Parece que fue hace un siglo en la Argentina, pero hasta hace un par de días, era posible reírse en la previa de las PASO. Tal vez fue lo único entusiasmante que pasó en una campaña marcada por la incertidumbre, el enojo, las urgencias del presente. Un programa de streaming que se transmite por YouTube y Twitch lanzó la convocatoria y la gente empezó a crear jingles que, valiéndose del humor, se mostraron como afiladas síntesis políticas que describieron este presente. Rápidamente se viralizaron por las redes, fueron tomados por programas de radio y tv, se instalaron como tema de conversación. Y no sólo eso: ocurrió que lo que era consumo irónico terminó siendo tomado por los equipos de los precandidatos, y usado oficialmente en las campañas: Lousteau lo pautó en redes, también las y los candidatos de la izquierda, y Milei, que además usó uno en su cierre de campaña, Guillermo Moreno lo sumó a su spot de rotación en radios, Grabois celebró sus jingles en el mismo programa, Massa dejó saber que le gustaba el suyo.
Fue desde Tres Estrellas, el programa que se emite por el canal de YouTube Gelatina, y que conduce Pedro Rosemblat junto a Marcos Aramburu e Ivana Szerman, que lanzaron la Fábrica de Jingles, la sección que invitó a la gente a participar creando jingles con la música de canciones conocidas. El comienzo fue casi casual, con parodias que surgieron a partir de uno de Moreno --el toque humorístico, por cierto, le dio muy buen resultado en la campaña al precandidato--. Así empezaron a hacer canciones de precandidatos en el programa, pero sobre todo las abrieron a la participación de la gente. Y fue un éxito.
"Hubo muchos equipos de campaña queriendo meter jingles en La fábrica, pero enseguida los detectamos. Te das cuenta porque les falta cierta desfachatez, se les nota lo acartonado... les falta alma", comenta Aramburu a Página/12. Y aunque la ironía de los jingles a veces es filosa hacia adentro de la interna, o inclusive hacia el mismo candidato, las campañas terminaron incorporándolos. "Macriiista... lo único que te pido es que no votes a un DJ, que pusieron a dedo por ser primo del rey y dicen que es más boludo que Felipe Miguel", dice el tema que pautó en redes Lousteau, con la música de "La isla del sol".
Las canciones son, además, profundamente políticas. "Algunas son síntesis políticas tremendas. El talento y la creatividad de la gente es espectacular, y hay cantantes y letristas increíbles. Siento que esto explotó tanto porque la gente tenía necesidad de que la escuchen. Las campañas armaron puros spots cinematográficos que no interpelan a nadie, de hecho esta campaña no deja ni un spot que vayamos a recordar. Y bueno, ese lugar lo ocupan los jingles", analiza Aramburu.
El sociólogo Alberto Quevedo prefiere despegar este tipo de piezas de la idea de "consumo irónico": "Creo que es humor político, que es un componente importante de la política. El humor es una gran puerta de entrada a la comprensión, la decodificación de la política por parte de los ciudadanos y ciudadanas", advierte. Y recuerda que el humor, como lenguaje, formó parte de la política desde el siglo 19, con la marca profunda de la revista Humor en la última dictadura como ejemplo destacado.
"En estas últimas campañas hay una ausencia total de humor político. Esa Fábrica de jingles logró cosas importantes. La primera, incorporar el lenguaje del humor en la campaña. Pero además lo que creo define a una comunicación política como exitosa: que produzca conversaciones, que estemos hablando de esto, ese es el gran medidor de efecto. Fue muy bueno lo que hizo el ciudadano común, la gente que empezó a hacer jingles y enviarlos, hubo mucha creatividad puesta en juego", dice Quevedo.
Entre las piezas de comunicación política que produjeron conversaciones y por eso hoy son recordadas hay ejemplos como el "Dicen que soy aburrido" o el "Menem lo hizo" de los 90. Quevedo coincide en que ninguna de esta campaña podrá acercarse a ese nivel de recordación. Y destaca "el valor de estos jingles, que son piezas de comunicación política, en medio de una campaña aburrida, anodina, sin novedades, chata, que sumó desinterés para el ciudadano común".
La politóloga y directora de Salto Agencia Natalia Zuazo ubica con claridad el gran déficit de esta campaña: "Es todo un bajón", sintetiza. "Todo el material de campaña, de todos los partidos, es muy serio, muy bajón. A lo sumo es emotivo, como el de Unión por la Patria, que apela a lo emotivo para mantenernos juntos y salir de esta hacia lo que viene. Pero no hay nada que denote alegría, es todo orden y más orden, o "tenemos que salir de esta con sacrificio", o con estar juntos. No hay un horizonte de expectativa, no hay campaña que interpele a los jóvenes. El único que tiene un horizonte de un poco de expectativa para las personas jóvenes es tal vez Kicillof, con la campaña Derecho al futuro, que incorpora ese horizonte joven", analiza.
Son esas demandas de las personas jóvenes, que fundamentalmente son vivienda y tener un cierto margen de buena vida trabajando o estudiando, las que no están siendo registradas por la política, advierte Zuazo. "Y si cuando es todo un bajón te invitan a reírte en medio de la campaña, ya sea porque te gusta ese político y te reís con él, o porque no te gusta y te reís de él, si además eso te contecta con cantar y con canciones que conocés, claro que va a funcionar", reflexiona.
¿Por qué los equipos de campaña terminaron incorporando oficialmente estos jingles, que eran en un principio paródicos? "En algún momento se confundió todo, se pensó que dirigirse a los jóvenes era hacer formatos para jóvenes: hacer un TikTok, un desafío, un bailecito. Pero hacer cosas para los jóvenes no tiene que ver con el formato, es hablar de las cosas que ellos quieren, entender cuál es su demanda. Y hoy no hay políticas para los jóvenes", marca la politóloga. "En el medio tiene todo el sentido que Milei haya acaparado gran parte de ese voto, veremos qué sucede con eso. Entonces, como no se encuentra la manera real de llegar a ellos, tomar eso que los jóvenes hacen genuinamente es una manera de poder llegar a ellos, aunque sea por lo irónico. Es esperar que digan: Por lo menos por lo irónico, alguien me está prestando atención".