El candidato de la Libertad Avanza Javier Milei confirmó en la ronda de entrevistas que dio tras su victoria en las PASO que romperá relaciones comerciales con China en caso de llegar a la Casa Rosada. Milei aseguró que él no realizaría "transacciones con comunistas" ya en 2021, cuando aún no había sido electo como diputado, pero ahora con las posibilidades de ingresar a un balotaje presidencial sostener esa posición parece una amenaza para la macroeconomía del país.
China es el segundo socio comercial de la Argentina en materia de exportación el 9,1 por ciento del total, detrás de Brasil 14,3 por ciento principal socio del país. En materia de importaciones, Argentina demanda el 21,5 por ciento de sus compras al gigante asiático, seguido por Brasil con el 19,7 por ciento.
Lo que Milei repitió esta semana en las entrevistas que lo tuvieron como la sorpresa de las PASO ya lo dijo en octubre de 2021, cuando en una entrevista al Canal de la Ciudad, respondió: "Yo no haría negocios con China". Ante la consulta de lo que implicaría para la macroeconómica del país, el entonces economista mediático sostuvo: "Es falso que sería una transacción macroeconómica, podríamos hacer transacciones con el lado civilizado de la vida, Occidente. Yo no hago transacciones con comunistas. No negocio mi moral a cambio de dinero". Milei fue asesor de Ricardo Bussi, condenado por el terrorismo de Estado en la última dictadura militar argentina.
El lineamiento planteado por Milei es con Estados Unidos a nivel comercial y diplomático. El país del norte se ubica en el tercer lugar en materia de exportaciones de Argentina con 7,5 por ciento, y en la misma ubicación en materia de importaciones con 12,7 por ciento. En tanto, la Unión Europea es el destino del 12,3 por ciento de las exportaciones del país.
Cortar la relación con China parece contraponerse con la promesa de Milei a los sectores del agronegocio, ya que quitar el mercado chino del mapa significaría borrar al principal socio comercial en materia de exportaciones agropecuarias. La novela entre el gobierno de Mauricio Macri y el de su aliado Donald Trump por la exportación de limones, marca un ejemplo de la falta de complementariedad del mercado agropecuaria argentino con el norteamericano, en el que son competidores.
Romper relaciones con China implicaría un impacto a otros niveles. Recientemente, Argentina utilizó el swap con el gigante asiático para pagar su deuda con el FMI, lo que le permitió cumplir con los compromisos del organismo en el que China también tiene un lugar importante. Además, la relación de inversiones chinas en el país crecieron exponencialmente desde el acuerdo firmado en el gobierno de Néstor Kirchner.
La decisión del gigante asiático de invertir en toda la región, como fuente de materias primas, ocurre desde principios de este siglo y no fue modificado por ningún ejecutivo ni progresista ni de derecha. Macri también se encargó de afianzar la relación comercial con China, mientras que en Brasil, el ex presidente Jair Bolsonaro, también lo hizo y mantuvo su integración al BRICS, mientras boicoteó la política económica regional del Mercosur.
Argentina está solicitando ingresar al bloque de países integrado por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y a su Banco de Desarrollo, que tendrá su reunión de directorio la próxima semana. Con la posibilidad de que Milei acceda a la Casa Rosada esos intento quedarían frustrados.
En materia de inversiones, Argentina integra el acuerdo con China denominado la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI por sus siglas en inglés), anunciado en 2013, para expandir la presencia de las inversiones a nivel global para disputar el rol de Occidente, con quien Milei asegura se alineara directamente, en un mundo marcado por la multipolaridad.
Según un informe del Green Finance & Development Center de la Universidad de Fudan, en China, en los primeros seis meses del año, los compromisos de China hacia los 148 países de la Iniciativa de la Franja y la Ruta muestran alrededor de 102 acuerdos bilaterales por valor de 43.300 millones de dólares, lo que equivale al 60 por ciento de las promesas de inversión que el país asiático hizo en todo el año pasado.