El juez federal Ernesto Kreplak procesó este jueves al apropiador del nieto 133, el hijo que Cristina Navajas de Santucho parió mientras se encontraba en cautiverio en el centro clandestino conocido como Pozo de Banfield. El hombre que inscribió como propio al bebé de Cristina y Julio Santucho es un exintegrante de la Policía Bonaerense.
El 28 de julio pasado, Abuelas de Plaza de Mayo informó que había hallado al hijo de Cristina Navajas –que se encuentra desaparecida– y de Julio Santucho, sobreviviente de una familia diezmada por el terrorismo de Estado. Los dos militaban entonces en el Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT) - Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP).
Cristina fue secuestrada el 13 de julio de 1976. Entonces estaba viviendo con sus hijos Camilo y Miguel en un departamento de la calle Warnes. Allí también residían su cuñada Manuela Santucho con su hijo Diego y una compañera del Partido, Alicia D’Ambra.
Una patota irrumpió en la casa y se llevó a las tres mujeres. Los chiquitos quedaron solos en la vivienda hasta que la mamá de Cristina, Nélida Gómez de Navajas, llegó al departamento para rescatarlos. Allí, encontró una carta que su hija nunca había llegado a mandarle a su marido –a quien el PRT había destinado al trabajo internacional– en la que le comentaba que sospechaba que podría estar embarazada.
Cristina, Manuela y Alicia fueron llevadas a Automotores Orletti, el centro clandestino que regentó la SIDE en el barrio de Floresta. Allí también estaba secuestrado Carlos Santucho, que fue asesinado cruelmente por la patota que actuaba bajo las órdenes de Aníbal Gordon. A los pocos días cayó en Villa Martelli Mario Roberto “Roby” Santucho, líder del PRT. En Orletti, los represores celebraron la caída haciéndole leer a su hermana la crónica de su muerte.
Las tres mujeres permanecieron aproximadamente hasta fin de mes en Orletti y después fueron llevadas a Protobanco-Puente 12. En ese centro clandestino, Cristina les dijo a unas sobrevivientes su nombre y que estaba embarazada. Había hecho lo mismo en Orletti. “Decía siempre en voz alta que estaba embarazada”, contó Alicia Cadenas Ravela, que compartió cautiverio con ella en el campo de concentración de la SIDE.
Es probable que después de Protobanco-Puente 12, Cristina, Manuela y Alicia hayan sido trasladadas hacia otro centro clandestino. A finales de diciembre, Pablo Díaz –sobreviviente de la Noche de los Lápices– las vio en el Pozo de Banfield, que funcionó como una maternidad clandestina dentro del llamado “Circuito Camps”. A Claudia Falcone, otra de las estudiantes secundarias secuestradas en La Plata, la pusieron en la celda con Cristina y le dijeron que la cuidara. Según declaró Pablo Díaz, el médico policial Jorge Bergés fue a verla después de su llegada.
Cristina debió haber tenido a su bebé entre enero y febrero de 1977, estimó Kreplak en la resolución a la que tuvo acceso Página/12. Cuando Adriana Calvo fue llevada a ese centro clandestino, en abril de 1977, Cristina ya no estaba embarazada. Adriana acababa de parir a su hijita Teresa en un patrullero mientras era trasladada desde La Plata a Banfield. Cristina no le habló de su embarazo. Para Calvo, fue una forma de protegerla: para que no supiera que corría el peligro de que le sacaran a su beba.
Por el testimonio de Calvo se sabe que aproximadamente, para el 25 de abril de 1977, las tres mujeres fueron sacadas del centro clandestino ubicado en la intersección de Siciliano y Vernet. Desde entonces están desaparecidas.
El bebé de Cristina y Julio fue anotado como propio por un policía bonaerense. Lo registró en Santiago del Estero --de donde son oriundos los Santucho-- como si hubiera nacido el 24 de marzo de 1977, cuando se cumplía el primer aniversario del golpe genocida. “Por ahora, estamos tratando de mantener en reserva tanto el nombre del procesado como el del nieto 133”, explicó la auxiliar fiscal Ana Oberlin. “Lo más importante es respetar los tiempos del nieto 133, que hace muy poco tomó conocimiento de que era el hijo de Cristina y de Julio, y se está reencontrando con su familia. Por otro lado, respecto de lo que tiene que ver con el apropiador, también esta reserva es importante porque desde la Unidad Fiscal de La Plata, el Juzgado Federal 3, la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) y Abuelas estamos llevando adelante otras investigaciones de manera paralela que no queremos que se frustren por dar de manera anticipada algunas referencias”.
El apropiador integró la Bonaerense entre 1959 y 1980, cuando pidió la baja. En 1976 cumplía funciones en la Unidad Regional de Lanús. Ese año recibió varios reconocimientos, incluso el San Miguel Arcángel. Entre marzo de 1977 y marzo de 1978, estuvo destinado a la Brigada de Investigaciones de La Plata –otro centro clandestino del Circuito Camps–.
Cuando fue indagado por Kreplak, el apropiador optó por no hablar: no aportó datos de cómo se quedó con el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho ni mencionó qué actividad desarrollaba en la Regional de Lanús o en la Brigada de La Plata. Fue una hermana de crianza la que le dijo, años atrás, al nieto 133 que no era hijo biológico de la familia que lo había criado.
El 25 de julio pasado, el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG) informó que un joven que se había acercado en 2019 a Abuelas con dudas sobre su identidad era efectivamente el hijo de Cristina Navajas y Julio Santucho. Al día siguiente, fue convocado por la Conadi y rápidamente entró en contacto con su hermano Miguel, quien continuó la búsqueda de su abuela Nélida para encontrarlo. Después conoció a su papá, Julio, y a sus hermanos Camilo y Florencia.
En el Juicio por las Brigadas que actualmente se lleva adelante en los tribunales de La Plata se está juzgando lo sucedido con Cristina Navajas en el Pozo de Banfield. Esta semana declararon dos de los primos del nieto 133, Mario y Marcela Santucho. Se espera que, para fines de este año o principios del próximo, se dicte sentencia.