Días pasados publiqué una breve nota en Página/12 donde afirmaba que el poder en Argentina estaba dispuesto a incendiar el país e incluso ahogar el mercado con tal de que no se consolide un gobierno nacional y popular. Esto, aún sabiendo que el proyecto nacional y popular estará atravesado por claras limitaciones impuestas por las distintas coyunturas nacionales e internacionales. Pero si la derecha dice Todo o Nada, dice la verdad de lo que quieren y hay que asumirlo seriamente. Traducido es lo siguiente: si no vuelven ellos que no quede nada. Las últimas 72 horas con su enorme irradiación de dolor, confirman esta situación.
Lo hacen en el momento en que no hay autoridad de Estado que pueda intervenir y también para mostrar que además está elección es para ellos superflua. Según lo que afirman ya está todo cocinado internacionalmente y solo tienen que hacer muy rápido lo que siempre hicieron, fabricar más y más deuda.
La decisión ya tomada es que les toca a ellos volver y completar el plan de odio a la Nación que comenzaron con Macri.
Ayer "casualmente" mataron en el obelisco a un militante internacional, muy bien escogido para el repertorio fascista de los medios ultraderechistas de la TV hegemónica argentina. Hasta sabían, siempre según ellos, que este hombre asesinado se encontraría con la hija del Che.
La derecha de Juntos por el Cambio viene trabajada desde hace tiempo por una agenda de ultraderechas donde Milei fue un ingrediente más de su gran plan para realizar la nueva técnica de "golpe de Estado sin golpe de Estado". Que lo hacen por sus intereses económicos es evidente, siempre es fundamental su máquina depredadora de negocios, pero también por una ideología que a través de las décadas fue tomando una consistencia monstruosa.
Si en otros países la ultraderecha odia de un modo pasional a la inmigración, el odio de la ultraderecha argentina, su verdadero racismo, es el kirchnerismo o la forma que asuma el movimiento nacional y popular.