Entre muchos otros otros factores, el avance del neofascismo se cultiva en la tierra fértil de los padecimientos por realidades duras, y en las macetas y canteros del individualismo: todo a partir del resentimiento y la antipolítica, inoculados por la manipulación informativa de los medios de comunicación dominantes y de las redes; que en parte informan lo que sucede y en parte fabrican noticias falsas y construyen realidades paralelas.

En este sentido resulta oportuna la exposición Ficciones reales, que se exhibe en el séptimo piso del Centro Cultural Kirchner, con curaduría de Diana Wechsler y Benedetta Casini, como parte de Bienalsur.

Desde la perspectiva del campo artístico, la muestra apunta al corazón de la construcción de sentido, poniendo el acento, entre otros temas, en cómo se produce y circula la información. Detrás de toda imagen y todo texto hay un punto de vista. Siempre se construye sentido desde un lugar, pero no siempre ese lugar se explicita. Aunque sí se hace en este caso, según escribe Wechsler: “… abandonemos cualquier fantasía de posible ‘neutralidad’ a la hora de establecer un relato, del tipo que sea, ya que siempre operamos desde una posición situada. Este ensayo, pensado con imágenes, busca poner a prueba estas premisas. Entonces, con Harun Farocki, desconfiemos de las imágenes y tengamos clara la necesidad de identificar los puntos de vista, los encuadres, los gestos; en fin, todos aquellos elementos presentes en su construcción. Es necesario poder revisar sus marcas temporales, sus pervivencias, las poéticas que las rondan silenciosamente”.

Desde el título, Ficciones reales busca provocar la curiosidad y reflexión de los visitantes de la muestra, porque el estatuto de la ficción no es verdad ni mentira, sino que supone una lógica distinta de la que convalida los enunciados como ciertos o falsos.

La exposición incluye obras de C. Brambilla y Sociedad de amigos y benefactores de las artes de Cañada Rosquín; Adriana Bustos, Daniel Canogar (España), Daniela Comani (Italia), Declinación Magnética, Etcétera, Jordi Colomer (España); Eduardo Costa, Roberto Jacoby y Raúl Escari; Harun Farocki (Checo-alemán), Joan Fontcuberta (España), Dora García (España), Gabriel Garcilazo (México), Voluspa Jarpa (Chile), Fabio Kacero, Ali Kazma (Turquía), José Luis Landet, Marta Minujín, Antoni Muntadas (España), Marie Orensanz (Arg/Francia), Daniela Ortiz (Perú), Liliana Porter, Cristian Segura, Tucumán Arde y Santiago Villanueva.

Damos cuenta solo de algunas de las obras que integran la exhibición, para que funcione como recorrido introductorio. Por ejemplo, Chyron Special (“Rótulo o zócalo especial”, véase la imagen), de Daniel Canogar, que consiste en la proyección en loop de una combinación generada por software a partir de zócalos de canales internacionales de noticias. Las combinatorias forman una suerte de tejido o de textura, que por momentos luce como una secuencia rota de ADN. Aquí la generación aleatoria de titulares, que incluyen la simplificación, la exageración, la contradicción y probablemente también el forzamientos y la falsedad, reemplaza a lo que en el ADN es información genética. Pero ambas, los zócalos y las secuencias de ADN, convergen en la generación de las audiencias, públicos y consumidores contemporáneos.

En el caso de la instalación de Cristian Segura, 1983 o el fin de los años de plomo (ver imagen), el artista cubre el piso de una sala con un collage de gigantografías de titulares, volantas, bajadas y recortes de diarios, tomados del arco temporal que va desde las elecciones del 30 de octubre de 1983 hasta la asunción presidencial de Raúl Alfonsín, el 10 de diciembre de ese año. Al funcionar como una suerte de alfombra de noticias, el visitante camina sobre la información. La instalación cuenta con una banda de sonido con audios clave -radiales y televisivos- de la época. La instalación inmersiva también juega con la escala, porque en el piso hay algunos objetos magnificados: un enorme capuchón de birome, un clip, un gran envoltorio de caramelo media hora. Allí aparece la dimensión Swift de la instalación, que remite a los viajes de Gulliver.

La obra Primera persona del plural, de Voluspa Jarpa, integra la serie de trabajos ligada a archivos desclasificados. Según explica la artista  “es una obra que reúne parte de mi investigación sobre archivos judiciales, archivos de inteligencia desclasificados de Estados Unidos sobre los países latinoamericanos, que tienen que ver con los golpes militares, las portadas de diarios de los días de los golpes de estado en los distintos países y también las de los periódicos de los Estados Unidos, en busca de ver cómo aparecía o no la noticia del golpe”.

* En el séptimo piso del Centro Cultural Kirchner, Sarmiento 151, como parte de Bienalsur; de miércoles a domingos, de 14 a 20, hasta el 29 de octubre, con entrada libre y gratuita.