Diversos estudios cuantitativos y cualitativos realizados en la ciudad de Buenos Aires reflejan cierto pesimismo entre los votantes peronistas o kirchneristas porteños frente a la hegemonía electoral del macrismo en el distrito. Por la coyuntura política y social, estos electores empiezan a interrogarse sobre la mejor forma de derrotar a Juntos por el Cambio en las próximas elecciones.

Los analistas políticos, campaña tras campaña, nos preguntamos cuáles son las motivaciones del voto. En este debate surgen diversas hipótesis. Algunas concepciones prestan mayor relevancia a los intereses económicos, materiales o la pertenencia de clase social. Otros enfoques dan mayor importancia a factores emocionales o psicológicos al momento de constituir las identidades políticas.

Luego de cada turno electoral, los medios de comunicación tratan de explicar los resultados con diversas metáforas. “Voto bronca”, “voto cuota”, “voto testimonial”, “voto castigo” son algunos de los adjetivos que usamos para explicar los motivos que llevan a la gente a poner su boleta en la urna.

En este contexto, surge una categoría que nos permite entender algunos resultados electorales particulares: el voto útil o estratégico. Este tipo de comportamiento es una modalidad de decidir el sufragio en función del eventual resultado de las elecciones. Las personas no eligen al candidato que más lo represente, sino a aquel que, siendo aún menos próximo en sus preferencias, pueda ganar o evitar el triunfo de un político que les causa amplio rechazo.

Un caso paradigmático de este comportamiento fueron las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires de 2013. En esa oportunidad, Sergio Massa ganó la elección con el 43,9% de los votos. Dos años después, obtuvo la mitad de los votos: 22,4% y terminó tercero en dicho distrito. Este fenómeno se debió a un gigantesco proceso de coordinación electoral. ¿Massa enamoró a esos votantes o sintieron que sus propuestas iban a cambiar la realidad? La respuesta es no. Muchos votantes anti kirchneristas entendieron que Massa era la mejor opción para derrotar al peronismo.

Sabían que su voto era “estratégico” para debilitar a la fuerza política que ellos rechazaban y que la elección clave ocurriría dos años después. Tan instrumental fue el apoyo al entonces intendente de Tigre que esos votantes anti peronistas optaron por Massa en detrimento de Francisco De Narváez, quien había sido verdugo electoral de Néstor Kirchner en 2009.

El escenario electoral porteño nos indica que un fenómeno similar podría ocurrir en los comicios a Jefe de Gobierno. Parte de los simpatizantes kirchneristas manifiestan que podrían participar de la interna de Juntos por el Cambio para evitar un triunfo de Jorge Macri. Llegado este punto, cabe preguntarse cuáles son las razones que podrían explicar esta hipotética corriente de opinión. En nuestro análisis hay cinco motivos para entender este voto estratégico.

1. La factibilidad. Si bien Jorge Macri aparece con una pequeña ventaja sobre Martín Lousteau la elección se presenta pareja entre ambos candidatos de Juntos por el Cambio. A su vez, un tercio de los votantes peronistas y del Frente Izquierda manifiestan alguna posibilidad de votar a Lousteau. En este contexto, el voto hacia el ex ministro de economía de CFK podría ser plausible y eficiente.

2. El apellido Macri. Los sentimientos de rechazo que despierta Mauricio Macri entre los votantes de Unión por la Patria son intensos. Las polémicas vinculadas al domicilio legal de Jorge Macri o las expresiones racistas de Franco Rinaldi reavivan muchos de los atributos negativos que identifican en el ex presidente.

3. La herramienta para castigar. Martín Lousteau es un candidato “tolerable” para el público kirchnerista. Al menos un 40% de los votantes de Sergio Massa tiene imagen positiva de Lousteau.

4. La ingeniería electoral. Dos aspectos del sistema electoral favorecen el voto útil. Por un lado, el formato de interna primero y elección general después es un incentivo para articular este voto castigo. El razonamiento sería el siguiente: en la PASO castigamos al macrismo (votamos con la cabeza) y después se puede optar por nuestro candidato para preservar nuestras convicciones (votamos con el corazón). El segundo aspecto es carácter concurrente de las elecciones. Las candidaturas nacionales se votan con boleta tradicional, y las locales, de forma electrónica en otra mesa.

5. La experiencia de 2015. Muchos votantes kirchneristas suponen que una derrota de Horacio Rodríguez Larreta en ballotage de 2015 hubiese terminado con el experimento macrista e imposibilitado el triunfo de Cambiemos sobre Scioli en las presidenciales de dicho año.

Jorge Luis Borges decía que nada es tan cierto como los lugares comunes. Recién el domingo a la noche podremos mensurar el grado en qué parte del electorado kirchnerista se vuelca de forma “útil” hacia Martín Lousteau. Algo que, seguramente, no harán por amor sino por espanto.

* Politólogo y director de Opina Argentina.