El cine busca formas y maneras a través de las cuales dar cuenta de las tragedias y heridas que laten. A veces miró para otro lado –allí el reproche de Godard: cuando el Holocausto, ¿qué hizo el cine?–; otras, procuró redimirse o fue más perspicaz. Como sea, allí están las imágenes. Las de años idos, las del presente. Todas, parte de un devenir que mira el horizonte.

Dicho esto, hay dos noticias de cine para estos días. Por un lado, mañana a las 18, el Espacio Incaa de la ciudad (cine Arteón, Sarmiento 778) proyectará La bruja de Hitler, el largometraje de Virna Molina y Ernesto Ardito que estaba pendiente de estreno en Rosario. Hubo una primera función el jueves pasado, la de este martes tal vez sea la última (y sería una pena). Molina y Ardito –responsables de Sinfonía para Ana (2017), una de las aproximaciones más bellas y no menos dolorosas sobre los hechos de la última dictadura– ensayan aquí una suerte de variación poética alrededor de las secuelas nazis, pero insertas en suelo propio. Como bien aclara la película: se trata de una “fábula a partir de hechos reales” (algo que bien podría decirse de toda película, para sacarse de encima ese mote molesto de “basado en hechos reales”, ese lema de garantía inútil que prolifera).

La fábula de La bruja de Hitler viaja a los ’60 en la Patagonia y se tiñe de cuento de hadas roído, entre montañas que no son los Alpes y sin embargo se le parecen, con refugiados que celebran el cumpleaños del líder muerto y esconden su identidad en trabajos mundanos; el silencio parece confabular con ellos. El silencio en sentido simbólico, porque la película ofrece un diseño sonoro alucinante, que teje un mundo enrarecido. En cuanto a la narración, bien podría decirse que La bruja de Hitler oficia a la manera de un ensayo, con registros que varían (del digital al Super 8), elipsis abruptas, capas narrativas fragmentadas, escenas inconclusas, variaciones temporales. Todo puede ser. A la manera de un mal sueño. Un film notable, que analiza poéticamente las incidencias del pensamiento extremo y cómo permean los comportamientos y las palabras; algo por demás perceptible hoy día.

En otro orden y con motivo de los 50 años del golpe de Estado en Chile, Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) invita al ciclo que tendrá lugar en su Túnel 4, con entrada libre y gratuita, a realizarse entre el jueves 17 y el sábado 19, siempre en el horario de las 19. El ciclo cuenta con curaduría del realizador Pablo Romano, y está organizado por Centro Cultural Parque de España junto a Consulado General de Chile, Centro Cultural de la Moneda – Cineteca Nacional de Chile, Cineteca Universidad de Chile, 50 años del Golpe de Estado en Chile, Museo de la Memoria de Rosario, y Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario.

De acuerdo con las palabras que acompañan la propuesta, “el ciclo intenta, de alguna manera, trazar un puente entre las imágenes y la memoria, para unir, ligar y resignificar el pasado chileno a partir de la instauración del golpe de estado conducido por Pinochet. Poner en entredicho políticas de memoria y el uso del archivo audiovisual para pensar las nociones de trauma que generó la política del plan Cóndor en América Latina. Intentar bucear en los desplazamientos de memoria que ocasionó dicho exterminio y genocidio y su relación con las imágenes”.

La programación integra cortos, largometrajes y paneles. El jueves próximo podrán verse los cortometrajes Vamos por ancho camino. Víctor Jara (3 min) de Hugo Arévalo (1972), Los Hawker Hunter sobre La Moneda (2:25 min) de Pedro Chaskel (1973), Reportaje de Lota, de José Román (18 min, reportaje a los mineros del carbón de Lota, al sur de Chile), y Vicente Ruiz a Tiempo Real (63 min, 2022) de Julio Jorquera y Matías Cardone: documental dedicado a una de las figuras relevantes durante la contracultura de los años ‘80.

Vicente Ruiz a Tiempo Real: documental sobre una figura relevante durante la contracultura de los ‘80.

El viernes podrán verse el corto Un sueño como de colores (10 min) de Valeria Sarmiento (1972, film inédito hasta 2021, protagonizado por un grupo de bailarinas de striptease en plena Unidad Popular) junto a Imagen final (96 min, 2008) de Andrés Habegger: el documental de Habegger indaga en Leonardo Henrichsen, el camarógrafo argentino que filma su propia muerte en junio de 1973 en Santiago; 33 años más tarde, el periodista Ernesto Carmona descubre la identidad del hombre que le disparó y exige justicia. A continuación, habrá una mesa debate, prevista a las 20.45, con las participaciones de Alejandro Goic (Agregado Cultural de Chile en Argentina), Rodrigo Araya Mourgues (Cónsul General de Chile en Rosario) y Andrés Habegger, con la coordinación de Pablo Romano.

Las proyecciones del sábado estarán integradas por Teatro callejero. Mi capitán (50 min, 2011) de Carlos Flores, sobre la obra Todos estos años que Andrés Pérez presentara –entre música, baile y pantomima– en diversos lugares de Santiago durante 1986; y Ángeles (45 min, 1988) de Tatiana Gaviola, docuficción dedicada a la historia de un grupo de estudiantes universitarios que poco a poco van desapareciendo, con especial atención en la historia de Juan Maino Canales, detenido y desaparecido el 26 de mayo de 1976. El sábado habrá una mesa de cierre a las 20.45, con las presencias de Alejandro Goic (Agregado de Cultura Embajada de Chile), Mauricio Salomón Alamo (Cineasta chileno, jefe del área de cine del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile), María Langui (Directora y Productora rosarina), y la coordinación de Lucas Massuco (Director Museo de la Memoria).