Las nuevas generaciones, por razones de orden temporal, nunca pudieron ver conciertos de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota. Con ellas conviven aquellos hombres y mujeres que, por razones de tipo geográficas o económicas, no tuvieron la oportunidad de asistir a los conciertos que entre el 2004 y el 2017 Carlos "Indio" Solari encabezó con la banda que lo acompañó en la primera parte de su trayecto como solista. Para todas, hay un concierto que, guardado en la memoria emotiva que encuentra en la Provincia de Buenos Aires una imagen cargada de inmortalidad, pasó a también a la historia de la música popular de nuestro país.
Fue el 17 de abril del año 2021, en medio de la pandemia de coronavirus. Y no fue un concierto presencial. Entre sus problemas de salud y los conflictos que se habían generado en sus últimos conciertos, Solari había decidido, un retiro de los escenarios que no iba a ser anunciado así hasta el comienzo de de 2023.
Después del fatídico concierto de Olavarría, en 2017, la banda que integraban Gaspar Benegas, Pablo Sbaraglia, Baltasar Comotto, Sergio Colombo, Miguel Angel Tallarita, Ramiro Naguil, Fernando Nale, Luciana Palacios y Deborah Dixon había empezado a ofrecer algunos shows con público, ya sin Solari. Esos primeros conciertos habían tenido objetivos específicos y muy emotivos para los integrantes del grupo. El primero de ellos, se había montado con el único fin de recaudar fondos y ayudar a Martín Carrizo, el baterista original del grupo que necesitaba afrontar un costoso tratamiento médico en el exterior a raíz de la enfermedad que le terminó de torcer el brazo en enero del 2022.
La opción de tocar sin Solari empezaba a aparecer como algo factible, sobre todo a partir de modernas técnicas que permitían la proyección de imágenes y sonidos que reemplazaban la presencia del fundador de la banda en determinados pasajes de los conciertos. Sin embargo, llegó la pandemia y, como a todo el mundo, a Los Fundamentalistas del Aire Acondicionado se le empantanaron todos los planes.
Sin posibilidad de actuar en vivo, con el material caliente que empezaba a incluir viejas canciones inéditas de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota y el cancionero completo de Solari durante su etapa solista, la banda empezó a analizar la posibilidad de subirse al mecanismo que muchos colegas estaban empezando a experimentar alrededor del mundo: el streaming. Los desafíos entonces, empezaron a multiplicarse, no sólo porque no tenían del todo claro cómo avanzar desde el plano técnico, sino que tampoco había certeza respecto al recibimiento del público, históricamente reverenciado por su “calor”, su ritual colectivo y comunitario y por su, heredado, “pogo más grande del mundo”.
El primer concierto vía streaming se llamó “Desde los satélites” y fue grabado en el Estadio Malvinas Argentinas el 26 de septiembre del 2020. La repercusión entre el público “ricotero” fue muy positiva. Las postales de la época en la que los contagios empezaban a aflojar para empeorar el panorama más adelante, hablaban de gente que se juntaba en la casa a poder ver el concierto, compartir el momento y se emocionarse a la distancia. Los músicos estaban conformes, y el público también. ¿Por qué no seguir, entonces?.
“El sentimiento colectivo”, dicen, fue la principal razón que los empujó para la producción del segundo streaming, el histórico. Se llamó “A los pájaros” y fue grabado localidad bonaerense de Villa Epecuén. El escenario elegido era, de por si, emblemático por su propia historia. Un territorio emergido entre las ruinas de una inundación fue presentado como telón de fondo para un show que iba a intentar sacudir la modorra apocalíptica de cientos de miles de personas conectadas desde sus casas, encerradas ante el riesgo de contagiarse la enfermedad que amontonaba cadáveres alrededor del mundo.
Las características actuales de Villa Epecuén son producto de las inundaciones del 10 de noviembre de 1985. La villa turística ubicada en el partido de Adolfo Alsina, el extremo oeste donde Buenos Aires se une con La Pampa, quedó bajo las aguas de la laguna que lleva el mismo nombre y obligó a la evacuación total de los habitantes de la ciudad. La sudestada que rompió el muro de contención y dejó que las aguas se adueñaran del pueblo pasó arrasando todo a su alrededor. Después del agua, quedaron las ruinas. Eso que convierten a la villa turística que en su esplendor supo competir con los centros de veraneo más importantes de la provincia en un pueblo fantasma.
Ese fue el lugar elegido para montar el escenario, la escenografía y la historia de “A los Pájaros”. Dicen los protagonistas que fue el propio Solari el que lo eligió.
Si el objetivo era ofrecer una experiencia lo más parecida posible a lo que se vivía en los conciertos de la banda, el primer punto en conspirar a favor de ese objetivo fueron los problemas de conexión que obligaron a “liberar” el material al que originalmente iban a tener acceso poco más de veinte mil personas. Como en los conciertos, muchos eran los que habían pagado la entrada y otros tantos los que esperaban vivirlo de otro modo. En este caso, después, a través de las redes, con alguna transmisión filtrada o sumándose clandestinamente a una reunión en alguna locación que cuente con el acceso necesario. Lo que pasó al final es que ese sábado a la noche, millones de personas pudieron ver el concierto por la plataforma YouTube.
“Liberaron el concierto”. “Entren, que está gratis”. “Dale que ya empieza”. Los mensajes empezaron a distribuirse a través de los servicios de mensajería. Cifradamente, los ricoteros históricos compartían guiños virtuales cómplices, otra vez se habían liberado los molinetes.
La producción música había sido trabajada ciudadosamente esa noche por Benegas y Sbaraglia, en constante conexión con los encargados de la puesta escenográfica y escénica que acompañó a las canciones elegidas para aquella tarde noche. Hasta eso estaba pensado, el show debía comenzar en horas de la tarde para ir acompañando el ocaso.
“Evidentemente había mucha gente que quería ver el show pero que no podían sacar la entrada. Pero también me pasó que me llegaron muchos mensajes de gente que estaba muy mal por la pandemia y ese concierto es como que los ayudó a levantar un poco el ánimo. Fue realmente una fiesta poder hacer eso”, contó Gaspar Benegas en una entrevista brindada tiempo después. El combo, una válvula de escape en medio de una presión que se amontonaba en las casas y departamentos de todo el país y estallaba en medio de la noche, al ritmo de las canciones.
Fueron 32 las canciones que sonaron esa noche. Entre ellas, dos inéditas. Una, en verdad, ya había sido grabada por la Orquesta Típica Ciudad Baigón a partir de una letra de Solari, “Rezando sólo”. La otra, sumó al quiebre emotivo general. Se llama “Encuentro con un ángel amateur” y fue interpretada por primera vez en ese concierto, con el propio Indio cantando desde una pantalla.