“Vivo tratando de descubrir nuevas voces del teatro latinoamericano”, asegura el director Carlos Ianni, desde los 80 al frente del Celcit, una institución dedicada no solamente a la divulgación del teatro iberoamericano, sino también a la producción y la docencia. El Celcit fue pionero en el uso de Internet, primero en formato de foro de discusión y ahora, a través de las redes sociales, Ianni continúa con su tenaz trabajo de republicación de notas sobre teatro aparecidas en los medios. Fue también a través de las facilidades que ofrece lo virtual que conoció a la madrileña Blanca Doménech, autora de Vagamundos, la obra que está presentando en estos momentos en la sala del Celcit de Moreno al 300. El elenco está integrado por Enrique Cabaud, Teresita Galimany, Mario Mahler, Juan Olmos y Magalí Sánchez Alleno.
Premiada en 2009 con el prestigioso Calderón de la Barca, la obra reúne a un grupo de personas empecinadas en vivir según sus propias reglas en un paraje alejado de las costumbres de la vida urbana. Hasta allí llega un desconocido con un objetivo que va transformándose a medida que pasa el tiempo, tanto, que la aventura termina en viaje de autoconocimiento. La pieza plantea, además, un sutil juego de tiempo y espacio que el espectador deberá desentrañar. Es uno de los aspectos que más entusiasma al director, que propuso a la autora cambios en el lenguaje que utilizan los personajes para volverlos más argentinos.
–¿Qué territorio presenta Vagamundos?
–Hacia fines de los años 80, la autora viajó a la isla de Menorca para pasar sus vacaciones, pero finalmente se quedó allí 4 años. Cuenta que en los años 70 la isla había sido refugio de hippies de Estados Unidos y de Europa y que después quedaron los que permanecieron viviendo según sus propias reglas, pasada su juventud y más allá de la moda.
–¿La obra habla del poder de las utopías?
–Absolutamente. Todavía creo en las utopías porque, como decía Galeano, son lo que nos ayuda a seguir caminando. Pero es muy interesante el fenómeno de la percepción. Cuando estamos haciendo una puesta pensamos que dominamos una serie de signos y en realidad no sabemos cómo serán decodificados, según la edad, el género y tantas otras variables.
–¿Qué asuntos plantea?
–La obra interpela de diferentes maneras. También hace vivir un viaje de fantasía. Y propone descifrar algunos misterios. Pero fundamentalmente pregunta si la vida considerada normal es la única que puede ser vivida. Yo me lo planteo: tras 42 años haciendo gestión institucional, además de docencia y de poner espectáculos, creo que quisiera quedarme sólo con las clases y la vida artística. Y que el equipo que fui formando continúe esto que creé a lo largo de toda mi vida.
–¿Qué es lo que tiene que tener una obra para montarla?
–Me tiene que producir un flechazo, un acto de enamoramiento. Que sienta que no estoy completo si no la hago. A veces hay que esperar, claro, y se transforma en un amor sufrido. Pero siempre me tiene que plantear un desafío. Y contar algo que vale la pena compartir.
–Cree en el teatro que transmite un mensaje…
–Siempre hay un mensaje. Hasta la ausencia de mensaje lo es.
–¿Cómo vive este presente?
–Lo vivo mal. Se compara este proyecto económico con el de la dictadura o el neoliberalismo de Menem pero ahora es peor, porque en 12 años vimos que las cosas del Estado se podían gestionar de otra manera.
* Vagamundos, Teatro Celcit, Moreno 431, los domingos a las 19 hs.