Aun para los sectores enrolados en la derecha política, los resultados de las elecciones primarias ofrecen más interrogantes que certezas. Y muchas de ellas solo tendrán respuestas con el devenir los acontecimientos políticos y sociales. No solo en lo inmediato, sino en el mediano y largo plazo. Las PASO ratificaron en las urnas la desconexión que la dirigencia política sigue teniendo con la vida cotidiana de las personas, sus angustias, sus preocupaciones, sus necesidades. Se podrá decir que el voto por Javier Milei es un “voto bronca”, de hastío, de insatisfacción. Pero sería un error creer que es un voto necesariamente ideológico, un voto de derecha y por la derecha. Sin duda tiene un componente de este tipo, pero circunscribirlo a esta mirada sería un grave error. Entre otros motivos porque sería subirle el precio al propio Milei, un candidato cargado de eslóganes, de efectismo simplificador que ha generado -por lo menos en esta instancia-- efectos electorales porque impacta y convoca emocionalmente, pero carece de respuestas sólidas para mejorar la calidad de vida. Aunque el simplismo de los dichos encandile y a muchos les haga pensar lo contrario.

Una pregunta que sería importante responder es cuántos votos tradicionalmente peronistas o de raíz peronista le sumaron caudal a Milei porque el peronismo, en todas sus versiones, no le dio respuestas a las exigencias de su vida cotidiana, a sus demandas, a sus urgencias, que son económicas, pero también de calidad de vida de manera integral, un ámbito donde la seguridad cobra una importancia inusitada como parte de los derechos ciudadanos.

La mayor derrota ha sido la falta de capacidad de escucha, una actitud largamente proclamada por el elenco gobernante y escasamente ejecutada en sus acciones. Y está claro que si algo no puede hacerse es enojarse con las y los votantes, con la ciudadanía. El resultado de las elecciones PASO es una clara demanda de respuestas --con oídos atentos, abiertos y disponibles-- a la dirigencia política.

Pero tampoco puede decirse que lo sucedido en esta elección ya decidió los comicios de octubre próximo, aunque claramente es un indicador de enorme importancia. El futuro depende en gran medida de las estrategias de campaña. Unidos por la Patria cuenta con la ventaja de estar ejerciendo el gobierno y manejar los resortes de decisiones que pueden favorecer a la calidad de vida de las personas. Con razón se podrá decir también que tiene que hacerse cargo del lastre que dejó Mauricio Macri, sumados a los errores de la gestión de Alberto Fernández. Y de un frente económico en situación crítica y permanentemente acosado por las exigencias del Fondo Monetario Internacional.

Queda abierta la pregunta respecto de la posición que adoptarán en octubre quienes ahora --quizás también por bronca o por incredulidad-- se abstuvieron de participar de las PASO. Pero para eso el oficialismo necesita revisarse en su actitud de escucha como camino para intentar las respuestas inmediatas que demanda la vida cotidiana de la ciudadanía.

Frente a la derecha y ante el grito de “que se vayan todos” vale la pena recordar palabras de Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia: “La justicia y la igualdad siempre son esperanza. El resentimiento, el escarnio y el racismo no pueden serlo. Eso es la derecha, que quiere construir un mundo futuro fundado en la bilis y el odio. Nosotros, por el contrario, tenemos que construir un mundo alegre, fundado en la justicia y en la igualdad”.

[email protected]