“¿Vas a Rosario, che?” “Acaban de mandarme los libros de imprenta” “¡Pasajes en mano!” “Llevo los tres tomos para que me los firme”. En el mundo de la historieta argentina agosto se dice Crack Bang Boom. La enorme convención internacional de cómics que se celebra cada año en Rosario comenzará este jueves su doceava edición, que se extenderá hasta el domingo en su habitual tríptico de sedes pegaditas a la orilla del río Paraná: el Centro de Expresiones Contemporáneas (Sargento Cabral y el Río), el Galpón 11 (conocido como “El galpón de la música”) y el Galpón de las juventudes. Además, habrá actividades en otros espacios, como el tercer piso del icónico edificio de La Favorita, de esa ciudad.

La expectativa puesta en el encuentro es mucha. De parte de autores y editores, porque se trata de la más longeva de las convenciones en actividad dentro del circuito –incluso superó el récord de la también rosarina Leyendas, que había alcanzado la respetable suma de diez ediciones en otros tantos años-. Descartados otros encuentros de carácter nacional como los antiguos Comicópolis o Viñetas Sueltas, Crack Bang Boom se sigue erigiendo como epicentro de la actividad anual y marca los ritmos editoriales. Prácticamente todos los sellos locales, desde las editoriales más consolidadas hasta los fanzineros que recién arrancan, intentan llegar con algo nuevo para mostrar.

Crack Bang Boom es epicentro de la actividad anual y marca los ritmos editoriales.

La incertidumbre que genera la situación económica (y las particulares coyunturas del acceso al papel para la industria editorial) también mantiene en vilo a todos los actores del campo, más allá de qué lugar del mostrador ocupen. Por volumen de ventas, la Crack es clave para equilibrar las cuentas de más de un proyecto del sector. Por otro lado, hay algunos factores emotivos difíciles de pasar por alto para los habitués de la misa comiquera. Ya su director Eduardo Risso anunció que el evento mudará sus puertas el año próximo a otro predio dentro de la ciudad, con lo cual será el último año para disfrutar de la combinación historietas+río, que tantas satisfacciones ofreció a lo largo de más de una década a los miles de visitantes que la convención recibe anualmente (superaron holgadamente los treinta mil en más de una ocasión).

Un punto fuerte del encuentro son los invitados, especialmente los internacionales. Este año el foco estará puesto en el editor francés Frédéric Toutlemonde (director de Euromanga LLC, con sede en Japón), el español Enrique Sánchez Abuli, el brasileño Marcello Quintanilha (reciente ganador en el Festival Internacional de la BD d’Angouleme, Francia) y la visita del croata Esad Ribic, habitué de Marvel y responsable durante largo trecho de la fisonomía de Thor. Ribic también fue el dibujante de la saga Secret Wars, en la que se basará la película homónima que Marvel Studios llevará a la pantalla en –de no mediar nuevas postergaciones- 2027.

La visita de Toutlemonde –además de la de sus colegas locales Martín Casanova, por Alien Books/OvniPress, y de la gente de Webcomic Mutante- sostendrá la pata industrial que Crack Bang Boom apuesta a promocionar cada año. La organización del encuentro está integrada por autores, gestores culturales y especialistas de distintas extracciones y en eso basa su riqueza artística la convención. Pero además hay una decisión de promocionar a los artistas locales acercándoles la oportunidad de dialogar con editores profesionales. Así, además del editor francés y su acceso al mercado nipón, sus pares locales verán material para acceder al mercado norteamericano (Casanova trabaja con Alien Books, una suerte de proyecto paralelo de los responsables de OvniPress que aporta material al sello estadounidense Valiant Comics) y al creciente mercado del webcomic, con los Mutantes.

Entre los autores locales –una legión de invitados de distintas procedencias, estilos y formas narrativas- destacan los veteranos Emilio Balcarce y Sergio Ibañez (guionista y dibujante, respectivamente), el guionista Mauro Mantella, la ascendente Dolores Alcatena, Kristian Rossi, Aleta Vidal, Muriel Frega, Carlos Barocelli, Pablo de Bonis, Federico Di Pila, Patricio Oliver, Carlos Dearmas, Christian Montenegro.

Además de las firmas de autores, presentaciones de libros, talleres especializados y otras típicas actividades del encuentro rosarino, suele haber mucha expectativa puesta en el desfile de cosplay del domingo, que se hace al aire libre en la rambla junto al río, y en la entrega de los Premios Trillo, del viernes a la noche. La categoría Mejor obra público adulto está especialmente peleada este año, con siete títulos aspirantes (cuatro de los siete, además, con autoras mujeres y disidencias). Se trata de Apagón (Martín Tejada y Carlos Dearmas), El fuego que purifica (Dolores Alcatena), El nuevo milenio (Rocío Espina), La cárcel del fin del mundo (Santiago Sánchez Kutika y Kundo Krunch), La madriguera (Femimutancia), Trelew. La pasión fusilada (Mariana Arruti y Lautaro Fiszman), y Turba (Lauri Fernández).

Finalmente, esta edición de Crack Bang Boom también servirá como prueba de fortaleza para el sector, pues llega en un momento particularmente álgido en términos políticos y financieros. Los editores veteranos del circuito ya tienen varias devaluaciones y cimbronazos económicos en sus espaldas, pero en anteriores eventos los sacudones habían dado tiempo para acomodarse antes del reencuentro con los lectores. Esta vez tendrán que salir a dibujarla lo mejor posible. Algo en lo que la historieta tiene sobrada experiencia.