En septiembre de 1991 dos montañistas tropezaron con el cuerpo de un cazador del Neolítico en un glaciar de los Alpes austriacos. El hielo que lo había sepultado durante más de 5.000 años preservó su cuerpo casi intacto. Este hombre, bautizado como Ötzi por el valle donde se encontraron sus restos, sigue revelando nuevos datos sobre la vida hace miles de años.
Ahora, y después de décadas desde su hallazgo la imagen del antiguo cazador fue reconstruida gracias a un genoma antiguo refinado, extraído de un hueso de su cadera.
Según revelaron los estudios, las descripciones tradicionales de Ötzi con cabello largo y piel pálida no serían del todo reales. Los nuevos resultados muestran a un hombre con poco cabello, ojos oscuros y una piel notablemente más oscura de lo que se creía anteriormente.
Los científicos, en su búsqueda por arrojar luz sobre la identidad y el aspecto de Ötzi, encontraron además que sus orígenes se remontan principalmente a agricultores de la zona de la actual Turquía.
Además, el genoma del hombre de hielo contiene genes que predisponen a la obesidad y a diabetes tipo 2; sin embargo, estos factores probablemente no se activaron debido a una vida activa y saludable.
Por otro lado, se sabe que Ötzi murió de forma violenta, y que iba vestido con piel de oso y cuero. Los datos alcanzan a revelar qué comió en su última cena: en el estómago encontraron restos de cabra montés, ciervo, cereales de escaña (un trigo antiguo) y helechos tóxicos.
En el intestino también se encontró presencia de Helicobacter pylori, una bacteria muy común que habita en la mitad de todos los seres humanos hoy en día y que, al parecer, ya infectó a nuestros ancestros desde el comienzo de nuestra historia.
Los tatuajes terapéuticos
Uno de los aspectos más intrigantes de la momia es la gran cantidad de tatuajes que adornaban su piel, una de las primeras evidencias de esta práctica en el mundo antiguo.
Los 61 tatuajes, que consisten en formas geométricas y cruces, grabados hace más de 5.000 años mediante pequeños cortes que luego se frotaban con carbón, se distribuyen en 19 grupos en su cuerpo. Lo más notable es que estos tatuajes se agrupan principalmente alrededor de sus articulaciones, así como en su pecho. Los científicos creen que las marcas tenían una función terapéutica, más que ornamental.
Ötzi padecía artritis y problemas cardíacos, lo que lleva a la especulación de que los tatuajes podrían haber sido utilizados con fines médicos para aliviar el dolor constante que sufría. Aunque inicialmente parecería contradictorio que los tatuajes no se encuentren cerca de las áreas afectadas, estudios anteriores sugieren que podrían haberse relacionado con patologías que causaban dolor en el pecho, como cálculos en la vesícula biliar, tricocéfalos en el colon y aterosclerosis.
Estos tatuajes terapéuticos también podrían haber sido complementados por el conocimiento de las propiedades curativas de las plantas. Ötzi llevaba un hongo de abedul con propiedades antibacterianas y un musgo curativo para tratar heridas. Además, se encontró el mismo tipo de hierba en su estómago, lo que sugiere que era consciente y utilizaba remedios medicinales de la época.
Actualmente, el cuerpo de Ötzi descansa en el Museo Arqueológico del Tirol del Sur en Bolzano, Italia, donde permanece en una cámara frigorífica especial desde 1998.