El Fondo Monetario Internacional no tuvo que esperar a este domingo para participar de las elecciones PASO colocando el sobre con el candidato preferido en las urnas. El favoritismo político es tan obvio como escandaloso, puesto que no sólo es la predilección ideológica, sino que también se expresa en miles de millones de dólares.
El monto involucrado es obsceno: en el año de la peor sequía de la historia, con una pérdida de 20 mil millones de dólares de exportaciones, en el primer semestre, el FMI recibió pagos netos por 6922 millones de dólares. No entregó, se llevó dólares de arcas exhaustas del Banco Central
La comparación con el gobierno de Mauricio Macri es impactante. Le entregó 44.500 millones de dólares pese a que los dos programas acordados fueron un fiasco, con incumplimientos generalizados y utilización de esos recursos violando las normas del organismo. Los dólares fueron girados para ayudar en la campaña electoral del oficialismo, apuesta política que resultó fallida.
En cambio, ahora, en una instancia electoral similar pero en condiciones financieras sumamente frágiles, el Fondo no sólo no cumple con los desembolsos comprometidos, los posterga para después de conocidos los resultados de estas elecciones primarias y se presenta como un auditor estricto de las metas macroeconómicas definidas en el programa firmado en el primer trimestre de 2022.
Los casi 7000 millones de dólares que fueron al Fondo y se restaron de las reservas del Banco Central se dio en un contexto de extrema debilidad cambiaria, situación crítica que tiene al FMI entonces como uno de los responsables.
Se sabe que menos dólares en las arcas de la entidad monetaria deriva en una menor capacidad de intervención en el mercado y menos divisas para importaciones necesarias para impulsar el nivel de actividad económica. Además, aumentan las expectativas de devaluación y, por lo tanto, se incrementan las presiones inflacionarias.
Qué dice el Banco Central
El último Informe de Política Monetaria del Banco Central expone este cuadro de situación. "Las derivaciones del impacto de la sequía, cuya magnitud record era imprevista meses atrás, cambiaron el escenario macroeconómico para este año sobre el cual se delinearon las metas incluidas en el Programa de Facilidades Extendidas del FMI, que aún en un contexto de ausencia de shock requerían un importante esfuerzo de las políticas monetaria y fiscal para su cumplimiento".
Agrega que las discusiones técnicas acerca de la recalibración del programa en este nuevo escenario extendieron los tiempos de la quinta revisión del programa, demora que descalzó el esquema de pagos y desembolsos previstos con el organismo multilateral de crédito.
Para ofrecer entonces la cifra del escándalo: el saldo "a fines de junio suma pagos netos al FMI equivalentes a 6922 millones de dólares".
El Banco Central observa que las reservas internacionales se ubicaron en 27.926 millones de dólares a fines de junio, mostrando una caída de 11.134 millones de dólares en el segundo trimestre. Esta pérdida de reservas es fortísima al tener en cuenta que el 62 por ciento de la caída corresponde a los giros realizados al Fondo Monetario Internacional.
Más allá de discursos amigables, comentarios de comprensión sobre el impacto de la sequía y de supuesta colaboración para conseguir financiamiento alternativo, la conducción del FMI y el dueño del organismo (Estados Unidos), han tenido en la práctica un comportamiento desestabilizador en el frente financiero y, por lo tanto, de la economía en un año electoral. Actitud que se entiende porque se trata de un gobierno que no es de su preferencia política.
No le soltó la mano a la administración de Alberto Fernández para evitar un descalabro de proporciones, como lo hicieron el Banco Mundial y el FMI con Raúl Alfonsín (1989) y Fernando de la Rúa (2001), respectivamente. Sin embargo, ha hecho poco y nada para aliviar el crítico cuadro macroeconómico agudizado por la sequía. Por el contrario, ha sido uno de los principales responsables del ahogo financiero de estos meses.
Si vienen, los dólares vienen después de las PASO
Con la excusa de las vacaciones, luego de dilatar la negociación hasta el momento en que la tecnoburocracia de Washington se va a descansar, el prometido desembolso de unos 7500 millones de dólares quedó para días posteriores a la apertura de las urnas.
En sendos comunicados del Fondo y de Economía se informó que hubo un acuerdo pero no se difundió el documento oficial. ¿El resultado de la costosa encuesta nacional de este domingo, que determina el posicionamiento del oficialismo y de la oposición para la elección general de octubre, puede llegar a alterar la decisión del directorio del FMI? No hay una respuesta terminante a este interrogante, pero esta eventualidad quedó abierta en otra señal inconfundible del posicionamiento político del FMI.
En el mejor de los casos, a fines de agosto se concretará ese desembolso, que gran parte se destinará a cancelar líneas de créditos contingentes (CAF, Qatar) para cumplir con los vencimientos con el FMI. Habrá también unos 2750 millones de dólares en noviembre, con el resultado de la primera vuelta electoral ya superada y previa revisión del cumplimiento de las metas acordadas. El momento elegido para este giro plantea dudas de si efectivamente se vaya a concretar.
El Fondo señaló que el desembolso se encuentra sujeto a la aprobación del directorio del organismo y a la aplicación de las políticas acordadas. Economía afirma que ya se han adoptado las medidas consensuadas para asegurar el giro.
Muestras de amor en una relación desigual
El equipo económico ya aplicó las medidas acordadas, como el nuevo dólar agro, impuestos a las importaciones, quita de subsidios a tarifas de luz y gas asumiendo el riesgo de la reacción social a pocas semanas de las elecciones y aceleración de la tasa de devaluación del tipo de cambio oficial (el denominado crawling peg ha pasado del 7,2 de julio al 12,5 por ciento mensual en agosto).
Estas muestras de amor no correspondidas, por ahora, con dólares se categorizan como "prior actions", que en este tipo de relación desigual es la demostración de buena voluntad del deudor para que el acreedor "crea" que se cumplirán los términos del acuerdo.
Este abierto posicionamiento político del FMI, si se evalúa en perspectiva histórica, se expresó en un período cambiario (primer semestre del año) en el cual se acumulaban reservas, pero en éste no ha sido así por el impacto negativo de la sequía.
La secuencia ha sido terrible: una pérdida record de dólares de exportación, pese a este impacto negativo hubo exigencia de medidas de sesgos regresivos y, para apretar un poco más la soga en el cuello del deudor, se demoran los desembolsos de dólares hasta después de las elecciones.
La merma en los ingresos por la pérdida de recaudación de derechos de exportaciones debido a la sequía implicó una reducción real del gasto mayor a la prevista originalmente. Es así como, si bien se contuvo la expansión del gasto primario en términos reales, esto no se reflejó en una reducción que permitiera alcanzar la meta de resultado fiscal contemplada en el acuerdo con el FMI, que fue casi nada flexible en este punto.
Hasta un reporte de una consultora de la city, ACM de Javier Alvaredo, advierte que la dinámica del mercado cambiario "se ve influenciada por el financiamiento neto negativo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)". Destaca que en el primer semestre del año pasado, las operaciones con el FMI mostraron desembolsos netos positivos por un total de 6799 millones en la Cuenta Financiera, mientras que en este año 2023 el saldo es inverso en términos negativos.
Para concluir que para fin de año "se espera que Argentina mantenga un saldo negativo con la entidad de aproximadamente 4300 millones de dólares".
El voto del FMI para las PASO y también para las generales es cantado y lo hace sin ningún pudor.