5 - BLUE BEETLE

(Estados Unidos-México/2023)

Dirección: Ángel Manuel Soto

Guion: Gareth Dunnet-Alcocer

Duración: 127 minutos

Intérpretes: Xolo Maridueña, Adriana Barraza, Damián Alcázar, Elpidia Carrillo, Bruna Marquezine, Raoul Max Trujillo y Susan Sarandon

Estreno en salas

La pata audiovisual de DC sigue perdida en un laberinto del que está lejos de salir. Las últimas películas podrán ser peores o mejores, pero el problema es que no se vislumbra un rumbo artístico claro, un coherencia narrativa, tonal y estética que permita dilucidar hacia dónde va este universo. A la fallida Black Adam, en la que Dwayne “The Rock” Johnson se puso la capa para sacársela mucho antes de lo esperado, le siguió Flash, que aportó frescura y algo de vitalidad, pero tuvo un rodaje envuelto en un sinfín de escándalos, cortesía de las recurrentes apariciones en las noticias policiales de su protagonista, el indomable Ezra Miller. La película del argentino Andy Muschietti proponía una suerte de reinicio general de este universo cinematográfico, pero la pésima perfomance en taquilla puso en pausa los planes a futuro de la casa de Batman y Superman. La llegada de un nuevo personaje como Blue Beetle difícilmente pueda apaciguar las aguas de este río revuelto. Más aún si se trata de un superhéroe de origen mexicano, una cultura que Hollywood mira con la misma ajenidad que los argentinos la del lejano oriente.

Ninguna elección de esta envergadura es casual, sobre todo cuando la primera entrega de la trilogía de Spider-Man a cargo de Sam Raimi, puntapié para la era súper que monopolizó la cartelera durante el siglo XXI, ya tiene más de veinte años. Blue Beetle es, antes que nada, una película que llega demasiado tarde a un mercado con sobreoferta de encapotados. A sabiendas del desfasaje temporal, el único atisbo de originalidad pasa por el pasaporte de su personaje. DC tenía tres versiones distintas del personaje para elegir, todas ellas nacidas en las viñetas. El primero se llamaba Dan Garrett, debutó en 1939, era el hijo de un policía fallecido en acción, muy inteligente y adquiría poderes gracias a una vitamina. A él le siguió, en 1966, Ted Kord, un exestudiante inventor y atleta que combatía el crimen con su escarabajo volador. El último, Jaime Reyes, es el que llega a la pantalla.

Reyes acaba de terminar la universidad y no sabe muy bien qué hacer de su vida. Su familia tiene dos funciones: por un lado, apoyarlo ante la encrucijada de un futuro incierto; por el otro, aportarle al film una cuota de “folklore” mexicano, ilustrando, de manera superficial, algunas de sus costumbres y tradiciones. Es la excusa, claro, para los guiños, que llegan con la forma de referencias a elementos de la cultura audiovisual latinoamericana. El muchacho, como Peter Parker, se erige como un superhéroe involuntario, accidental, a partir de que es “elegido” por un artefacto biotecnológico alienígena para ser su portador. A eso le seguirá el temor ante lo desconocido y el aprendizaje de sus nuevas posibilidades físicas, postas habituales de los relatos de iniciación súper. Y también, claro, el enfrentamiento contra el villano de turno y contra una poderosa empresaria –a cargo de Susan Sarandon– deseosa de hacerse del dispositivo. Blue Beetle, entonces, como más de lo mismo. O menos.