Como una caricia, la lluvia de Funes cae sobre el verde.
Los viejos sabemos que no hay mejor momento que este para que vuelvan todos.
Fueron viniendo de a uno.
Todos sonrientes, como para mostrarme su felicidad.
Y yo, que soy un cachito de todos ellos, sentí que el mundo era bueno.
No me hablaron, pero me dijeron tantas cosas…
Siempre nos entendimos con la mirada.
Los ojos color miel de mi madre siempre tuvieron voz para alentarme, para cuidarme y para enseñarme.
Los de mi hermano, celeste cielo, me llevaron a los días de risas y cantos, de Pugliese y el cine del barrio.
Vinieron todos.
Mi abuelo, el que mojaba el pan en el vino, el que nunca aprendió el castellano, me acarició.
Mi viejo, al que tuve tan poco, se puso a mi lado.
Eran muchos.
Mi padrastro, el que me arreglaba el moñito antes de que yo, apenas un niño, saliera al escenario confiado.
Pienso que, en algún lugar, están juntos.
Hacia allá iré, seguramente.
Mientras tanto, siento que están conmigo aquí, mientas la lluvia toca la melodía más hermosa.
Estoy con ellos y la Nochebuena me devolvió la esperanza, que para eso llega todos los diciembres.
Texto incluido en el libro "Aromas del tiempo". Se presenta el 18 de agosto a las 19 en el bar El Cairo, Sarmiento y Santa Fe.