Marcos vuelve sobre un hecho del pasado para comprender las razones por las cuales debió cargar con un delito que no cometió. Y en el esfuerzo por llegar a la verdad, él mismo se convierte en el juez más severo. Se trata del protagonista de La fuerza del agua, obra de Adriana Tursi recientemente estrenada en el Teatro Payró (San Martín 766) bajo la dirección de Enrique Dacal. Escrita después de una estadía de la dramaturga en Florencia, la obra está inspirada en un argentino que hoy trabaja como guía de arte, un hombre que debió pasar 14 años en la cárcel por un femicidio que no cometió.
Con la idea de hacer foco sobre la fuerza de la condena social y la propia consciencia, Tursi concibe a un protagonista aún en crisis por los recuerdos de un pasado que incluso perturban a su pareja. Así, el matrimonio (Daniel Alvaredo y Silvina Muzzanti, en notable actuación) se ve obligado a recorrer las alternancias de un hecho que parecía clausurado.
El asesinato que inspiró la obra de Tursi ocurrió en la ciudad de Corrientes, en 1973. El acusado fue un joven que estaba alojado en una residencia religiosa y una de las pruebas para inculparlo fue la novela La cruz invertida, de Marcos Aguinis, encontrada en su habitación. A partir de un panorama donde se entrecruzan prejuicios y secretos, la obra consigue reconstruir aquel caso, sin omitir las pruebas que lo relacionaron a otros femicidios ocurridos por entonces. Un caso verídico que tuvo gran presencia en los diarios de la época, convertido por Tursi en una obra de ficción que apela al clima de intriga propia del género policial.
“¿Cuántas veces somos arrastrados a juzgar lo actuado por otros aun cuando no tenemos todos los elementos como para hacerlo?”, se pregunta la dramaturga en diálogo con Página/12. “Donde hago eje es en el daño personal, en la marca psicológica que no tiene reparación”, subraya. Por más, su obra cruza aquella historia con el Código del agua, escrito de Leonardo Da Vinci que le sirve para construir un paralelismo. Leonardo advierte en su estudio: “Cuando la fuerza de arrastre es tan fuerte algo puede salir de curso; y quedando por fuera, el agua va en busca de otro cauce”. Es por esto que el protagonista, que está por participar como guía de una muestra sobre este manuscrito, se pregunta: “Sabiendo que el hombre es en su composición 75 por ciento agua, la pregunta que se abre es: ¿Guarda alguna relación el comportamiento del agua descripto por Leonardo con el del hombre?”.
-¿Cómo se suma el código de Da Vinci a la historia de Marcos?
-La ciudad de Florencia y el contacto con el arte fueron de gran ayuda para soportar lo que le tocó vivir a este personaje. Y cuando me llegó la información sobre una muestra que se realizaría sobre el Código del agua, ahí entendí que había encontrado lo que buscaba. Porque el personaje de Marcos comprende que su conducta tiene un paralelo con lo escrito por Leonardo, como si le hablara a él, para ayudarlo a dirigirse hacia otro cauce.
-¿Otras veces te basaste en historias verídicas?
-Muchas veces escribí basándome en la historia argentina. Pero es la primera vez que me baso en un hecho de actualidad. Es que los comportamientos humanos de la realidad superan todo lo que podamos imaginar.
-Se acaba de reestrenar tu obra María, es Callas, con dirección de Tatiana Santana…
-Es una obra sobre María Callas en su ocaso, cuando deja de ser una artista plena y potente. Encontré en una recopilación de sus cartas mucho material para ponerme a escribir. Me gusta mucho el momento de investigar, de acercarme a otros mundos. Luego aparece la necesidad de recortar, cuando me doy cuenta cuál es el momento más potente, el que ilumina al resto.
-¿Y cuál es ese momento en esta obra?
-Es cuando Onassis la deja. Durante los 9 años que estuvo con él, de a poco fue dejando de cantar. Es cierto que ya no tenía la voz de antes ni tenía por qué continuar haciendo el enorme esfuerzo físico y vocal de tantos años. Pero aun así uno se pregunta cómo es posible que una mujer que nació con ese don maravillosos lo deje por responder al deseo de ser “la mujer de”. Como le ocurre al personaje de Medea, que responde al mismo arquetipo de mujer.
-¿Por qué mencionás a Medea?
-Porque también ella se sintió despreciada por su hombre y llega a sacrificar a su hijo por sentirse abandonada. Y Callas sacrifica su propia voz para estar a disposición de Onassis.
-¿Cuál es tu motivación principal para escribir?
-El teatro es la posibilidad de abrir un interrogante sobre historias que parecen clausuradas. Es una invitación a repensarlas. Por ejemplo, cuando escribí La patria al hombro pensé que, más allá de que Sarmiento está considerado como el padre de la educación, las maestras fueron las madres, porque pusieron el cuerpo para participar de un proyecto diseñado en un escritorio. Es por esto que pienso que el teatro puede ser el espacio para revelar algo que no aparece a simple vista.
* La fuerza del agua, Teatro Payró (San Martín 766), sábados a las 17. María, es Callas, Centro Cultural San Martín (Sarmiento 1551) martes a las 20.