Se sabe que antes de la invención de la fotografía los rostros eran retratados con pintura, o algún otro elemento que funcione; cuando no existía modelo vivo que retratar, se recreaba la imagen a partir de relatos. Ahora bien, siendo que la mirada es subjetiva, veamos el caso del retrato de Monteagudo.
Bernardo José de Monteagudo fue un reconocido militar, periodista y abogado, reconocido por sus aportes a las ideas de soberanía. Hijo de una mujer esclavizada, nació un 20 de agosto en Tucumán. En 1917 se emplazó en la Plazoleta Pringles, dentro del Parque Patricios, Capital Federal, una estatua que lo representa. La cuestión a destacar es cómo lo representa… obra del alemán Gustavo Eberlein, para realizarla se inspiró en un retrato que realizaron conjuntamente un dibujante, Henri Stein, y Mariano Pelliza, un historiador. Fue en 1886 que a su antojo, a sabiendas de su historia y sus rasgos fenotípicos de afrodescendiente, borraron dichos rasgos y lo retrataron como si fuese blanco.
Una vez más, triunfó la antagónica idea de que un héroe de la patria fuese afroargentino…serviles a la historia oficial, blanquearon el rostro de Monteagudo. Cuando la generación del 80 a fines del siglo XIX se propuso construir una historia nacional en cabeza de Mitre, se intentó negar su origen. Para ello se convocó a un reconocido dibujante de la época para que construyera un falso cuadro del prócer. Aunque ya en 1896 el historiador boliviano Gabriel René Moreno denunció que la imagen era una copia de un político chileno de nombre Bernardo Vera y Pintado, el escultor alemán la usó para realizar el monumento, y todavía hoy esa falsa imagen se sigue reproduciendo en manuales escolares, museos y universidades de todo el país.
Como si fuese poco inmortalizarlo en una estatua, la imagen no fiel a la realidad sigue vigente en todo formato, construyendo una idea, y perpetuando durante más de un siglo la mentira de su identidad. Monteagudo era afrodescendiente.