allí, afirmó Lula en una conferencia de prensa al final del segundo día de la cita, que congregó por primera vez en 14 años a los líderes de las ocho naciones de la OTCA.
"No somos los países como Brasil, Colombia, Venezuela... los que precisamos dinero, es la naturaleza que necesita financiamiento", advirtió Lula. Y llamó a no aceptar el "neocolonialismo verde" de los países centrales que, "con el pretexto de proteger el medio ambiente, impone barreras comerciales y medidas discriminatorias y hace caso omiso de nuestros marcos normativos y políticas nacionales".
Durante su intervención el miércoles, el presidente brasileño señaló que no basta con combatir la deforestación, ya que en los sitios donde más se devastan los bosques es donde más pobreza existe y donde se registran los peores índices de salud, saneamiento, educación, seguridad alimentaria y violencia. "Iremos a la COP28 a decir que si quieren preservar los bosques es necesario poner dinero, no sólo para las copas de los árboles, también para cuidar al pueblo que está a su sombra, que quiere trabajar y estudiar", expresó Lula.
Brasil invitó a los presidentes de países como Noruega y Alemania, principales donantes del Fondo Amazonia (creado para financiar proyectos ambientales) y a Francia (cuyo territorio ultramarino de Guayana comparte una porción de la Amazonia), aunque estos mandaron representantes ministeriales o de las embajadas. La COP30, en 2025, se celebrará precisamente en la ciudad de Belém, en el estado de Pará.
En la primera jornada de la cumbre, Lula recibió a los mandatarios de Colombia, Gustavo Petro; de Bolivia, Luis Arce; de Perú, Dina Boluarte; al primer ministro de Guyana, Mark Phillips, y a la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez. Ecuador y Surinam fueron representados por sus cancilleres. Los ocho países signatarios del acuerdo que en 1995 dio nacimiento a la OTCA acordaron en una declaración "establecer la Alianza Amazónica de Combate a la Deforestación".
El objetivo es "evitar que la Amazonia alcance el punto de no retorno", a partir del cual, según los científicos, pasará a emitir más carbono del que absorbe, agravando el cambio climático, dijeron los países en la declaración. En el Vaticano, el papa Francisco expresó en su audiencia general su deseo de "éxito" a la cumbre de Belém, para que "renueve el compromiso de todos" con el cuidado del ambiente, y envió "un saludo especial a los presidentes de los países de la región amazónica".
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuyo gobierno se enfrentó con el antecesor de Lula, Jair Bolsonaro, por sus políticas de aliento a la explotación de la Amazonia, declaró el martes que era "urgente poner fin a la deforestación" de la selva. En un mensaje en la red social X (exTwitter) en coincidencia con el inicio de la cumbre en Brasil, Macron llamó a "proteger las reservas vitales de carbono y biodiversidad, en interés de los países con bosques, su población y del mundo entero".
El vaso medio vacío
La alianza regional se comprometió a trabajar para la consecución de las "metas nacionales" de deforestación de cada país, como las de Brasil que prevé erradicarla para 2030, según el organismo. "Nunca fue tan urgente retomar y ampliar nuestra cooperación", dijo Lula, cuyo país alberga el 60 por ciento de la Amazonia.
Expertos en medio ambiente lamentaron, sin embargo, que la Declaración de Belém trajera pocas medidas concretas. "No hay metas o plazos para erradicar la deforestación, ni mención al fin de la explotación petrolífera en la región. Sin esas medidas los países amazónicos no lograrán cambiar la actual relación predatoria con la selva", afirmó Leandro Ramos, director de Programas de la ONG Greenpeace Brasil.
Por su parte la Asociación de Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) evaluó que la declaración careció de "compromisos concretos, especialmente de las políticas relacionadas con los pueblos indígenas", como la esperada demarcación de tierras. "Precisamos que los posicionamientos de los presidentes sean más ambiciosos, especialmente de Lula", reclamó Dinamam Tuxá, coordinador ejecutivo de APIB, en un video difundido en redes.
Entre los "principios" acordados por los presidentes para impulsar sus planes de preservación, está "la participación activa" de los pueblos indígenas y la creación de un panel científico, inspirado en el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU, y un Centro de Cooperación Policial Internacional en la ciudad amazónica de Manaos.
Entre 1985 y 2021 la selva sudamericana perdió el 17 por ciento de su cobertura vegetal, debido a actividades como la ganadería, pero también a la explotación maderera y la minería ilegales, según datos del proyecto de investigación MapBiomas Amazonia.