El gran caballito de batalla de Javier Milei en materia económica es la dolarización. En un país con una moneda que se deprecia y ve incrementar la brecha respecto del valor del dólar en sus distintos valores, la idea prende en parte de la sociedad y eso explica, en buena medida, el notable resultado electoral del candidato de extrema derecha en la PASO. Sin embargo, hasta el propio establishment no ve con buenos ojos esa idea. De hecho, Milei hizo agua al querer explicar su plan a lo más granado del empresariado argentino en una reunión en el Hotel Llao-Llao, hace unos meses.
Ahora, tras la victoria en las PASO, que lo acerca de manera, hace pocos meses, impensada a la Casa Rosada se encienden las luces de alarma sobre esa propuesta, pero a nivel internacional.
Robin Brooks, economista jefe del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF, según su sigla en inglés, que agrupa a los bancos internacionales), no dudó en afirmar, vía Twitter, que se trata de una “idea terrible”.
"La dolarización es una idea terrible - la última vez que se intentó esto terminó en una gran devaluación que lo descarta para siempre como un objetivo de política", apuntó el economista, para quien "el peso está, incluso con la devaluación reciente, muy sustancialmente sobrevaluado, sólo mire su nivel frente a Brasil y Turquía".
El tuit generó un debate. Un tuitero respondió: "Funcionó bastante bien para Ecuador hace un par de décadas, ¿no le parece? Seguro que la gente parecía contenta con mi reciente visita. En Camboya, no tuve la oportunidad de averiguarlo, pero la economía parece estar creciendo relativamente bien".
Respuesta de Brooks: "Me temo que no estoy de acuerdo. Ecuador ha importado una fortaleza masiva del dólar estadounidense, ya que el dólar se ha apreciado frente a todas las demás monedas, lo que ha provocado que el crecimiento sea débil y que, a su vez, ha provocado que la deuda se vuelva insostenible".
El hombre de Obama ante el FMI, otra voz crítica
Por su parte, Mark Sobel, representante de Estados Unidos ante el Fondo Monetario Internacional durante la presidencia de Barack Obama, consideró que "con la ‘sorprendente’ victoria de Javier Milei en las elecciones primarias de Argentina, los inversores mundiales se centran ahora en sus propuestas de política económica, muy ortodoxas, de fuerte austeridad fiscal, liberalización y dolarización y, por extensión, de abolición del banco central”.
Y matizó sobre la idea más extremista de Milei: "Pero la dolarización sería una apuesta demasiado arriesgada. No hay soluciones milagrosas para los problemas del país, sólo trabajo duro”. En ese sentido, remarcó que "la economía argentina ya está significativamente dolarizada, ya que hay poca confianza en el peso, y la dolarización total no parece un paso demasiado lejos. Se quitaría discrecionalidad a los funcionarios, dado su historial de fracasos”.
Consideró que "la dolarización es una estrategia ‘sin salida’ potencialmente peligrosa. Podría sembrar la semilla de una gran contracción y un colapso, al tiempo que desvía la atención del duro trabajo de arreglar la economía”. Y subrayó que "el crecimiento de la Argentina dependerá de un superávit por cuenta corriente y de la entrada de capitales", lo cual "puede ser factible con un fuerte crecimiento mundial, altos precios de las materias primas, inversiones atractivas, un sólido estado de derecho y una moneda infravalorada”.
Sin embargo, "la experiencia de la Argentina en la década de 1990 y principios de la de 2000 es una advertencia extrema. Con el plan de convertibilidad, en los años 90 se lograron avances impresionantes para acabar con la hiperinflación y restablecer el crecimiento. Pero a lo largo de la década, los déficits fiscales y la deuda no se controlaron”. Las crisis del Tequila y de los mercados asiáticos y luego la devaluación brasileña de 1999, sumadas a la caída de los precios internacionales, hizo que el país perdiera "competitividad exterior", ya que "el crecimiento se desplomó y el desempleo y el déficit por cuenta corriente se dispararon”.
En ese contexto, "los inversores vendieron los papeles argentinos, los tipos de interés subieron de forma insostenible, se impusieron fuertes controles de capital y el plan de convertibilidad se vino abajo en medio de una enorme crisis económica, social y política”, todo en el marco de un plan que "era una caja de conversión, no una dolarización total". A su juicio, "la dolarización se enfrentaría a los mismos retos y riesgos”.