Un hombre de 73 años fue condenado ayer a la pena de 20 años de prisión por delitos de abuso sexual contra su hija en la localidad de San Javier. “El mérito es de las víctimas y de la familia”, dijo el fiscal Francisco Cecchini en relación a la causa que juzgó los hechos en el marco del "calvario" que generó el agresor, durante casi tres décadas. Los delitos salieron a la luz en 2020 cuando amenazó con un facón a su expareja y madre de la víctima de abusos, por lo que también fue juzgado por amenazas. Todos los hechos endilgados fueron cometidos en un contexto de violencia de género "física, verbal y psicológica que él ejercía". Para la Fiscalía, "menoscabó la dignidad, la integridad y la seguridad personal de las víctimas”.

Por unanimidad, el tribunal santafesino integrado por José Luis García Troiano (presidente), Sebastián Szeifert y Nicolás Falkenberg, resolvió la pena, tras el juicio oral que comenzó el lunes pasado. Además, a pedido de la Fiscalía, los jueces también revocaron la prisión preventiva domiciliaria del condenado y dispusieron que quede privado de su libertad en un establecimiento carcelario.

“La pena que decidieron los jueces es muy similar a la que habíamos solicitado en nuestros alegatos (25 años). Estamos conformes, aunque aguardaremos los fundamentos de los magistrados”, valoró el fiscal Cecchini, quien además apuntó a que “el tribunal rechazó el pedido de la Defensa e hizo lugar al nuestro para que el condenado quede privado de su libertad en una cárcel de la provincia y se revoque la prisión domiciliaria a la que había accedido por su edad”.

Al mismo tiempo, Cecchini precisó que “la condena resuelta en el juicio fue por tres abusos sexuales con acceso carnal cometidos entre 2008 y 2016”, que fueron a juicio. No obstante aclaró que “los ataques a la integridad sexual de la víctima fueron cometidos durante casi tres décadas”. En tal sentido, subrayó que “la mujer relató con mucha valentía y coraje cómo comenzó a ser abusada en 1992 cuando ella iniciaba la escuela primaria, y contó que el último ataque fue horas antes de la detención del condenado en 2020”.

En ese sentido, detalló que “las agresiones fueron cometidas de forma sistemática en una vivienda de San Javier, bajo graves amenazas. Para que su hija no hablara con otras personas sobre lo ocurrido, el condenado la amedrentaba con armas y le aseguraba que estaba en condiciones de quitarles la vida a ella y a otros integrantes de la familia”.

Además, la condena también fue por el delito de amenazas coactivas en perjuicio de la madre de la víctima. En agosto de 2020, el acusado amedrentó con un facón a su expareja y madre de la mujer víctima de abusos. Este hecho delictivo motivó la llegada de agentes policiales al domicilio y dio inicio a la investigación. “Esa denuncia fue clave, porque mientras la mujer contaba en la Comisaría de la Mujer lo que había ocurrido minutos antes, su nieta –hija de la víctima de los abusos– brindó información de los ataques sexuales que desde hacía años se venían dando en la familia y que nadie se animaba a contar”.

Para Cecchini, se trata de "un caso paradigmático en el que el mayor esfuerzo lo hicieron las propias víctimas y los testigos. El mérito es de ellas. Todo lo que se pudo conocer en el juicio fue gracias a los testimonios que brindaron la víctima, su madre amenazada y su hija mayor de edad”.

La identidad del agresor condenado no se dio a conocer para evitar la revictimización de la mujer víctima de los abusos, que tienen el mismo apellido.