Leyendo las Cartas a la opinión ilustrada de Jacques-Alain Miller, específicamente el capítulo “La ternura de los terroristas”, en la que se habla entre otras cosas de la personalidad de Stalin y del problema de la conciencia moral, que es más cruel en la medida en que más se renuncia a la satisfacción pulsional. Digo, leyendo esas cartas me encuentro con la siguiente frase oportuna con respecto a las muy recientes elecciones: “No es la conciencia, sino el inconsciente el que vota, como es el inconsciente el que elige su partenaire-síntoma”.

Es decir, se vota como se elige una pareja, con el inconsciente. La consciencia sirve, si es que sirve, para evaluar, sopesar, pero en el momento del voto lo que funciona es el deseo inconsciente. Incluso más diría que el voto responde a la pulsión. Por eso se suele escuchar que el voto responde a un impulso.

Nadie puede decir “No quise esto”. No queda absuelto por decirlo. El problema mayor es que “lo que hiciste lo quisiste, aunque no sepas que lo quisiste”. Te das cuenta por las consecuencias. “El hombre está condenado a no saber más que a posteriori lo que quiso”.

No sos inocente de la pareja que elegiste, del partenaire-síntoma que elegiste, quisiste esa pareja de entrada. Elijas lo que elijas, una pareja, un trabajo, un candidato, un tipo de vida, sos responsable, el problema es que te das cuenta después de lo que elegiste, por las consecuencias. En este sentido, el voto es un voto de confianza, pero podés equivocarte y te das cuenta después.

Si cuando votas lo sabés desde antes, entonces no estás votando, eligiendo, es como cuando te asignan una pareja desde antes, tu familia está eligiendo tu pareja, en ese caso es lo que hay que elegir. El inconsciente está rechazado, no pones en juego tu deseo, haces lo que hay que hacer.

Dice Miller un poco más adelante “El inconsciente quiere una moral más viril: no podrás considerarte liberado de las consecuencias involuntarias de tu tontería”. Como decía Horacio “hay más cosas en tu voluntad y en tu corazón, de lo que soñó tu filosofía”. Léase tu filosofía de vida, como se dice.

Hay un texto de Freud que dice todo esto, que se llama “La responsabilidad moral por el contenido de los sueños”. Justamente, en general se piensa que no somos responsables de nuestros sueños, que estábamos durmiendo, que no es más que un sueño, y sin embargo, Freud destaca que somos responsables de nuestros sueños, hayamos soñado lo que hayamos soñado: que matamos a alguien, que nos acostamos con la vecina, para decir lo más sencillo. “No era mi madre”, dice Freud. Ah, menos mal.

O sea, soy responsable de mis actos, incluso cuando sueño, “soy responsable más allá de donde mi conciencia extienda su imperio”. De nuestra posición de sujeto somos siempre responsables, dice Lacan.

*Psicoanalista. Coordinación de la página de Psicología en Rosario12.