¿Cómo tener una dimensión real del impacto que sufren los hogares ante procesos de empobrecimiento como el actual, en los que la caída en la capacidad de consumo se combina con pérdida de derechos, de prestaciones del estado, agravamiento de la vulnerabilidad laboral? Pablo Molina Derteano, investigador del CEC, cuenta que a raíz de las polémicas abiertas por la medición de la pobreza, en el centro de estudios de Sociales decidieron elaborar un índice de Variación en el Bienestar Material de los Hogares.
“Veíamos que, en última instancia, con los índices de pobreza ocurría siempre lo mismo: depende de cómo se arme la canasta, de qué valores se tomen de referencia... inclusive para la última medición de pobreza cambiaron los valores de las necesidades calóricas”.
La herramienta propuesta por el CEC combina 5 ítems (participación sociolaboral, clima educativo, calidad de la vivienda, índice de segregación residencial y tasa de dependencia) para clasificar a los hogares en cuatro estratos: medio-alto, medio, vulnerable y crítico.
Molina Derteano explicó que buscaron armar así un índice “con valores más estructurales”, pero que considere no sólo el empobrecimiento por ingresos, sino también “la pérdida de oportunidades y potencialidades de vida”.
“Estratificamos en torno a potencialidades y penalidades. Las potencialidades de un hogar tienen que ver con las inserciones laborales y los recursos –inclusive no laborales– con que cuenta, mientras que las penalidades son los aspectos mínimos del bienestar que no son cubiertos”.
Al aplicar este índice para comparar la situación que se registraba en el país en el tercer trimestre de 2003 con la del segundo trimestre de 2015, los investigadores observaron que:
- En 2003, la estratificación social mostraba la forma de una pirámide. Esto es porque los hogares críticos y vulnerables eran el 61,5 por ciento. Dicho de otra manera, casi dos de cada tres hogares sufrían desocupación o trabajo en negro, con factores agravantes (por ejemplo, una mala calidad de su vivienda, segregación residencial, dificultades para que sus niños y adolescentes permanecieran escolarizados). El dibujo de esta pirámide continuaba, hacia arriba, con los hogares del estrato medio, que eran 25 por ciento del total de los hogares. El estrato medio-alto aguzaba la punta, con el 15 por ciento de los hogares.
- Para 2015, aquel ordenamiento social había sido modificado nítidamente. La base de la pirámide –la representación de los más pobres de los pobres– se había reducido, angostándose, ya que la mitad de los hogares críticos mejoraron sus condiciones para subir al escalón siguiente. Con menos fuerza, esta movilidad también se dio hacia arriba: una parte de los hogares vulnerables se convirtieron en medios y porción –reducida-– de medios pasó a la categoría de medio alto. El dibujo de la pirámide se transformó en el de un barril, estrecho en su base, ancho en el centro, estrecho nuevamente en su tope.
Para los investigadores, resulta “concluyente” que el período kirchnerista supuso una mejora en el peso de los estratos medios por sobre el crítico. Este proceso se produjo “a través fundamentalmente del mercado de trabajo, el aumento del empleo formalizado, las discusiones salariales vía paritarias, a pesar el piso relativamente alto en el que se estanca la caída del empleo informal en los últimos años”.
El análisis incluyó luego los datos de 2016, “para incorporar los posibles cambios de tendencias resultantes de las políticas del nuevo gobierno”, cambios que, sostienen los autores, por las características del índice impactan en él de manera retardada. El resultado muestra que el estrato medio-alto muestra una consolidación de su posición y aceleró esa tendencia con el cambio de gobierno.
El mejoramiento de las condiciones de vida que registraron los hogares durante el ciclo kichnerista se desarrolló con dos puntos débiles. El primero es la persistencia de un núcleo duro de hogares en el estrato crítico, de pobreza estructural y persistente. El segundo es una “inacabada” recuperación de los estratos vulnerables y medios, que “así como fueron los más sensibles a las políticas redistributivas durante los mandatos de Cristina Kichner”, también están siendo especialmente afectados por el macrismo. “Sector –advierte el trabajo– que Arturo Jauretche definiría el ‘medio pel’ y que hoy ya es un principal perjudicado de las políticas de Cambiemos”.