Nunca es triste la verdad,
lo que no tiene, es remedio.
J. M. Serrat, "Sinceramente tuyo".
Querido lectora, querida lector: comienzo esta columna con un toque de nostalgia, de aquella lejana (biológicamente lejana, pero afectivamente presente) infancia, cuando la maestra proponía un ejercicio de redacción y decía: “¡Composición, tema...!”, y luego venía el tema que nos llevaba a desplegar nuestras dotes literarias, nuestra capacidad de observación, nuestros valores, nuestra imaginación, nuestra creatividad, y, por qué no, nuestras ignorancias y nuestros prejuicios.
Recuerdo dos frases de queridos compañeros de aquel entonces. Uno de ellos, frente al tema “La frontera”, escribió: “Entre Argentina y Mar del Plata hay una frontera”; el otro, ante el tema "Monólogo”, propuso: “Ayer me encontré con un monólogo, estaba todo cubierto de mugre”.
Sé que aquellos compañeros son, hoy en día, un músico y un médico reconocidos, que saben dónde están las fronteras y qué es un monólogo. Pero quizás lo saben gracias a la maestra y a esa composición tema que sirvió para aclarar conceptos. Y hoy, para aclarar algunas cosas, quizás nos sirva una composición sobre el tema de estas elecciones que nos están marcando el presente.
Hace pocos días, hice circular entre allegados y no tanto esta frase que hicimos con Ale Sanz: “El primer derrotado es quien se siente derrotado; el segundo: Francia; el cuarto: Larreta”. Por las dudas: Francia salió segundo en un Mundial donde era número puesto. Y Larreta, cuarto y afuera mientras se probaba la banda que, esta vez al menos, le quedó enorme.
Respecto de los resultados: me parece que se está haciendo leña de un árbol que aún no se ha caído. Por suerte, tengo testigos de que hace mucho vengo diciendo que el partido se juega en octubre, no en agosto. Lo dije el 1º de julio en esta misma columna, en la nota “Compañeros o campañeros”.
Y lo reafirmé en la del sábado siguiente, y luego, simplemente decidí no insistir más. También escribimos, Ale Sanz y yo, varias canciones en las que damos cuenta de esa idea de “ir todos juntos, tener en cuenta el contexto”, como "El Massa" o “Kumpas 100 x100”.
Se dice por ahí: “Este fue el primer tiempo, ahora viene el segundo y, después, el alargue y los finales" a lo cual voy a responder también futbolísticamente: "Esta fue la fase de grupos, y clasificamos, aunque fue dura; ahora vienen las semifinales y las finales”. Como me comenta una amiga: “No nos olvidemos de que en el Mundial empezamos perdiendo contra Arabia Saudita y terminamos ganándole a Francia”. Y, si bien es cierto que no tenemos a Messi, ellos tampoco tienen a Mbappé. Y no dejemos de tener en cuenta que para el Mundial 86 nos clasificamos con un gol de cabeza de Passarella faltando un minuto, y después, con la mano de Dios a nuestro favor…, ¡campeones!
¿Optimismo? No. No digo que el partido se haya ganado, ¡si todavía no se jugó! Tampoco, de ninguna manera, que sea fácil. Sí digo, con la autoridad que me da mi total ignorancia politológica y la percepción quizás algo ingenua de los humoristas, que, como afirman las canciones mencionadas, es fundamental tener en cuenta el contexto, e ir “todos juntos”.
Creo que el gran derrotado fue “Juntos por el Dólar”, que venía ganando provincia por provincia (con candidatos que supieron hábilmente desdoblar sus elecciones, quizás ahora entendemos por qué), y cuando esperaban sacar seis o siete puntos por arriba de la UP, sacaron, entre todos, uno y medio más, y ni siquiera saben si esos votos van a seguir siendo propios, porque su interna fue de verdad feroz, y cuál puede ser la reacción de un gorila despechado es un misterio (al menos, no se conocen estudios importantes al respecto, pero si algún zoólogo quisiera aportar datos, bienvenido).
No creo que el acto “triunfal” opositor, con el Maurífice tapando a Maceta Yafué, haya sido un gran favor hacia Patricia Faizer. Probablemente ella le haya recriminado: “No lo tratés así, que después le tenemos que pedir sus votos”; a lo que él puede haber respondido: “¿Qué votos? ¿El de silencio? ¿El de castidad? Porque otros no creo que tenga. Y además, si gana ese muchacho que se parece a mí cuando no tomo la pastilla, me pondría feliz”.
El declarado “gran ganador” a pesar de que no jugaba contra nadie quizás esté esperando que alguno de sus perros le confirme la victoria y le diga qué hacer de aquí en más. Porque si alguien cree que sus votos son de él, no vive en la Argentina. Personalmente, creo que lo votó un sector que se sintió representado en la exclusión (él mismo se presenta como uno de ellos, claramente outsider –el que ve desde afuera– en un montón de aspectos): son los que no temen perder derechos que no tienen (en realidad, sí los tienen, pero otros les impiden ejercerlos) y, en el otro extremo, los que sienten que sus derechos y sus deseos son lo mismo, y que las demás personas son simples obstáculos.
Con los segundos, no creo que se pueda hacer mucho, pero, con los primeros, creo que hay mucho por hacer. En principio, incluirlos. Lo mismo, a la gran cantidad de argentinos que decidieron no votar, cansados y cansadas de tanta melancolía, tanta pena y tanta herida.
Ah, una cosa: la maestra a la que me refería en el recuerdo con el que comencé esta columna era una docente de la escuela pública, de la que me siento especialmente orgulloso y en la que agradezco haber "caído".
Sugiero acompañar esta columna con el video “Pelotuditis” de Rudy-Sanz.