- Ganó el FMI. No estuvo en la boleta, pero participó.
- Ganó el Poder Judicial. Tampoco estuvo en la boleta, pero participó no permitiendo que Cristina estuviera en la boleta.
- Perdió el Centro. No hay que confundir la biconceptualidad (Lakoff) con la moderación. La ciudadanía puede ser conservadora en algunos asuntos (seguridad) y progresista en otros (más sanidad pública y menos eléctricas privadas). Pero no existe el punto medio. Es pura ficción.
- Perdió la idea de hacer política creyendo que todo puede ‘arreglarse’ con alianzas por arriba. El votante está poco atento a este tipo de acuerdos y pactos. La crisis de representatividad se acelera.
- No todo resultado electoral se explica por una campaña electoral. Los eslóganes y los spots suman pocos votos cuando la Política y la Economía reinan a sus anchas.
- Ganó Milei. Pero no debemos pasar de subestimarlo a sobreestimarlo. Lo importante es lograr caracterizarlo y entenderlo. El voto le llega por diferentes vertientes: la bronca, lo ideológico y lo mesiánico. Está sólido, sí, pero valoremos todo en su justa medida: tiene apoyo del 20% del padrón electoral (30% sobre voto válido). Ni más ni menos.
- Unión por la Patria perdió mucho voto entre PASO y PASO Presidencial 2019-2023 (5,5 millones). Debe ir a buscarlos en el barrio, convenciendo a todos aquellos desencantados que no fueron a votar (que son muchos). La vía es mejorar salarios y condiciones económicas cotidianas. Y, por supuesto, empatizar con los que la pasan mal, construir épica y ser más frontal en la disputa de ideas. Sin subterfugios. Sin eufemismos. Sin miedos.
- Las peores elecciones de este espacio político siempre tiene lugar sin Cristina Fernández de Kirchner en la boleta. El 2015, sin ella, 36,6% (en las PASO). En esta ocasión, fue aún peor (27,2%).
- Caída notable de Juntos Por el Cambio (1,5 millones entre PASO y PASO Presidencia 2019-2023). Totalmente superado por el efecto Milei. Se partieron en dos y no ganó ni el uno ni el otro (aunque Larreta fue el que quedó peor parado). Y además poseen otro problema: no tienen por dónde crecer de cara a la primera vuelta.
- Ganó Axel Kicillof. Gestionar bien y defender convicciones siempre son un buen tándem para tener un gran apoyo electoral. Evitar el exceso de rosca, también. Supo construir en medio de las dificultades. Representa el ‘sí se puede K’.
- Gran elección de Juan Grabois (1,4 millones de votos). Representa otra forma de hacer política. Con más rebeldía y menos marketing. Con un corpus ideológico muy nítido.
- La forma de votar localmente (por ejemplo, por Gobernadores) poco tiene que ver cuando se vota a Presidente de la Nación. Lo de tener ‘estructura territorial’ está sobrevalorado. Véase Milei: el más votado en 16 provincias.
- Alta fragmentación partidaria. Se dieron los tercios. Aunque también podríamos afirmar que fue una elección de quintos. A los tres bloques habría que sumarle los que no fueron a votar, y los que votaron por otras opciones (llegaron a sumar más de 3,5 millones).
- El partido no se ha terminado. Estas PASO no fungen como primera vuelta. Aún queda octubre, y luego noviembre. Todo está parejo. Hay que jugar y saber jugar. Sólo pierde quien tira la toalla antes de tiempo.