Del mismo modo que el dispositivo oficial de propaganda pública y privada exculpa al gobierno de la manipulación en la carga de los votos en las elecciones PASO de las provincias de Buenos Aires y Santa Fe, una inmensa red de analistas y economistas se hacen los distraídos con cambios de metodologías y retoques insólitos en estadísticas públicas. Para justificarlos o para restarle importancia se escudan en la cuestionada gestión pasada del Indec, comportamiento poco consistente si lo que se pretende es rigurosidad técnica, no así si lo que existe es simpatía política con el oficialismo para convalidar el hacer lo mismo pero en forma prolija con cobertura mediática. El Indec, los ministerios de Trabajo y Hacienda y el Banco Central están acomodando la elaboración y difusión de estadísticas públicas para fortalecer el relato económico macrista. Para desatentos involuntarios y también para los convencidos de la causa de la Segunda Alianza, se presentan aquí varias de las manipulaciones de cifras que tienen el objetivo de alterar el sentido de cuestiones económicas, en una ampliación de lo ya publicado en este espacio “Los números de los (im)puros”, el 23 de octubre del año pasado.
El Indec de Macri que hoy dice “la verdad” dispuso de un inédito apagón estadístico en el primer semestre de 2016 de todos los indicadores -no sólo de los que estaban cuestionados- para entorpecer la comparación de variables que expondrían el ajuste regresivo de la política económica. Un aspecto poco mencionado es que técnicos jerárquicos de la anterior gestión lograron ascensos, como el caso de Fernando Cerro actual director técnico del organismo, cuando había sido Director Nacional de Cuentas Nacionales hasta el 2008 y coordinador en la elaboración de la Matriz de Insumo-Producto. Ocupó el cargo luego de que el titular del Indec, Jorge Todesca, despidiera a quien se había convertido en un emblema de resistencia al período de administración durante el kirchnerismo, Graciela Bevacqua. Esta técnica había cuestionado la tarea y los tiempos de elaboración del nuevo Índice de Precios al Consumidor de Macri. Ahora sin tanta difusión mediática para sus críticas, prefirió conchabarse en el Ministerio del Interior en un cargo poco relevante en el equipo de asesores técnicos del subsecretario de Coordinación de Obra Pública, Ricardo Delgado.
En un reportaje concedido a La Gaceta de Tucumán el 30 de noviembre de 2008, Cerro afirmó que “ante todo debo decir que el Instituto trabaja en forma adecuada, con un plan de trabajo plurianual”. En ese entonces el diputado Alfonso Prat Gay, el primer ministro de Economía del gobierno de Macri, lo había denunciado en la Justicia por inflar el crecimiento de la economía durante la gestión kirchnerista. Ahora, el mismo Cerro siendo el director técnico del Indec de Macri, supervisó una revisión de la serie del PIB de los años del kirchnerismo, sobre el que existían pequeñas discrepancias en las cifras, pero ninguna tan pronunciada como la realizada para el 2009. En esa tarea de revisionismo histórico, el Indec fue más lejos que cualquier estimación privada (que indicaba retroceso del 2 al 3 por ciento) para ese año y calculó una caída del 6 por ciento. Para alcanzar esa cifra, Cerro explicó que se sacaron los subsidios a los servicios públicos del cálculo, se incluyó el impuesto al cheque y se utilizaron índices alternativos de “algunos insumos estadísticos”. De ese modo construyeron una serie con criterio político para mostrar que no hubo tanto crecimiento económico en el ciclo kirchnerista. Una caída del 6 por ciento del PIB hubiera derivado en un descalabro social y laboral y eso no sucedió.
Esta manipulación estadística ha dejado libre el terreno para que financistas inicien juicios millonarios ante un eventual pago o no del activo denominado Cupón PIB, adicionado a los bonos emitidos de la reestructuración de la deuda en default en 2005 y 2010. Al modificar la serie del PIB desde 2004 y calcular un incremento acumulado de la actividad económica desde ese momento muy por debajo del que se registraba en la serie anterior, puede provocar juicios millonarios contra el Estado argentino. Para que se gatillen los pagos, el país no sólo tiene que crecer más del 3 por ciento en un año sino que debe acumular un crecimiento desde 2005 por encima del crecimiento planteado en el escenario base de la emisión de los cupones. Con el PIB del Indec de Macri, el crecimiento acumulado está debajo de ese estimado, por lo que lo cupones no deberían pagarse incluso si el país creciera 3,0 por ciento. En esa instancia, inversores pueden sentirse estafados porque no cobrarían con la economía avanzando 3,0 por ciento. Reescribir la historia, como pretende el macrismo, sería de ese modo muy costosa. Algunos dicen que antes se había manipulado el IPC para pagar menos deuda; ahora, con otros cambios metodológicos y otro gobierno, la modificación de la serie de PIB puede implicar pagar más deuda. Quienes se considerar puros de las estadísticas se enfrentan con controversias de unos y otros. Pero la reacción no es la misma. Así se revela, antes y ahora, el carácter político de la observación acerca de las estadísticas públicas.
Toqueteo
Todesca también amenazó y maltrató a dirigentes sindicales del Indec, registro que sólo fue difundido en redes sociales sin generar una ola de indignados. También colaboró con estrategias políticas del gobierno: el IPC de enero fue marcado más bajo que el resto de indicadores de precios públicos (por ejemplo, el de Ciudad de Buenos Aires) y privados, para condicionar la negociación paritaria del año, y el mismo comportamiento se verificó con el indicador de julio, difundido días antes de las elecciones PASO. En los meses siguientes, se ajusta el índice para hacerlo coincidir con el resto, en una manipulación prolija de las estadísticas.
Esto mismo se observa con los datos de consumo e industriales, destacándose el del rubro textil. Con cifras privadas y públicas que informaban retrocesos, esas variables fueron anotadas en algunos períodos con signo positivo (por caso, el consumo en el primer trimestre de este año). Otra variable que merece un estudio más detallado es el supuesto “boom” de la industria pesquera que difunde el Indec para mejorar la leve alza del 0,3 por ciento PIB en el primer trimestre de este año, con variaciones de ese sector de más del 30 por ciento cuando la actividad está bajo tensión económica y laboral. El año pasado tuvo una caída en la captura de 2,1 por ciento respecto a 2015. El último reporte de Economías & Regiones indica que los desembarques marítimos alcanzaron las 62.317 toneladas en junio pasado, una disminución de 6,4 por ciento respecto a igual mes de 2016, y en el acumulado semestral, el alza es de 16,5 por ciento interanual, la mitad de la tendencia informada por el Indec. La crisis en el emblemático Puerto de Mar del Plata y la pérdida de empleos no reflejan la fortaleza sectorial que describe el Instituto.
Además de interrumpir la información estadística durante seis meses, las cifras de desempleo del Indec disfrazan desocupados como inactivos. De esa forma, disminuye la tasa efectiva de personas sin trabajo que se registra. A la vez, sobreestimó la canasta de bienes y servicios que define la línea de pobreza, siendo más elevada en comparación a otros países de la región y a cualquier otro estudio privado. Determinó así que la cantidad de pobres es el 32,2 por ciento de la población, cifra que les permitió a los voceros del macrismo salir a publicitar que el ciclo político del kirchnerismo dejó una cantidad enorme de pobres. El Indec no publicó números del primer trimestre de 2016 ni del último de 2015 con la nueva canasta para así no cuantificar el impacto negativo de las políticas macristas en la población vulnerable a la pobreza.
Balance
La alteración de estadísticas y de metodologías no es exclusiva del Indec. El Banco Central presenta informes que distorsionan la situación económica, diciendo que la inflación baja y que la economía crece. Avanzó además en modificar las normas de elaboración de su balance para ocultar la debilidad patrimonial provocada en la actual gestión. En el reporte Política Monetaria, en uno de sus anexos, presenta una nueva forma de elaborar el balance (descuenta las Letras intransferibles del Tesoro y los Adelantos Transitorios al Tesoro, activos no negociables en el mercado) para encubrir que Federico Sturzenegger recibió un Banco Central con un patrimonio neto equivalente a 14 mil millones de dólares y que lo hizo descender a la mitad.
El BC empezó a jugar con el calendario de difusión de informes. Hasta este mes el reporte Evolución del Mercado Unico y Libre de Cambios y el Balance Cambiario era publicado a los quince días. Sin explicar los motivos, el documento fue postergado unos diez días y se subirá a la página oficial de la entidad el miércoles de esta semana. El movimiento cambiario que informará de julio es muy relevante puesto que en ese mes hubo una corrida importante y resultará revelador saber a cuánto ascendió la compra bruta de dólares en esos días. Informarlo dos jornadas después de las PASO, como hubiera sido lo correcto de acuerdo al seguimiento del calendario, podía alterar la situación del mercado. De todos modos, para entender la dinámica cambiaria hay que sumergirse en los anexos estadísticos, puesto que el informe principal esquiva el análisis riguroso de la cuestión.
El Ministerio de Trabajo modificó la forma de contabilizar el empleo privado registrado para subestimar la destrucción de empleo, porque toma en cuenta la persona ocupada y no la cantidad de puestos ya que una persona puede tener más de un trabajo o, en otros términos, la destrucción de un puesto puede no significar necesariamente que esa persona quede desocupada.
El Ministerio de Hacienda varió en dos oportunidades el método de medición del déficit fiscal, primero con Alfonso Prat Gay y luego con Nicolás Dujovne. El Indec también metió manos en los datos de la evolución de la deuda externa (nueva serie de la Balanza de Pagos) para reducir la contabilidad del endeudamiento desaforado de veinte meses, al imputar la emisión y pago a fondos buitre como “atrasos” en la cuenta del 2015.
El Gobierno tiene una prolija estrategia de manipulación de las cifras económica con la subestimación de estadísticas negativas, la sobreestimación de las positivas, la alteración de metodologías para la elaboración de indicadores y balances, la modificación del calendario de difusión de informes negativos para el oficialismo, el maquillaje de las cuentas de la deuda y fiscal y la persecución ideológica a técnicos de diferentes áreas en que quedó dividido el Ministerio de Economía. Del mismo modo que Esteban Bullrich contó más votos que CFK en las elecciones PASO, el macrismo construye las estadísticas de la economía.