Son un total de cincuenta y siete fotografías blanco y negro, sin autoría conocida, producidas principalmente en Argentina a lo largo de una década y poco más. Reproducciones que surgen de copias consideradas descarte, imágenes elegidas de un compendio de fotos buscadas y encontradas, cargadas de potenciales e imposibles referencias fotográficas a autores surgidos en países del primer mundo económico, muchos años después. Bautizada sucintamente como Fotografias 1930-1943, la muestra es el resultado del trabajo del artista Francisco Medail.
Al entrar en la galería Rolf Art –donde estará exhibida hasta fines de septiembre– y pasear frente a las fotografías, se desvanece la solemnidad que parece encerrar desde afuera. Cierta suavidad de las imágenes (aun en las más duras) se asienta en el enmarcado clásico, en la puesta formal. La autoría de esas cincuenta y siete fotografías confluye en una edición concreta, surgida de observación, hallazgos, discusiones y reflexión. Haciendo alusión a los libros editados por autor, compilados y publicados por Fundación Antorchas, Medail titula su construcción del mismo modo, anunciando lo que se verá (fotografías) y, enunciando años, la época que abarca la producción de las mismas.
Caminando por Boedo en 2009, Medail encontró una foto en la calle. Enseguida lo supo: haría algo con ella. La preservó y entre tanto encontró, y además buscó, otras. Otras a las que vio relacionarse, y miró hasta abrirse a un cuerpo de imágenes que le pidió hurgar en el Archivo General de la Nación para aumentarlo y focalizar. Ahí completó la selección base y se iniciaron las preguntas que lo trajeron hasta acá. Esa foto primera quedó en la selección final, pero es destacable sobre todo por ser la que da inicio a un proceso largo, por ser la que marcó una pauta. La foto errónea, la que la escuela ortodoxa de formación básica podría considerar como una mala toma, interpelaba al artista.
Cuando las fotos de este proyecto le empezaron a hablar, tejían la posibilidad de ir a lo político. El necesitado anclaje histórico fue apareciendo, y entonces, el material delimitó un tiempo (del ´30 al ´43, ese período conocido como la década infame en Argentina). Esa decisión incluía otra por añadidura. Al primer cuerpo de imágenes se le podía encontrar similitudes con fotos tomadas por autores referentes de la fotografía. “Parece un Frank, un Bresson, un Eggleston”, se decía Medail. Elegir uno de estos estilos encontrados señalizaba la ruta. Ganó Frank, aparentemente citado en gran parte del micro-archivo acopiado por el artista, citado desde la imposibilidad de haber sido inspiración 20 años antes de empezar a fotografiar.
La edición como necesidad para la elaboración de un análisis en un momento de sobre-valoración de la imagen y de excesos en sus usos. Alguien miró así en un país tercermundista mucho antes de Los Americanos de Frank. Eso.
A Medail le interesaba el cambio historiográfico. El material le planteaba un cuestionario complejo: ¿Qué es lo que no pasa cuando un modo de ver es soslayado por otro? ¿Qué corrientes operan sobre otras? ¿Desde dónde y cómo se construyen las historias? ¿Qué no se vio? ¿Qué inteligencias, a alguien, no le convino que se filtren?
Deriva entonces su obra en un planteo, a partir de la elección de copias anónimas, dispersas y unidas por un mismo lenguaje estético (legible sólo desde una mirar contemporáneo, según marca el texto curatorial de Verónica Tell) trasciende a su vez la acción por furor de archivo, pone en relación tiempos, posibilita una lectura inédita de la historia, más lejos de los montajes oficiales. Percibiendo la oscuridad de su tiempo, desnaturaliza la aceptación forzosa del discurso que se entrega masticado, expone la demanda precisa de inteligencia para habitar mundos tantas veces idiotizados.
La foto inútil para la crónica policial, el retrato movido del álbum, el registro de lo poético en la normalidad ciudadana, de lo dramático en lo que se vio/asumió cómico alguna vez. Matrices de estilos, fórmulas y visiones en un ante-tiempo. Una mirada a cámara, acciones cotidianas como esperar por un vuelto en una pizzería, planos cercanos, más no demasiado cerrados; una zona del tiempo, un juego de imágenes sin recorte en la copia, la asistencia silenciosa a los lugares occidentalizados donde se define el poder, la calle, la triste obviedad del nacionalismo como posible carta de identidad o territorio, la imagen encuadrando el comportamiento humano, que se sacude por lo bajo la opresión, silencio lleno de ruido.
Medail, de 26 años, nacido y criado en Entre Ríos, vive hoy en Buenos Aires. Es fotógrafo, investiga, hace curadurías y también se involucra en proyectos de gestión, como el que lo nombra director artístico de una feria de arte especializada en fotografía (BAphoto) Es estudiante, estudioso, activista, pensador de los haceres de su tiempo, desde su campo y sus labores.
En la exhibición están en presente tanto las fotografías como el artista. Con ella, una revalorización de la evidencia jaquea la coartada de la posmodernidad. No es una apropiación puesta a prueba, es la apropiación para poner a prueba el velo que cubre el haz de tiniebla –citando a Agamben– que proviene de su tiempo.
Fotografías 1930 - 1943 puede visitarse de lunes a viernes en Rolf Art, Esmeralda 1353. De 11 a 20. Gratis.