El hombre, dicen, no anda muy bien de salud actualmente. Cuando dejó a un lado su carrera deportiva, devino político y acabó electo como gobernador de Santa Fe, fue cuestionado dado que durante su gestión se desató una brutal inundación que dejó maltrecha a su querida provincia natal. Poco más tarde, todo el mundo supo que el aún senador nacional se corría de la lucha por conducir los designios de este país porque, según él mismo afirmó, “vio algo raro”. Los fanáticos del automovilismo aseguraban que era el hombre justo para tomar la posta que dejaba Juan Manuel Fangio, el ilustre quíntuple campeón mundial. Tampoco faltaban quienes pensaron que la segunda parte de la trayectoria del entonces piloto de Fórmula 1, se iniciaba en el lugar justo, pero acaso en el momento equivocado. Por tal motivo, se analiza a fondo la crónica de la primera temporada de Carlos Alberto Reutemann corriendo para la escudería Ferrari.
Lole había debutado como piloto a los 23 años en una carrera de Turismo Mejorado. Luego de ser campeón de Turismo Nacional durante varias temporadas, a fines de los ‘60 tuvo un muy buen desempeño en otras categorías, lo que le permitió viajar a Europa. Desde allí concretaría su ingreso a las grandes ligas, donde concatenó una serie de éxitos inmediatos: fue subcampeón del Campeonato Europeo de Fórmula 2 en 1971 y, al año siguiente, la escudería Brabham lo contrató para hacer su primera incursión en la Fórmula 1.
Una vez ahí sorprendió a propios y extraños al lograr la pole position en su primera carrera, nada menos que en el Gran Premio de Argentina. Y aunque la chance de coronarse en su propia casa se esfumó tras tener que abandonar por falta de combustible cuando sólo faltaba una vuelta y media para el final, semejante bautismo a bordo del Brabham BT34 Cosworth le permitió integrar, junto a Giuseppe Farina (Gran Bretaña 1950) y Mario Andretti (Estados Unidos 1968), el selecto grupo de pilotos que consiguieron largar en punta en su debut en un Grand Prix.
Aunque las tres primeras victorias del santafesino en la máxima categoría recién llegarían en 1974, al imponerse en los Grandes Premios de Sudáfrica, Austria y Estados Unidos. También sumó una cuarta en 1975 en el mítico Nürburgring de Alemania. Precisamente, ese año tuvo una serie de podios que le permitió llegar al tercer lugar final del torneo de pilotos, detrás del campeón Niki Lauda y de Emerson Fittipaldi.
Pero más temprano que tarde, al piloto argentino le llegaría una llamada telefónica desde Italia… Porque conforme avanzaba la temporada 1976, uno de los episodios más importantes del campeonato fue sin duda el gravísimo accidente que sufrió Lauda en el circuito alemán, algo que aceleró la salida del santafesino del equipo Brabham. Entonces Lole era contactado por el equipo de Maranello para tomar el lugar del austríaco, cuyo estado de salud era delicado por presentar quemaduras de primer grado prácticamente en todo el cuerpo, y no tenía buenas perspectivas de recuperación... Así las cosas, un terrible accidente ajeno propiciaba el ingreso de Reutemann al team italiano para acompañar al Nº 2 de la escudería, Clay Regazzoni.
Se acercaba Monza y la emblemática Ferrari no podía darse el lujo de correr con un solo coche el Grand Prix de Italia. Sin embargo, lo que debía ser el gran debut de Reutemann como nuevo piloto de los bólidos rojos, en un suspiro pasó a segundo plano por una noticia de último momento: Lauda –que tras incendiarse junto a su auto estuvo cuatro días en coma y hasta llegó a recibir la extremaunción– increíblemente se había recuperado. No sólo eso: terminó corriendo en Monza y en el equipo de Enzo Ferrari se ponderó bastante más, que el austríaco llegara cuarto que el segundo puesto de Regazzoni. Con el número 35, Reutemann llegó noveno y su debut soñado en Ferrari pasaba completamente inadvertido. No obstante, de todo esto quien sacó mayor provecho fue el inglés James Hunt, que al final de la temporada se haría de la corona. Pero el santafesino buscaría revancha al año siguiente.
Luego de unas obligadas vacaciones, Lole reemplazó a Regazzoni y encararía su primer año completo en Ferrari como coequiper del inacabable Lauda. Y al comienzo de la temporada hubo sorpresas: Reutemann lideraba el campeonato y el austríaco contaba apenas tres puntos. Para el argentino, después de dos carreras todo era felicidad: si bien en Buenos Aires terminó tercero, en Brasil resultó vencedor luego de un apasionante duelo con el McLaren de Hunt, el campeón mundial. Pero para el santafesino el punto era correr fuera de la pistas de Sudamérica, donde el destino le marcó que debía quedar otra vez bajo la sombra del austríaco, que había renacido como el ave Fénix. De hecho, la carrera que selló su suerte fue Mónaco, en la que pese a circular delante de Lauda, recibió órdenes de dejarlo pasar.
No obstante, en esa etapa con Ferrari fue donde Reutemann ganó más carreras en la categoría (cinco), frente a las cuatro victorias conseguidas con Brabham y las tres obtenidas con la escudería Williams, al final de su trayectoria como piloto de F-1.
Y a 35 años de su retiro de las pistas, Reutemann sigue siendo reconocido y recordado. De hecho hace poco, y en referencia al alemán Michael Schumacher –cuyo estado de salud sigue reservado tras el grave accidente que sufriera mientras practicaba esquí–, el prestigioso matutino La Gazzetta dello Sport llegó a afirmar que el séptuple y máximo campeón de la Fórmula Uno se parecía a Reutemann “por ser el más rápido en Ferrari para arrancar en frío. Nadie en Ferrari fue más veloz que Reutemann para partir con un monoplaza sin precalentamiento, tanto en la carrera como en los ensayos previos”. Una verdadera caricia para el ex piloto santafesino, el campeón que no fue.