Poema largo, desgarrado y hermoso, ese de Zitarrosa que entremezcla un incondicional amor por su guitarra negra, con la parca represora que lo rastrea. “Hoy anduvo la muerte entre mis libros, buscando mi pasado”, escribe don Alfredo de Montevideo, mientras tiñe su pluma -también- de irreverencia y nostalgia. Porque habla de novias de juventud, de los veranos “del '40”, de sus padres y de Lenin, de su escape al Cerro “sentado al lado de la vida”, de las penurias de su exilio y la miseria dictatorial en su amado Uruguay. En efecto, Guitarra negra se llamó también a tres de los discos que el cantor, compositor y guitarrista celeste publicó entre 1977 y 1985, en los diferentes países donde atravesó su confinamiento: España, México y la Argentina.
A tal tríada se refiere pues la pianista Marina Ruiz Matta, cuando afirma ante Página/12 que volvió a escuchar Guitarra negra durante la pandemia. “No lo escuchaba desde mi infancia… Fue muy fuerte volver a ese texto profundamente hermoso y terrible a la vez”, dice ella, que no solo volvió hacia el poema por milonga como praxis nostálgica, sino también como anticipo de lo que vendrá este viernes 18 de agosto, cuando a las 20, en el Centro Cultural Kirchner, junto a la Orquesta Filiberto y la intervención del actor Diego Velázquez, la pianista y compositora exponga su versión de Guitarra negra . “Este año se cumplen 40 años de democracia y resulta que yo también cumplí 40 años. Nunca le presté mucha atención a las efemérides, pero este aniversario es muy significativo, en gran parte porque parece evidente que estamos ante otra época en nuestra región y en el mundo, y volver a escuchar una obra de tal magnitud, invita involuntariamente a conectar pasado y presente… A tener en cuenta que hace 40 años la gente pedía vivir en libertad y paz”.
El idilio platónico-musical entre Ruiz Matta y su homenajeado viene de lejos. De cuando, a fines de la década del '80, su padre -entrerriano y guitarrista- escuchaba las obras del uruguayo en su casa. “Si bien pude apreciarlo de más grande, volver escucharlo hoy me traslada a la infancia, al hogar”, evoca Matta, cuya conexión con la Filiberto empezó por un boceto de la partitura del poema que ella le envió a la agrupación. Una vez aprobada le versión, siguió por contactar con el actor Diego Velázquez para que éste se encargue de narrar el texto completo, tal como lo creó y grabó Zitarrosa, pero con la música compuesta por Ruiz Matta. “La idea no fue porque crea que la obra original necesite algún cambio, sino porque al que compone le dan ganas de participar activamente de lo que ama escuchar”, asegura la compositora, arregladora y directora musical, además de pianista, cuyo trayecto discográfico solista va por los cuatro discos: Demasiada agua, Azul final, Vida y muerte de una flor, y La era de los elefantes.
-¿De qué manera trabajaste la música de Guitarra negra? ¿Siguiendo qué instintos estéticos en términos de composición y orquestación?
-Lo primero que pensé fue identificar a qué lugar, en términos de emotividad, me lleva cada extracto del poema. En función de ello, lo que siguió fue componer usando los múltiples colores, texturas y timbres de la Orquesta, para que ella acompañe y a la vez potencie lo que la palabra deja como imagen. De todas maneras, de más está decir que la música original de Guitarra negra me encanta. Es fresca, luminosa, contrasta con lo dramático del texto, y a la vez es inconfundiblemente Zitarrosa. Fue por esto que me propuse hacer algo bien diferente, para que sea claro que la idea no es reemplazar sino plantear otra interpretación.
-¿Marcás el factor emocional como principio motor de la obra original? ¿Cómo gravita este en tu versión?
-Ligada a la naturaleza de la música, porque el poema tiene momentos bien íntimos, otros más aguerridos, enérgicos, oscuros, y livianos.
-¿Qué rol ocupará tu piano en la puesta?
-El de un instrumento más, porque las cuerdas, los bronces y hasta los bandoneones tienen pasajes solistas. Me encanta la variedad realmente enorme de timbres, de muchas voces, de muchas formas de decir en función de lo expresivo que tiene la orquesta. Pues lo aprovecharemos.
La segunda parte del espectáculo, titulada Latinoamérica, más allá del tiempo, estará justamente dedicada a la música del continente, a través de tres obras compuestas por Ruiz Matta, y otras tres extraídas de Aire, disco que la compositora grabó junto a la cantante Florencia Cozzani. Entre ellas, la irrompible “Construcción”, de Chico Buarque. “Es una de mis canciones favoritas”, asegura sin dudar la pianista. “De hecho, vamos a hacer una versión de este tema junto a otra de 'Dios se lo pague', pero con un arreglo nuevo, diferente, que conecte pasado con presente.
-“Gismonticina”, la pieza que dedicaste a Egberto Gismonti, también es parte del set, y es tuya, además.
-Bueno, Gismonti es otro de mis músicos favoritos. Sus temas los escucho cuando necesito recordar lo hermosa y sanadora que es la música. En “Gismonticina”, que grabé en el disco La era de los elefantes, trato de evocar algo de ese imaginario sonoro. También la hicimos con el trío que tengo con Gerardo de Mónaco y Gabriel Spiller, y justamente es este el arreglo que vamos a estrenar con la orquesta. Al margen, le envié la versión del disco por mail a Gismonti pero nunca me contestó. Me rompió el corazón, pero aún amo su música.